Libertad y amor eterno – Pastor David Jang


1. La libertad y el júbilo que se disfrutan en el Espíritu

El pastor David Jang destaca que Romanos 8, según el apóstol Pablo, expresa de manera más hermosa y majestuosa la esencia del evangelio en toda la Biblia, pudiendo considerarse como la clave principal para comprenderlo. En especial, Romanos 8 muestra de manera paradigmática “la vida de libertad y júbilo del creyente en el Espíritu Santo”, evidenciando cuánta alegría y esperanza pueden disfrutar los santos que han sido liberados del poder del pecado y de la muerte.

Antes de todo, debemos recordar que, aunque en la actualidad la Biblia se halla dividida en capítulos y versículos, en su forma original no existía tal división. Por ello, conviene entender los capítulos 7 y 8 de Romanos como un mensaje continuo, sin separaciones. De este modo, se hace más clara la conexión entre los conflictos internos que experimentamos y la libertad espiritual de los renacidos. Romanos 7:23-24 presenta la realidad de que incluso quienes han sido salvos pueden atravesar la división interior y la angustia:

“Veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros (Ro 7:23). ¡Miserable de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte? (Ro 7:24).”

El pastor David Jang hace hincapié en que incluso las personas que han sido salvas y perdonadas de sus pecados continúan experimentando conflicto a causa de su carne. Es decir, aunque han recibido la justificación (salvación), siguen inmersas en el proceso de santificación, lo que genera graves contradicciones internas propias de la tensión entre el “ya” y el “todavía no”. Pablo expresa este sufrimiento en Romanos 7, pero en Romanos 8 proclama la liberación y el gozo que se disfrutan en el Espíritu.

Uno de los principales temas de Romanos 8 es “la vida en el Espíritu Santo”. Si resumimos el mensaje que Pablo transmite a lo largo de este capítulo, vemos cómo el creyente, ya salvo, puede vivir libre del poder del pecado y de la muerte, y de qué manera esa libertad produce júbilo y poder. El pastor David Jang lo denomina “la vida embriagada del Espíritu, simbolizada por el vino”. Así como el agua se convierte en vino, la obra del Espíritu Santo transforma por completo nuestra vida. Y al igual que el vino nuevo no vuelve a ser agua, quien ha sido salvo no vuelve al dominio del pecado original, sino que avanza hacia la gloria.

Sin embargo, es importante señalar que, aunque el pecado original haya sido perdonado, aún persisten dentro de nosotros el “pecado habitual” o “pecado personal”. El pastor David Jang compara esto con “haberse convertido ya en vino, pero que aún se haya mezclado con agua y sepa aguado”. Aunque hayamos sido regenerados y santificados por el Espíritu, las costumbres pecaminosas del pasado continúan operando en nuestro interior. Por ello, en el proceso de santificación debemos limpiarlas y purificarlas.

En este punto, con frecuencia surge la confusión entre Jeremías 2:22 e Isaías 1:18. Jeremías declara: “Aunque te laves con lejía y uses mucho jabón, tu iniquidad permanece ante mí, dice Jehová”, mientras que Isaías proclama: “Aunque vuestros pecados sean como la grana, vendrán a ser blancos como la nieve”. El pastor David Jang subraya que ambas profecías no se contradicen, sino que revelan la misma verdad soteriológica: el hombre, por sus propias fuerzas, jamás puede lavarse por completo de sus pecados, pero gracias a la obra de Cristo, la gracia de Dios nos limpia por entero.

Para entenderlo mejor, conviene distinguir entre “pecado original” y “pecado personal”. En Romanos 5, el apóstol Pablo explica que el problema universal y solidario del pecado, que comenzó con Adán, fue interrumpido por la obra redentora de Jesucristo. Esto es la “remisión del pecado original” y se relaciona con la justificación (Justification), ese “cambio de estatus”. El pastor David Jang insiste en que este cambio de estatus marca un destino completamente distinto para nosotros. El “poder de la muerte” que dominaba a todos en Adán ha sido abolido a través de Jesús, de modo que, en la vida de los renacidos, ya no opera un “castigo fatal” como la “maldición de siete clases” u otros conceptos similares.

Sin embargo, esto no significa una liberación total e inmediata de la lucha contra el pecado. Todavía queda el “pecado habitual” (o sea, el pecado personal) que entorpece nuestro caminar. El pastor David Jang afirma que “si bien la guerra principal ha terminado, aún falta la labor de ‘limpieza final’”. Por la cruz y la resurrección, la gran contienda ha sido ganada, pero quedan pequeñas batallas cotidianas. Dichas batallas, en realidad, tienen resultado asegurado, puesto que se trata de una limpieza final. Aun así, si las descuidamos, los remanentes del pecado pueden volver a afligirnos y perjudicar nuestro proceso de santificación.

En este sentido, debemos recordar la escena de la Última Cena cuando Jesús lava los pies de sus discípulos (Jn 13). Incluso quienes están limpios necesitan lavar el polvo de sus pies al caminar, de igual modo, los salvados necesitan limpiarse del pecado cotidiano. El pastor David Jang considera este proceso como “la autocrítica y el arrepentimiento constantes en el Espíritu”. Este entrenamiento de santificación no pretende cuestionar la certeza de la justificación que ya poseemos, sino más bien robustecerla con mayor firmeza.

La actitud que asumimos frente al pecado, por lo tanto, debe abarcar dos realidades: en primer lugar, “Cristo ya ganó la gran batalla”; en segundo lugar, “no debemos descuidar el combate de limpieza”. El pastor David Jang advierte, basándose tanto en la investigación teológica como en la práctica de la vida cristiana, que si un creyente pierde de vista esta doble perspectiva, puede inclinarse a extremos. Unos podrían malinterpretar y creer: “Como el pecado ha sido eliminado por completo, puedo vivir como quiera”, mientras que otros caerían en el desánimo pensando: “Como aún queda pecado, no podemos tener ninguna seguridad de salvación”. Ambas posturas son erróneas.

Sobre este equilibrio, el primer mensaje esencial que Romanos 8 nos ofrece es que “la libertad y el júbilo plenos en el Espíritu Santo son una realidad que podemos experimentar”. Pablo declara que no hay ninguna condenación para los que están en Cristo Jesús, pues la ley del Espíritu de vida nos ha libertado de la ley del pecado y de la muerte (Ro 8:1-2). De esta manera, se confirma que podemos disfrutar de la libertad derivada de nuestro cambio de estatus legal.

El pastor David Jang recalca, basándose en Romanos 8:14-17, que esta libertad no es algo meramente abstracto; se manifiesta en una alegría y gloria concretas cuando, como “hijos de Dios” en el “Espíritu Santo”, clamamos “Abba, Padre” y experimentamos una comunión íntima. Los hijos se convierten en herederos de Dios y coherederos con Cristo, y aunque sufran en este mundo, entienden que tal sufrimiento no se compara con la gloria venidera. No es solo una verdad intelectual, sino una certeza interna que el Espíritu mismo confirma en nuestro interior.

Además, los versículos 18 al 30, que se refieren a la “restauración universal” y la “resurrección de los vivos”, muestran cómo esta libertad, al sobrepasar lo meramente personal o espiritual, se extiende a toda la creación. Toda la creación gime y sufre dolores de parto porque espera la manifestación de los hijos de Dios y la restauración futura (Ro 8:19-22). Aquí, Pablo plantea la visión de una recreación cósmica. El pastor David Jang subraya que “la libertad en el Espíritu Santo que los creyentes degustan, al anticipar la venida de nuevos cielos y nueva tierra, no se limita a la paz interior de cada individuo, sino que actúa como fuerza impulsora para transformar la historia”.

El pastor David Jang vincula esta idea con la historia de Noé en Génesis 9, relatando que, tras el diluvio, cuando Noé pisó la nueva tierra, símbolo de los cielos y la tierra renovados, plantó una viña y bebió el vino, disfrutando de la libertad y el gozo. Su desnudez a causa de la embriaguez evoca el estado de Adán y Eva antes de la caída en Edén, cuando, pese a estar desnudos, no sentían vergüenza. Esto representa la “pureza previa al pecado” o el “gozo santo que se experimenta en el Espíritu”.

En este contexto, el vino simboliza al Espíritu Santo y, al mismo tiempo, al perdón del pecado y al gozo de la nueva vida. El milagro de Jesús en las bodas de Caná, cuando convierte el agua en vino, prefigura esta realidad. Y la escena de Hechos 2, cuando los discípulos, llenos del Espíritu, fueron acusados de estar ebrios de vino nuevo, se conecta con esta profecía. Así, la venida del Espíritu, prometida en el Antiguo Testamento (Joel 2, etc.), se cumplió, según enfatiza el pastor David Jang.

Por tanto, la libertad que se describe en Romanos 8 consiste en que un “ser como el agua” pase a ser “vino”, de forma irreversible, y esto se traduce en el verdadero renacimiento. Es algo que ya poseemos y, a la vez, debemos continuar desarrollando, purificándonos del pecado personal en el proceso de santificación. El pastor David Jang explica: “Aunque ya nos hemos mudado a la casa nueva, las viejas costumbres nos inducen a regresar a la casa anterior. Sin embargo, si vivimos en el Espíritu con vigilancia, iremos rompiendo esos hábitos hasta caminar en santidad creciente”.

En este punto, la imagen de “lavar la vestidura manchada de pecado” que aparece en el Apocalipsis (Ap 22:14) es crucial, pues representa la vida cotidiana de arrepentimiento y obediencia que debemos cultivar tras la justificación. Vestir ropas blancas y participar en la cena de bodas del Cordero (Ap 19:7-8) es la culminación definitiva que alcanzaremos con Cristo, lo que llamamos la etapa de la glorificación. Para el pastor David Jang, “los que disfrutan la libertad en el Espíritu son quienes anticipan esta gloria futura y viven de acuerdo con ella”.

Al estudiar Romanos 7 y 8 de manera continua, comprendemos cómo un creyente que ya ha sido salvo puede enfrentar los conflictos internos que describe el capítulo 7 y encontrar la enorme gracia libertadora que se ofrece en Cristo Jesús. El pastor David Jang menciona que, de esta manera, apreciamos cómo la experiencia personal del creyente se integra con el plan universal de salvación de Dios. En definitiva, la obra redentora de Cristo que anula la ley del pecado y de la muerte, la morada e intervención del Espíritu, y la libertad y el júbilo que de ello se desprenden, constituyen las riquezas de la salvación que Romanos 8 revela con mayor hondura.

Esta es la esencia general del primer apartado, “La libertad y el júbilo que se disfrutan en el Espíritu”. Tal como el agua se convirtió en vino, quienes han sido justificados han pasado a una nueva vida, y es el Espíritu quien nos da la fuerza para mantener y afianzar ese estado. El corazón del evangelio no consiste solo en recibir el perdón de los pecados o adquirir derechos de entrada al cielo, sino en la libertad, el gozo y la plenitud que podemos disfrutar ahora mismo, aquí en la tierra, gracias al Espíritu. Dicho estilo de vida constituye el fruto que garantiza nuestra salvación y nos conduce a niveles superiores de gloria.


2. La perseverancia de los santos y el amor eterno

Si bien la primera parte (Romanos 8:1-30) expone “la libertad y el júbilo que se viven en el Espíritu”, los versículos 31-39 reúnen y concluyen la totalidad de la obra salvadora y la acción del Espíritu, llevándolas a su punto culminante. A este último pasaje con frecuencia se le asocia con la enseñanza sobre la “perseverancia de los santos” o “amor eterno”. El pastor David Jang considera esta sección como el “canto triunfal más grandioso y seguro” dentro de los 16 capítulos de Romanos.

La “perseverancia de los santos” es la doctrina que sostiene que el creyente salvo mantendrá su fe hasta el final sin quedar fuera de la salvación. En la tradición calvinista, se relaciona con la idea de que “una vez salvo, siempre salvo”. No obstante, esto no se limita a una simple interpretación mecánica. Pablo, en Romanos 8, en la parte final, testimonia la capacidad de Dios de sostener a su pueblo hasta el fin y la certeza de su amor.

“¿Quién nos separará del amor de Cristo? (Ro 8:35).”
“Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni los poderes… ni ninguna otra cosa creada podrá separarnos del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro (Ro 8:38-39).”

El pastor David Jang explica que “quienes han nacido de nuevo en el Espíritu no solo han sido liberados de la ley del pecado y de la muerte, sino que, ahora, ninguna fuerza puede separarlos del amor de Cristo, ya que entraron en una relación de pacto firme e inquebrantable”. Esto da al creyente la certeza de salvación y la fuerza para perseverar. Aunque tropecemos con pecados personales, quienes están en Cristo Jesús pueden levantarse de nuevo y tienen la promesa de que Dios no los desechará jamás. El pastor David Jang se refiere a este sostén como “la garantía del 100% del lado de Dios”.

Asimismo, “¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica (Ro 8:33)” confirma que, para el santo justificado por la obra sustitutiva de Jesucristo, ningún juicio de condena tiene validez. Aunque el mundo o Satanás nos acusen, la última palabra la tiene Dios, quien nos ha declarado justos, y ese veredicto es inapelable.

El pastor David Jang subraya que el “nada nos podrá separar” no implica que podamos tomar la gracia con ligereza o vivir en libertinaje. Que Dios nos sostenga no significa que hagamos caso omiso del pecado o abusemos de su amor. Antes bien, quien entiende cuán asombroso es ese amor no querrá traicionarlo. Sin embargo, podemos tropezar. Aun así, la razón de que volvamos al arrepentimiento y perseveremos hasta el fin es el amor inquebrantable de Dios en Cristo. A eso se le llama “amor eterno”.

El pastor David Jang considera que este “amor eterno” sostiene al creyente a lo largo de la justificación, la santificación y la glorificación. La base de toda la Biblia es el anuncio fundamental de que “Dios nos amó tanto que envió a Su Hijo”, y sobre esa base, Romanos 8 se completa con dos proclamas definitivas: “No hay ninguna condenación para los que están en Cristo” y “Nada nos puede separar del amor de Dios en Cristo”.

En conclusión, Romanos 8, hacia su parte final, actúa como un magnífico coro de victoria que cierra la gran historia de la salvación. Pablo declara con toda fuerza que la salvación que Dios ha concedido es firme y eterna. Este mensaje de consuelo y seguridad es un gran apoyo en la vida cotidiana de la fe. Quienes han sido liberados del pecado y la muerte, a pesar de seguir enfrentando las pequeñas luchas del pecado personal, no se rinden en su camino de santificación. ¿Por qué? Porque les respalda la promesa de que “el amor de Dios no se interrumpirá nunca”.

El pastor David Jang recalca la importancia de aplicar de manera práctica esta enseñanza. La salvación en Jesucristo garantiza “una libertad y valentía que trascienden todas las cosas”. Pese a que los valores mundanos o las circunstancias puedan agitarnos, el amor de Cristo es más poderoso, de modo que ningún tipo de aflicción o persecución podrá vencernos. En la historia de la Iglesia y en la experiencia de los mártires y de incontables cristianos que hoy siguen sufriendo por el evangelio, el pasaje de Romanos 8:31-39 ha sido un ancla de esperanza. Tal como declara Pablo, el creyente en Cristo Jesús ya es más que vencedor (Ro 8:37).

En este sentido, el pastor David Jang une Romanos 8 con la “parábola del vino de Noé”, reiterando que la dicha eterna de la nueva tierra y el nuevo cielo ya nos ha sido anticipada a los creyentes aquí en la tierra. Así como Noé pisó la tierra nueva tras el diluvio, nosotros, gracias a la redención de Cristo, experimentamos la realidad de un mundo renovado después del juicio. Del mismo modo que Noé disfrutó el vino sin sentir vergüenza en su desnudez, quienes estamos vestidos de la justicia de Cristo, llenos del Espíritu, gozamos de una libertad y alegría absolutas, pequeñas muestras de la gran fiesta celestial futura. Y para sostenernos en esa vida, contamos con ese “amor eterno”.

La doctrina de la perseverancia nos explica por qué, pese a nuestras debilidades o caídas, la salvación no se tambalea. El pastor David Jang señala: “El ser humano, con libre albedrío, ha de escoger a Dios y apartarse del pecado, pero sigue siendo frágil. Sin embargo, es en la esencia de ese ‘amor eterno’ donde encontramos la esperanza. Dios ha prometido que jamás cortará ese lazo de amor, por lo cual, si en algún momento caemos, siempre podremos arrepentirnos y volver a levantarnos para conservar la salvación hasta el fin”.

Así, Romanos 8 expone de manera dramática todo el proceso de la salvación: justificación (Justification) → santificación (Sanctification) → glorificación (Glorification). Muestra con realismo las luchas del creyente, aun siendo salvo, contra el pecado (capítulo 7), para luego, en el capítulo 8, exponer la vida de libertad y gozo en el Espíritu y culminar con la perseverancia de los santos, basada en el amor eterno de Dios que nos sostiene.

El pastor David Jang subraya que esta secuencia no solo es un “conocimiento teológico”, sino también la “orden de la salvación” que el cristiano debe experimentar. Un conocimiento superficial no basta. Debemos vivir la dirección santa del Espíritu, confesar a diario nuestros pecados y meditar en la Palabra, para despojarnos gradualmente de los hábitos pecaminosos y, a la vez, sentir cómo Dios nos sostiene con un amor que no nos abandona. De esa manera, saboreamos la esencia de Romanos 8.

La perseverancia de los santos y el amor eterno nos impulsan también hacia la esperanza escatológica. Ningún sufrimiento, incertidumbre o incluso la muerte pueden separarnos del amor de Dios, lo cual disipa nuestros temores acerca del futuro y afianza la convicción de que “Dios encamina todo para bien”. Este es el clímax de Romanos 8 y, por ende, el clímax de todo el evangelio, que proclama la victoria.

El pastor David Jang insiste nuevamente en la dimensión práctica de la perseverancia. A lo largo de la historia de la Iglesia, muchos creyentes se aferraron a Romanos 8:31-39 en momentos de desaliento o prueba, para declarar en oración: “Nada podrá separarnos del amor del Señor”. Y esa confesión de fe desembocó en una victoria real. Tal como Pablo afirma, quien está en Cristo Jesús ya es victorioso (Ro 8:37).

De esta manera, el segundo apartado, “La perseverancia de los santos y el amor eterno”, aclara con mayor nitidez el mensaje de Romanos 8. No se trata tan solo de la conclusión de un dogma teológico, sino de la mayor promesa y fuerza que sustenta la vida cristiana. Romanos 8 no solo nos libera del problema del pecado, dándonos libertad y júbilo, sino que garantiza que “Dios terminará plenamente la obra que inició”, otorgándonos un cimiento firme e inconmovible.

En definitiva, Romanos 8 es la cúspide del gran drama de la salvación, pues muestra cómo el creyente llega a disfrutar en el Espíritu la verdadera libertad y el gozo, y termina afirmando que está sostenido por el amor eterno de Dios, inquebrantable ante cualquier circunstancia. El pastor David Jang señala que, aferrados a este mensaje de Romanos 8, los creyentes pueden experimentar un gran salto de crecimiento y cambio espiritual en momentos decisivos de su vida. Por muy arraigados que parezcan los hábitos pecaminosos, contamos con el poder del Espíritu y con la garantía del amor eterno de Dios, así que siempre hay esperanza.

Pablo, a lo largo de Romanos 8, enfatiza el rol del Espíritu, la liberación del pecado, la gloria de la filiación, la restauración cósmica y la seguridad de la perseverancia. En definitiva, se trata de “mostrar de manera concentrada el corazón del evangelio”. Y la conclusión del evangelio siempre reposa en “el amor de Dios”. Nuestro servicio, obediencia, incluso nuestro arrepentimiento y lucha por la santidad, de nada valdrían si no contáramos con la base de ese amor que nos sostiene. Pero Dios entregó a Su Hijo y envió Su Espíritu para que podamos permanecer en ese amor hasta el fin.

Tal como el pastor David Jang remarca repetidamente, Romanos 8 no se reduce a la frase “Dios nos ama”. Describe de modo tangible cómo opera ese amor, cómo nos transforma y libera, cómo nos introduce en un gozo indescriptible, y cómo finalmente nos conduce a la glorificación en compañía de Cristo. Ese amor, sellado con un pacto eterno, es la Roca en la que confiamos a pesar de las circunstancias más adversas.

En síntesis, Romanos 8 es un gran capítulo sobre la salvación que se sostiene en dos ejes: “la libertad y el júbilo que recibimos en el Espíritu” y “la perseverancia de los santos y el amor eterno”. El primer eje enfatiza la liberación de las cadenas del pecado y la alegría vivificante que otorga la presencia del Espíritu. El segundo eje explica que esa salvación, una vez iniciada, no puede ser sacudida, pues el amor eterno de Dios nos sujeta firmemente. Tal amor no depende de nuestro mérito ni de nuestra capacidad, sino de la ofrenda vicaria de Cristo y del sello del Espíritu.

Por ello, el pastor David Jang reitera en muchas ocasiones que estudiar Romanos 8 es la clave para que los creyentes experimenten una profunda restauración y un giro espiritual. Cuando comprendemos la dinámica de la salvación, no descuidamos la libertad y el gozo que ya se nos ha dado, y abrazamos a la vez la perseverancia y el amor eterno que nos resguardan de cualquier tribulación, la fe madura y entramos en una paz y un poder aún mayores. Ese es el poder real del evangelio que Pablo experimentó y nos enseña, y que hoy sigue al alcance de todo creyente.

Visto así, cuando reorganizamos Romanos 8 alrededor de “La libertad y el júbilo que se disfrutan en el Espíritu” y “La perseverancia de los santos y el amor eterno”, se vuelve evidente cómo este capítulo describe la liberación del pecado, la gloria de ser hijos de Dios, la visión de la restauración del universo y, en última instancia, la perseverancia del creyente que permanece en el amor inquebrantable de Dios. Engloba todo el proceso de la salvación—justificación, santificación y glorificación—junto con los conflictos existenciales del hombre y la gracia divina que los resuelve, generando una belleza y majestuosidad únicas en la Biblia.

En conclusión, el mensaje final de Romanos 8 se resume en “ninguna condenación hay para los que están en Cristo” y “nada nos podrá separar del amor de Dios”. El pastor David Jang sostiene que estas dos declaraciones son la señal de la alegría y la esperanza más contundente que ofrece el evangelio cristiano. Quien recibe esta enseñanza logra un consuelo y una confianza extraordinarios, y puede enfrentar el mundo como luz, esperando con anhelo el regreso de Cristo.

El pastor David Jang, en sus estudios y predicaciones sobre Romanos 8, hace hincapié en que “creer en el evangelio no consiste meramente en aceptar un conocimiento teórico sobre el pecado, sino en vivir la transformación real de pasar de agua a vino”. Así como el agua convertida en vino no puede volver a su estado anterior, quien ha renacido no puede retornar a su condición previa. Aunque haya momentos de falla o tentación, la “perseverancia del santo” y el desenlace final de “amor eterno” dan la seguridad de que podemos levantarnos y acercarnos cada vez más a Dios, superando los hábitos de pecado.

Ahora bien, este proceso de limpieza y purificación del pecado no ocurre en un instante, sino que exige un caminar continuo: meditar la Palabra, orar, arrepentirse, obedecer la voz del Espíritu. No nos volvemos perfectos de un día para otro, pero percibimos una nueva fuerza vital que opera en nosotros. El “morador Espíritu Santo” que Romanos 8 anuncia no es un concepto teórico, sino la fuerza real que cambia nuestros deseos y temores, y nos impulsa a vivir como verdaderos hijos de Dios.

Asimismo, el pastor David Jang, con su ejemplo habitual de Noé y su viña, ilustra de manera accesible este proceso. Noé, tras el diluvio, planta una viña y bebe el vino, simbolizando la alegría plena tras el juicio. Sin embargo, su embriaguez y desnudez exponen las diferentes reacciones de Cam, Sem y Jafet, que nos recuerdan que, incluso después de recibir la salvación, siguen manifestándose distintas actitudes humanas. Pero, en definitiva, el “vino” es una bendición, y en ese nuevo entorno—nuevos cielos y nueva tierra—se expresa la salvación de Dios. Del mismo modo, la obra del Espíritu en Romanos 8 nos va transformando en vino, y a pesar de que haya tropiezos, se cumplirá la promesa de que “Dios dispone todas las cosas para el bien” (Ro 8:28).

Finalmente, la perseverancia de los santos y el amor eterno significan la compañía inquebrantable de Dios hasta el fin. Cuando Pablo exclamó “Por lo cual estoy seguro…” al cierre del capítulo 8, no era su simple convicción personal, sino la respuesta a la fe que Dios mismo había iniciado. Nuestra fe la comienza Dios en Cristo y Él la perfecciona (cf. Fil 1:6). Aunque el creyente pueda tambalearse, nunca queda completamente desligado, porque el amor de Dios es inmenso y Su plan para adoptar al pecador como hijo es total.

A la luz de todo esto, el pastor David Jang insta a los cristianos de hoy, que viven en tiempos turbulentos y afrontan dificultades personales, a no desanimarse, sino a aferrarse a la “libertad y júbilo en el Espíritu” y, al mismo tiempo, a confiar en “la perseverancia de los santos y el amor eterno”. Al unirse estos dos pilares, la fe del creyente se consolida con fuerza, y se hace depositario de una herencia espiritual que nadie puede arrebatarle. Ese es el corazón del evangelio que el apóstol Pablo transmite a lo largo de Romanos 8, y que el pastor David Jang, por medio de prédicas, conferencias y escritos, no se cansa de proclamar.

En definitiva, Romanos 8, como “punto álgido del evangelio”, revela qué significa la vida del cristiano en el Espíritu y afirma que esta se sostiene en el amor eterno de Dios, inconmovible ante cualquier amenaza. Liberados de la culpa del pecado, los santos caminan con libertad. Si en algún momento temen caer, la voz de Pablo les alienta: “¿Quién nos separará del amor de Cristo?”. Y, estudiando Romanos 8, el pastor David Jang responde con convicción: “Nada podrá separarnos de ese amor. Todo está amparado por el amor eterno de Dios”.

Tal es la conclusión de Romanos 8 y la esencia del evangelio que el pastor David Jang recalca. Cuanto más inciertos y temerosos sean nuestros días, más debemos meditar a fondo en este pasaje. Además, debemos disfrutar la verdadera libertad y el gozo en el Espíritu, firmes en la perseverancia y el amor eterno que ninguna circunstancia puede socavar. Este poder del evangelio sigue transformando la vida de numerosas iglesias y creyentes, y brillará como verdad inextinguible en el mundo hasta el día en que Cristo regrese.

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자유와 영원한 사랑 – 장재형목사

1. 성령 안에서 누리는 자유와 환희

장재형목사가 강조하는 바울 사도의 로마서 8장은 성경 전체에서 복음의 정수를 가장 아름답고 장엄하게 표현하고 있는 장으로, 복음 이해의 핵심적인 열쇠가 된다고 할 수 있다. 특히 로마서 8장은 “성령 안에서 누리는 그리스도인의 자유와 환희의 삶”을 보여 주는 대표적인 본문으로, 장재형목사는 이 말씀이야말로 죄와 사망의 권세에서 벗어난 성도들이 얼마나 큰 기쁨과 소망을 누릴 수 있는지 잘 보여 준다고 말한다.

먼저 현대의 성경은 장과 절이 구분되어 있지만, 본래의 성경은 구분이 되어 있지 않다는 점에 유의해야 한다. 그러므로 로마서7장과 8장을 끊어서 보지 않고 연속된 메시지로 바라볼 때, 우리가 겪는 내적 갈등과 거듭난 이들의 영적인 자유를 더욱 선명하게 이해하게 된다. 로마서 7장 23절에서 24절은 구원받은 자도 심각한 내면의 분열과 곤고함을 겪는 현실을 보여 준다.

“내 지체 속에서 한 다른 법이 내 마음의 법과 싸워 내 지체 속에 있는 죄의 법으로 나를 사로잡는 것을 보는도다(롬 7:23). 오호라 나는 곤고한 사람이로다 이 사망의 몸에서 누가 나를 건져내랴(롬 7:24).”

이 본문에 대해 장재형목사는, 이미 구원받아 죄 사함을 받은 자들도 여전히 육신에 속한 문제로 인해 갈등을 경험한다는 점에 주목한다. 즉 구원(칭의)은 받은 상태이지만, 동시에 성화라는 진행 과정 안에 있기에 ‘이미’와 ‘아직’ 사이에서 나타나는 심각한 내면의 모순을 피할 수 없다는 것이다. 바울은 7장에서 이러한 고통을 토로하면서도, 로마서 8장에서 드디어 성령 안에서 누리는 해방과 기쁨을 선포한다.

로마서 8장의 가장 큰 주제 중 하나는 ‘성령 안에서의 삶’이다. 바울이 8장 전체를 통해 보여 주는 메시지를 정리해 보면, 구원받은 성도들이 어떻게 죄와 사망의 권세에서 벗어나 자유롭게 살아갈 수 있는지, 그리고 그 자유가 어떤 환희와 능력을 낳는지를 설명하고 있다. 장재형목사는 이를 두고 “포도주에 비유되는 성령에 취한 삶”이라 일컫는다. 이는 물이 포도주로 변하듯, 성령의 역사로 말미암아 우리 삶이 전면적으로 변화되는 모습을 상징한다. 이미 바뀐 존재가 다시 이전으로 돌아가지 않는 것처럼, 구원받은 성도 역시 원죄의 지배에서 벗어나 영광으로 나아간다는 것이다.

하지만 여기서 주목해야 할 점은, 원죄가 사함받았어도 여전히 우리 안에 남아 있는 ‘습관적인 죄’ 혹은 ‘자범죄’가 존재한다는 사실이다. 장재형목사는 이것을 ‘포도주가 이미 되었으나, 그 안에 물이 섞여서 싱거워진 상태’에 빗대어 설명한다. 성령에 의해 거듭나 거룩하게 된 자라 할지라도, 과거의 죄적 습관이 우리의 내면에 계속해서 작동하기 때문에 성화의 과정에서 이를 씻고 정결케 하는 작업이 필수적이라는 것이다.

이 점에서 흔히 혼동하는 것이 예레미야 2장 22절과 이사야 1장 18절 사이의 긴장이다. 예레미야는 “너희가 잿물로 스스로 씻으며 많은 비누를 쓸지라도 너희 죄악이 여호와 앞에 그대로 있다”고 말했고, 이사야는 “너희 죄가 주홍 같을지라도 눈과 같이 희어질 것”이라고 선포했다. 장재형목사는 “이 두 예언이 서로 모순되는 것이 아니라, 인간의 능력으로 결코 죄를 온전히 빨 수 없지만, 오직 그리스도께서 우리의 죄를 대속하셨기에 하나님의 은혜로는 완전히 씻길 수 있다”라는 구원론적 진리를 지적한다.

이를 더 구체적으로 이해하려면 ‘원죄’와 ‘자범죄’를 구분해야 한다. 로마서 5장에서 사도 바울은 아담으로부터 시작된 보편적이며 연대적인 죄의 문제가 예수 그리스도의 구속 사역으로 끊어졌음을 말한다. 이것이 바로 ‘원죄 사함’이며, 칭의(Justification)로 설명되는 ‘지위의 변화’다. 장재형목사는 이 지위 변화가 우리의 과거와 전혀 다른 운명을 선사한다고 역설한다. 더 이상 아담 안에서 지배받던 ‘사망의 권세’가 예수 그리스도를 통해 철폐되었고, 실제로 예수를 믿고 거듭난 자들의 삶에서 ‘칠 대 저주’와 같은 운명적 징벌이 더 이상 작동하지 않는다는 것이다.

그러나 이것이 곧바로 죄와의 싸움에서 완전한 해방을 의미하지 않는다. 왜냐하면 우리 안에는 ‘습관적인 죄’ 즉 자범죄가 여전히 남아서 우리의 걸음을 방해하기 때문이다. 장재형목사는 이를 두고 “정규전은 끝났으나, 소탕전이 남아 있다”라고 비유한다. 십자가와 부활로 인하여 이미 큰 전쟁에서 승리하였으나, 일상에서의 작은 전투는 계속되고 있다는 것이다. 따라서 이 작은 전투들은 소탕전이기에 결과는 이미 결정되어 있다. 하지만 소탕전을 소홀히 하면 그 잔당들이 다시금 우리를 괴롭게 하고, 성결의 길을 방해할 수 있다.

그래서 예수님께서 최후의 만찬 가운데 제자들의 발을 씻기신 장면(요 13장)을 떠올릴 필요가 있다. 이미 전신이 깨끗한 자라도, 걸어 다니는 과정에서 발에 묻은 먼지를 씻어야 하듯이, 구원받은 자들도 일상 속에서 짓는 자범죄를 계속 씻어 나가야 한다는 것이다. 장재형목사는 이 과정을 “성령 안에서 행하는 자기 성찰과 회개”의 과정으로 본다. 이러한 성화의 훈련은 우리가 이미 얻은 칭의의 확신을 흔드는 것이 아니라, 오히려 더욱 견고하게 하는 은혜의 수단이다.

결국 죄를 대하는 우리의 태도는 두 측면을 동시에 품어야 한다. 하나는 “그리스도께서 이미 큰 전쟁을 이기셨다”라는 승리의 관점이다. 다른 하나는 “남은 전투인 소탕전을 우리가 소홀히 해서는 안 된다”라는 긴장감이다. 장재형목사는 신학자들의 연구와 더불어 실제 신앙생활에서도, 인간이 죄를 대할 때 이 이중적 시각을 놓치면 극단으로 치우치기 쉽다고 경고한다. 즉, “이미 죄가 완전히 없어졌으니 마음대로 살아도 된다”라고 착각하거나, 반대로 “우리 안에 여전히 죄가 남아 있으니 구원의 확신 같은 것은 있을 수 없다”라고 낙심하는 태도를 경계해야 한다는 것이다.

이러한 균형 잡힌 이해 속에서, 로마서 8장이 우리에게 보여 주는 첫 번째 핵심 메시지는 “성령 안에서의 완전한 자유와 환희는 실제로 경험 가능한 실재”라는 점이다. 바울은 예수 안에 있는 자들에게 결코 정죄함이 없으며, 생명의 성령의 법이 죄와 사망의 법에서 해방하였다고 선언한다(롬 8:1-2). 여기서 우리는 법적 신분이 바뀐 것에 따른 실질적 자유를 누릴 수 있다고 확신하게 된다.

장재형목사는 로마서 8장 14절에서 17절을 통해, 이 자유는 결코 추상적인 개념이 아니라, ‘하나님의 자녀’ 된 자가 ‘성령 안에서’ 아바 아버지를 부르며 친밀하게 교제하는 데서 오는 구체적인 기쁨과 영광으로 나타난다고 강조한다. 자녀 된 자들은 하나님의 상속자이자 그리스도와 함께 한 상속자가 되기에, 이 땅에서 어떤 고난이 있어도 그 고난이 장차 올 영광과 비교할 수 없음을 깨닫게 된다. 이는 단순히 머리로만 이해하는 진리가 아니라, 성령께서 우리 안에서 친히 증언해 주시는 내면의 확신이기도 하다.

더 나아가 18절에서 30절에 이르는 말씀, 즉 ‘우주적인 회복’과 ‘산 자의 부활’에 관한 가르침은 바로 이러한 자유가 개인적·영적 차원을 넘어서 창조세계 전체로 확장된다는 사실을 보여 준다. 모든 피조물이 탄식하며 해산의 수고를 하는 이유는, 장차 나타날 하나님의 자녀들의 영광 때문에 함께 회복될 것을 기대하기 때문이다(롬 8:19-22). 여기서 바울은 인류를 포함한 우주적 재창조의 비전을 제시한다. 장재형목사는 이를 두고 “새 하늘과 새 땅을 미리 맛보는 성도들이 누리는 성령 안에서의 자유가, 개인의 내적 평안에 그치지 않고 역사를 변화시키는 동력이 된다”라고 설명한다.

장재형목사는 이 점을 창세기 9장의 노아 이야기에 연결 지어, 노아가 홍수 심판 후 새로운 땅, 곧 신천신지(new heaven and new earth)에 내려서 포도나무를 심고 포도주를 마심으로써 누린 자유와 기쁨을 비유로 사용한다. 노아가 취해 벌거벗은 모습은, 에덴동산에서 타락 이전의 아담과 하와가 벌거벗고도 부끄러워하지 않았던 모습과 통한다고 말한다. 이는 ‘죄 이전의 순수함’, 혹은 ‘성령 안에서 누리는 거룩한 기쁨’을 상징한다.

여기서 포도주는 성령의 상징이자, 죄 사함과 새 생명의 기쁨을 의미한다. 예수께서 가나 혼인잔치에서 물을 포도주로 바꾸신 사건이 이를 예표하며, 사도행전 2장에서 베드로 사도와 제자들이 성령을 받은 뒤 “새 술에 취했다”라는 비난을 받았던 장면 또한 같은 맥락이다. 즉 성령 강림으로 인해 예언되었던 새 술이 실제로 부어졌고, 이것이야말로 구약의 예언(요엘 2장 등)이 성취된 결과라고 장재형목사는 강조한다.

그러므로 로마서 8장이 보여 주는 자유는, ‘물 같은 존재’가 ‘포도주’로 변화되어 다시 되돌아갈 수 없는 거듭남의 실체다. 이것이 우리가 이미 이룬 것이면서도 동시에 계속 누려야 할, 그리고 나아가 자범죄의 흔적을 씻어 내는 성화의 과정에서 더욱 완성해 가야 할 삶이다. 장재형목사는 “이미 우리는 새 집에 이사했지만, 과거의 구습으로 인해 이전 집으로 돌아가려는 습관적 죄에 휘둘리는 경우가 있다. 그러나 성령 안에서 깨어 있는 삶을 살면, 점차 그 습관에서 벗어나 점점 더 성결한 모습으로 나아가게 된다”라고 말한다.

이때 ‘죄의 두루마기’를 빨아 깨끗하게 해야 한다는 묵시록(계 22:14)의 이미지가 중요한데, 이것은 칭의 이후에 우리가 게을리하지 말고 수행해야 하는 매일의 회개와 순종의 삶을 뜻한다. 흰 두루마기를 입고 하나님 나라 어린 양의 혼인 잔치에 참여한다는 비전(계 19:7-8)은, 궁극적으로 우리가 예수 그리스도와 함께 누리게 될 최종적인 영광이자 영화(Glorification)의 단계다. 장재형목사는 이를 두고, “성령 안에서 자유를 누리는 성도는 이 미래의 영광을 미리 맛보며 살아가는 사람들”이라 정리한다.

이처럼 로마서 7장과 8장을 연속성 속에서 살펴보면, 구원받은 자가 현실에서 겪는 내적 갈등을 어떻게 해결하고, 그리스도 예수 안에서 제공된 거대한 해방의 은혜를 누릴 수 있는지 확실히 알게 된다. 또한 장재형목사는 이 모든 과정을 총괄해“우주적인 하나님의 구원 계획 속에서 개인의 신앙 여정이 어떻게 통합되는지 볼 수 있다”고 말한다. 결국 죄와 사망의 법을 폐하신 예수 그리스도의 구속 사역, 그리고 성령의 내주와 인도하심, 그로 말미암는 자유와 환희는 바로 로마서 8장이 가장 심오하게 증언하는 구원의 보화이자 보증이다.

이것이 첫 번째 소주제인 “성령 안에서 누리는 자유와 환희”의 전반적 내용이다. 물이 포도주로 변화했듯, 성도들도 칭의를 받아 새 생명으로 탈바꿈했으며, 그 상태를 유지하고 더욱 선명하게 살아내는 힘이 바로 성령이라고 장재형목사는 지속적으로 역설한다. 구원의 핵심은 단지 죄 사함이나 천국 입장의 권리만이 아니라, 지금 이 땅에서 성령 안에서 누릴 수 있는 자유, 충만한 기쁨, 활력이라는 것이다. 그리고 그 삶은 결국 구원을 보증하는 열매가 되고, 우리를 더 높은 차원의 영광으로 이끈다.

2.성도의 견인과 영원한 사랑

앞서 “성령 안에서 누리는 자유와 환희”가 로마서 8장의 전반부(1절에서 30절까지)에 걸쳐 펼쳐진다면, 이어지는 31절부터39절은 이 모든 구원과 성령의 역사를 종합하고 결론 내리며, 절정으로 치닫는 장면을 보여 준다. 이 마지막 단락은 흔히“성도의 견인(Perseverance of the Saints)”, 혹은 “영원한 사랑”에 대한 가르침으로 알려져 있다. 장재형목사는 이 부분을 두고 로마서 16장 중에서도 가장 웅장하고 확실한 ‘승리의 찬가’라고 칭한다.

먼저 성도의 견인이란, 구원받은 사람이 끝까지 믿음을 지켜 구원에서 탈락하지 않는다는 교리를 말한다. 칼뱅주의 전통에서“성도의 견인”은 ‘한 번 구원받으면 영원히 구원받는다’라는 교리와도 연결되나, 단순히 기계적인 교리적 해석만으로는 충분하지 않다. 바울은 로마서 8장 마지막 부분에서 하나님이 자기 백성을 끝까지 붙드시는 사랑의 능력과 확실성을 증언한다.

“누가 우리를 그리스도의 사랑에서 끊으리요(롬 8:35).”
“내가 확신하노니 사망이나 생명이나 천사들이나 권세자들이나 현재 일이나 장래 일이나 능력이나… 그 어떤 피조물이라도… 우리 주 그리스도 예수 안에 있는 하나님의 사랑에서 끊을 수 없으리라(롬 8:38-39).”

장재형목사는 이 말씀을 해설하면서, “성령 안에서 거듭난 성도들은 죄와 사망의 법으로부터 해방되었을 뿐 아니라, 이제 어떤 세력도 그리스도의 사랑에서 끊어 놓을 수 없는 굳건한 언약 관계에 들어섰다”라고 강조한다. 이는 구원의 확신과 더불어 우리에게 끝까지 인내할 수 있는 힘을 준다. 자범죄로 인한 넘어짐이 있을지라도, 그리스도 예수 안에 있는 자들은 다시 일어설 수 있고, 결코 하나님이 버리지 않으신다는 약속이다.

그렇다면 이 견인의 원동력은 무엇인가? 바울은 “하나님이 자기 아들을 아끼지 아니하시고 우리 모든 사람을 위하여 내어 주셨으니, 어찌 그 아들과 함께 모든 것을 우리에게 은사로 주시지 아니하겠느냐(롬 8:32)”라고 반문한다. 즉 하나님 편에서 베푸시는 절대적인 사랑, 곧 자신의 독생자를 희생하면서까지 우리를 죄에서 구원하신 극진한 사랑이, 우리의 구원을 보존하는 가장 강력한 근거라는 것이다. 우리가 연약할 때, 혹은 신앙적으로 흔들릴 때, 심지어 죄의 습관에 매여 잠시 길을 잃을 때도,하나님은 그리스도 예수 안에 있는 사랑으로 우리를 붙들어 주신다. 장재형목사는 이를 “하나님 편의 100% 헌신에 근거한 구원의 보증”이라 부른다.

또한 “누가 능히 하나님께서 택하신 자들을 고발하리요? 의롭다 하시는 이는 하나님이시니(롬 8:33).”라는 구절이 말해 주듯이, 예수 그리스도의 대속 사역으로 칭의받은 성도에게는 죄의 정죄 권한이 더 이상 없음을 확실히 보여 준다. 세상이나 사탄이 고소한다 할지라도, 궁극적으로 우리를 의롭게 선포하시는 분은 하나님이시며, 그의 판결은 취소될 수 없다.

장재형목사가 주목하는 것은, 여기서 말하는 ‘끊을 수 없음’이 곧 방종을 뜻하는 것은 결코 아니라는 점이다. 하나님이 우리를 붙들어 주신다고 해서, 우리가 죄를 가볍게 여기거나 그 사랑을 남용해서는 안 된다. 오히려 이 사랑을 깨달은 자들은 ‘포도주로 옷을 빨아야 한다’라는 묵시록적 이미지를 기억하고, 더욱 경건과 순종의 길을 걷게 된다. 그리스도의 사랑이 얼마나 놀라운가를 아는 자는, 그 사랑을 배반하는 길을 택하지 않게 된다. 그러나 넘어질 때가 있을 수 있다. 그럼에도 불구하고 결국은 다시 회개하고 돌아와 견인되는 이유는, 하나님의 편에서 결코 끊어지지 않는 언약적 사랑이 있기 때문이다.

이것이 바로 ‘영원한 사랑’이라는 표현으로도 설명된다. 장재형목사는 이 사랑이 칭의, 성화, 영화까지 이어지는 전 구원의 과정 내내, 성도를 인도하고 지키는 절대적 힘이라고 강조한다. 성경 전체를 관통하는 핵심은 “하나님이 우리를 사랑하셔서 아들을 보내셨다”라는 복음의 기초적 선언이며, 이 사실 위에서 로마서 8장은 구체적으로 “우리가 결코 정죄당하지 않는다”와 “우리를 그리스도의 사랑에서 끊을 수 없다”는 두 축으로 완성된다는 것이다.

정리해 보면, 로마서 8장 후반부는 마치 구원의 대서사시가 결론 부분에 다다라 울리는 웅장한 합창과 같다. 바울은 실제로 하나님께서 베풀어 주신 구원이 얼마나 견고하며 영원한 것인지를 놀랍도록 힘차게 선포한다. 이 메시지가 주는 위로와 확신은, 우리의 일상적 신앙생활 속에서 커다란 힘이 된다. 죄와 사망의 법으로부터 해방되어 자유를 얻은 성도들은, 계속되는 자범죄와의 싸움 속에서도 낙심하지 않고 성화의 과정을 걸어갈 수 있다. 왜냐하면 ‘우리를 향한 하나님의 사랑이 결코 끊어지지 않는다’라는 절대적 약속이 뒷받침해 주기 때문이다.

장재형목사는 이 가르침을 삶에 실제로 적용해야 함을 여러 차례 설교와 강의에서 역설해 왔다. 예수 그리스도 안에서 분명히 보장된 구원은, 우리에게 ‘모든 것을 초월하는 자유와 담대함’을 준다. 세상적 가치나 환경이 우리를 흔들 수 있으나, 결국은 그리스도의 사랑이 더 강력하기에, 우리는 어떠한 환난이나 박해도 이겨 낼 수 있다. 실제로 믿음의 선진들, 교회사 속의 무수한 순교자들, 그리고 지금도 세상 곳곳에서 복음을 위해 고난받는 성도들은, 이 로마서 8장의 약속을 붙들고서 담대히 믿음을 지킨다.

특히 장재형목사는 로마서 8장을 “노아의 포도주 비유”와 함께 연결 지어, 새 하늘과 새 땅에서 누릴 영원한 기쁨이 이미 이 땅의 성도들에게 예표적으로 주어져 있다는 사실을 강조한다. 노아가 홍수 후 새로운 땅에 발을 디딘 것처럼, 우리도 예수 그리스도의 구속으로 인해 마치 심판 이후의 새 세계를 미리 맛보게 되었다는 것이다. 노아가 포도주에 취해 옷을 벗고도 부끄러움이 없었듯이, 우리가 그리스도의 의로 옷 입고 성령 안에서 누리는 자유와 기쁨은 참으로 완전하며, 장차 도래할 천국 잔치의 작은 모형이다. 그리고 바로 이런 삶을 지속하도록 붙들어 주는 것이 “영원한 사랑”이다.

또한 이 견인 교리는 우리의 인간적 약함이나 실패에도 불구하고, 궁극적으로 구원이 흔들리지 않는 이유를 설명해 주는 교리이기도 하다. 장재형목사는 “인간은 자유의지를 가지고 하나님을 선택했고, 죄를 멀리할 의무가 있지만, 여전히 연약해서 넘어질 수 있다. 그러나 그때마다 우리가 붙들어야 할 것은 이 ‘영원한 사랑’의 본질이다. 하나님 편에서 절대 끊지 않겠다고 하신 언약적 사랑이 있기에, 성도는 언제든지 회개하고 돌아올 수 있으며, 끝까지 구원을 지켜 갈 수 있다”고 해설한다.

그러므로 로마서 8장은 ‘칭의(Justification) → 성화(Sanctification) → 영화(Glorification)’로 이어지는 구원의 전 과정을 가장 드라마틱하게 담아내고 있다고 볼 수 있다. 이미 구원을 받은 자임에도 불구하고, 아직 미완성된 상태로 죄와 씨름하는 모습을 7장 후반부에서 현실감 있게 보여 준 후, 8장에 이르러서는 성령 안에서의 자유와 환희의 삶, 그리고 결국에는 성도의 견인, 곧 하나님의 영원한 사랑이 완전히 우리를 붙들고 있다는 결론으로 마무리된다.

장재형목사는 이 구조적 흐름이 “신학적 지식”을 넘어 신앙인이 삶으로 체험해야 할 “구원의 서정”이라고 설명한다. 지식으로만 알 때는 피상적일 수 있지만, 실제 삶에서 성령의 거룩한 인도를 경험하고, 매일의 회개와 말씀 묵상을 통해 옛 죄의 습관을 씻어 내며, 그 과정에서 하나님이 끝까지 나를 사랑으로 붙들고 계신다는 사실을 체험함으로써, 로마서 8장의 진수를 맛보게 된다는 것이다.

결국 성도의 견인과 영원한 사랑은 우리에게 종말론적 소망도 준다. 이 땅의 고난이나 불안, 그리고 죽음조차도 우리를 하나님의 사랑에서 끊을 수 없으므로, 우리는 미래에 대한 두려움 대신, “하나님께서 반드시 선으로 인도해 주실 것”이라는 담대한 믿음을 품게 된다. 이것이 바로 로마서 8장이 말하는 최고의 클라이맥스이며, 나아가 복음 전체가 선포하는 ‘승리의 복음’이다.

장재형목사는 이 견인의 교리가 지닌 실제적 효력을 다시 한번 강조한다. 교회 역사상 많은 성도들이 낙심의 순간, 혹은 시험과 고난의 때에 로마서 8장 31절부터 39절의 말씀을 붙들고 기도의 무릎을 꿇으며, “어떤 것도 우리를 주님의 사랑에서 끊을 수 없다”라는 선포로 절망을 돌파했다. 그리고 그 신앙고백이 결국은 실제 삶에서의 극복과 승리로 이어졌다. 바울의 선언처럼, 그리스도 예수 안에 있는 자는 이미 승리자이기 때문이다(롬 8:37).

이처럼 두 번째 소주제인 “성도의 견인과 영원한 사랑”을 통해, 로마서 8장이 전하고자 하는 메시지는 더욱 분명해진다. 이는 단지 신학적 교리의 완결이 아니라, 실제 신앙생활 속에서 우리를 붙드는 가장 강력한 힘이자 약속이다. 우리는 로마서 8장을 통해 죄의 문제에서 자유와 환희를 경험할 뿐 아니라, 아무리 힘든 상황이 닥쳐도 하나님이 시작하신 구원을 끝까지 온전하게 완성하시리라는 ‘반석 같은 확신’을 얻게 된다.

결론적으로 말해, 로마서 8장은 구원의 드라마가 정점에 달하는 장면이며, 성령 안에서 진정한 자유와 기쁨을 누리는 동시에, 마지막에는 어떤 피조물도 끊을 수 없는 하나님의 영원한 사랑 위에 굳게 서 있음을 확인해 주는 클라이맥스다. 장재형목사는 이 로마서 8장의 메시지를 붙들면, 성도들이 인생의 여러 전환점을 맞고 비약적인 영적 성장과 변화를 경험하게 된다고 말한다. 아무리 죄의 습관이 견고해 보여도, 이미 승리하신 그리스도께서 주시는 성령의 능력이 있고, 하나님의 영원한 사랑이 보증하기에 소망이 있다.

바울이 로마서 8장 곳곳에서 성령의 역할, 죄로부터의 해방, 자녀 됨의 영광, 우주적 회복, 그리고 견인의 확신을 일관되게 증거하는 것은, 한마디로 “복음의 핵심을 집약적으로 보여 주기” 위함이다. 그 복음의 결론은 언제나 “하나님의 사랑”이다. 우리의 사역, 봉사, 순종, 심지어 회개와 성화의 노력조차도 궁극적으로 하나님의 사랑이 우리를 붙들고 계시지 않다면 헛될 수밖에 없다. 그러나 하나님은 독생자를 내어 주시고 성령을 부어 주심으로써, 우리가 끝까지 그 사랑 안에 머물 수 있도록 인도하신다.

따라서 장재형목사가 일관되게 강조하듯, 로마서 8장은 단순히 “하나님이 우리를 사랑하신다”라는 한 문장으로 요약되지 않는다. 그 사랑이 어떻게 구체적으로 역사하며, 우리를 변화시키고, 자유케 하고, 환희를 맛보게 하고, 결국은 영원한 나라에서 그리스도와 함께 영화롭게 되는지에 대한 전체 과정을 보여 준다. 그리고 그 사랑은 결코 끊어지지 않는 영원한 언약으로써, 성도가 어떤 상황에 있더라도 신뢰할 수 있는 반석과 같다는 사실을 분명히 한다.

정리하자면, 로마서 8장은 성령 안에서 누리는 자유와 환희, 그리고 성도의 견인과 영원한 사랑이라는 두 축으로 구성된 위대한 구원의 장이다. 첫 번째 축에서는 죄의 사슬에서 해방되고 성령의 내주로 인해 경험하는 새로운 삶의 기쁨을 집중적으로 다룬다. 두 번째 축에서는 그렇게 시작된 구원이 궁극적으로 흔들리지 않는 이유, 즉 하나님의 영원한 사랑이 우리를 붙들기 때문임을 힘차게 선포한다. 이 사랑은 어떤 조건이나 능력, 혹은 우리의 공로에 달려 있지 않다. 오직 그리스도 안에서 하나님이 보여 주신 대속적 희생과 성령의 인치심이 보증이 된다.

결국 장재형목사는 로마서 8장을 공부하는 것이야말로 성도들이 영적 전환과 깊은 회복을 경험하는 핵심 열쇠라고 여러 차례 강조한다. 구원의 서정을 이해하고, 이미 주어진 자유와 기쁨을 소홀히 하지 않으며, 동시에 어떤 환난도 두려워하지 않는 견인과 영원한 사랑의 확신을 붙들 때, 우리의 신앙은 한 단계 더 성숙해지고, 더 큰 평안과 능력 가운데 거하게 된다. 이는 바울이 꿈꾸었고 경험한, 그리고 오늘날 우리도 동일하게 누릴 수 있는 복음의 실제적 능력이다.

이처럼 ‘성령 안에서 누리는 자유와 환희’와 ‘성도의 견인과 영원한 사랑’이라는 두 소주제로 재구성해 보았을 때, 로마서 8장은 죄의 문제로부터의 해방, 하나님의 자녀 됨의 영광, 우주적 회복의 비전, 그리고 최종적으로는 끊을 수 없는 사랑 안에 거하는 성도의 견인까지, 복음의 정수와 희망을 가장 웅장하게 드러내는 장이 된다. 칭의, 성화, 영화라는 구원의 전 과정 속에서 인간이 겪는 모든 실존적 갈등과 그것을 해결하는 하나님의 은혜가 한데 어우러져, 성경 안에서도 독보적인 아름다움을 이룬다.

결국 로마서 8장의 결론은 “우리에게는 어떤 정죄도 없다”와 “어떤 것도 우리를 사랑에서 끊을 수 없다”로 요약된다. 장재형목사는 이 두 선언이야말로 기독교 복음이 제시하는 가장 확고한 기쁨과 소망의 표징이라고 말한다. 그리고 이러한 가르침을 듣는 성도들은 지금도 큰 위로와 확신을 얻어, 세상 속에서 빛으로 살아가며, 주님 다시 오실 날을 소망 중에 기다리는 것이다.

더 나아가, 장재형목사는 로마서 8장을 연구하며 설교할 때마다, “복음을 믿는다는 것은 죄에 대한 이론적 지식을 갖추는 것이 아니라, 실제로 포도주가 되어 가는 체험을 하는 것”임을 누차 말한다. 다시 말해, 물과 같은 상태에서 포도주로 변화된 존재가 결코 물로 돌아갈 수 없듯이, 우리도 이미 거듭난 후에는 과거로 되돌아가는 것이 불가능하다. 물론 삶에서의 실패나 유혹이 있지만, 다시 일어설 수 있는 근거가 ‘성도의 견인’이며, 우리의 결말이 ‘영원한 사랑 안에서의 완성’임을 믿는다면, 우리는 점점 더 죄의 습관에서 멀어지고 하나님께 가까워질 수 있다.

여기서 죄의 습관을 씻고 정결하게 하는 과정은 결코 단발적 이벤트가 아니다. 이는 매일의 말씀 묵상, 기도, 회개, 성령의 음성에 순종하는 훈련 등을 통해 이뤄진다. 그 과정에서 한순간에 완벽해지지는 않지만, 분명히 과거와는 다른 새로운 생명의 힘이 우리 안에서 작동한다. 로마서 8장이 말하는 ‘성령의 내주’란 결코 추상적인 사상이 아니라, 실제로 우리 안의 욕망과 두려움을 변화시키고, 궁극적으로 하나님의 자녀답게 살게 만드는 힘이다.

더불어, 장재형목사가 즐겨 사용하는 예화인 노아의 포도원은 이 과정을 조금 더 알기 쉽게 설명해 준다. 노아가 포도나무를 심고 포도주를 만들어 즐기는 모습은, 종말론적 구원 이후에 누리는 충만한 기쁨을 상징한다. 그러나 노아가 그 포도주에 취해 벌거벗었을 때, 함의 태도와 셈과 야벳의 태도가 갈렸다. 누군가는 아버지의 수치를 들추어내려 했고, 누군가는 그것을 덮어 주었다. 이처럼 구원 이후에도 인간의 다양한 태도가 드러난다. 그러나 궁극적으로 “포도주”는 축복이었고, “새 하늘과 새 땅”이라는 무대에서 하나님의 구원이 열매 맺는 것이었다. 마찬가지로, 로마서 8장이 말하는 성령의 역사도 우리를 포도주처럼 변화시키며, 그 과정에서 생길 수 있는 여러 시행착오에도 불구하고, 결국은 하나님이 모든 것을 합력하여 선을 이루신다는 약속으로 귀결된다(롬 8:28).

마지막으로, 성도의 견인과 영원한 사랑은 곧 “끝까지 함께하시는 하나님의 동행”을 의미한다. 바울이 8장 끝에서 고백한 “내가 확신하노니…”라는 선언은, 자기 확신이 아니라 ‘하나님이 주신 믿음에 대한 반응’이다. 우리의 믿음은 하나님께서 그리스도 안에서 친히 시작하신 것이며, 하나님이 충성스럽게 마무리하신다(빌 1:6 참조). 그 과정에서 성도는 중간에 흔들릴 수 있어도, 결코 완전히 떨어져 나가지 않는다. 그 사랑이 너무나 크고, 죄인이었던 우리를 아들 삼으신 하나님의 구원의 계획이 실로 완전하기 때문이다.

이 모든 로마서 8장의 메시지를 통해, 장재형목사는 오늘날 그리스도인들이 시대적 혼란과 개인적 고통 가운데서도 결코 좌절하지 말고, “성령 안에서 누리는 자유와 환희”를 붙들며, 동시에 “성도의 견인과 영원한 사랑”을 신뢰할 것을 강조한다. 이 두 가지가 합쳐질 때, 우리 신앙은 튼튼한 기둥을 세우게 되고, 어느 누구도 빼앗을 수 없는 영적 유산을 간직하게 된다. 그것이 바로 바울이 로마서 8장 전 구절에 걸쳐 호흡을 담아 전하려 했던 복음의 핵심이며, 장재형목사가 설교와 강의, 저술 등에서 끊임없이 외치는 신앙의 정수다.

결국 로마서 8장은 ‘복음의 하이라이트’로서 성령 안에 있는 그리스도인의 삶이 무엇인지를 가르쳐 주고, 동시에 그 삶이 결코 흔들리지 않는 하나님의 사랑 위에 세워져 있음을 확인시켜 준다. 죄의 짐을 벗고 자유롭게 걷는 성도들이, 혹여나 넘어질까 두려워할 때 바울의 음성이 들린다. “누가 우리를 그리스도의 사랑에서 끊으리요?” 그리고 이 말씀을 연구한 장재형목사는 확신에 차서 대답한다. “아무것도 끊을 수 없다. 모든 것은 하나님의 영원한 사랑 안에 있다.”

이것이 로마서 8장의 결론이자, 장재형목사가 강조하는 복음의 정수다. 두렵고 혼란스러운 시대일수록, 우리는 이 말씀을 다시 깊이 묵상해야 한다. 그리고 성령 안에서 참된 자유와 기쁨을 누리며, 어떠한 상황도 우리를 흔들어 놓을 수 없다는 견인과 영원한 사랑 위에 굳게 서야 한다. 이 복음의 능력이 오늘도 수많은 교회와 성도들의 삶을 변화시키고 있으며, 장차 그리스도께서 재림하실 때까지 결코 사라지지 않을 진리의 빛으로 세상 속에서 빛나게 될 것이다.

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Le Notre Père – Pasteur Zhang Dawei


1. Le Dieu d’amour et le postulat de la sainteté

Le pasteur Zhang Dawei met l’accent sur le message essentiel selon lequel « Dieu est amour » (1 Jean 4, 8). Cette vérité, clairement énoncée dans l’Écriture, ne saurait se réduire à un sentiment superficiel, car c’est un « fondement » que les croyants doivent impérativement expérimenter dans leur foi. Pour comprendre cet amour, il faut reconnaître au préalable un postulat central présenté dans la Bible : la relation entre l’être humain et la sainteté de Dieu.

En effet, lorsque le pasteur Zhang Dawei parle d’un Dieu d’amour, il souligne que cet amour comporte nécessairement comme prémisse la sainteté. Beaucoup sont sensibles au fait que « Dieu est amour », mais négligent parfois le message « Dieu est saint ». Or, avant de parler d’amour, il faut comprendre que cet amour repose sur la sainteté. Ne pas voir en Dieu qu’un être « facile à aimer », mais plutôt le Dieu tout-puissant qui se tient « à part » de toute chose, différent de tout. Dans l’Ancien Testament, quand Moïse rencontre Dieu dans le buisson ardent au désert de Madian, Dieu lui dit : « Ôte tes sandales de tes pieds » (Exode 3, 5). Ce récit symbolise qu’avant de se tenir devant Dieu, il faut quitter le « vieil homme », se dépouiller de ce qui est profane, et se présenter à un Dieu saint. Cet épisode du buisson ardent est le seul événement de l’Ancien Testament où Dieu se manifeste sous une forme visible et directe. Généralement, les personnages de l’Ancien Testament rencontraient « l’ange de l’Éternel » et non la présence substantielle de Dieu lui-même. Mais Moïse, avant même la venue de Jésus, a fait l’expérience la plus tangible de cette « image de Dieu ». De là, il apprend la première leçon : « Dieu est saint ».

Qu’est-ce que la sainteté ? Le mot « saint » signifie « totalement à part ». Les pensées et les voies de Dieu sont différentes des nôtres (Isaïe 55, 8). Autrement dit, Dieu est au-dessus de toute chose, souverain et créateur, sans être lié par aucune limite. Il est non seulement Celui qui a créé toutes choses, mais aussi Celui qui les maintient en existence. C’est pourquoi nous devons lui rendre un culte, l’adorer et le louer. L’adoration humaine n’est pas une exigence oppressante de Dieu du type : « Je vous ai créés, alors obéissez-moi ! » ; elle résulte plutôt de la relation évidente entre le Créateur et la créature. Le pasteur Zhang Dawei commente : « Si nous ne glorifions pas Dieu et ne lui rendons pas grâce, nous suivrons inévitablement l’exemple des pécheurs décrits au chapitre 1 de l’Épître aux Romains. » Dans ce chapitre, on voit des hommes qui, tout en connaissant Dieu, ne le servent pas et se livrent à l’idolâtrie et aux convoitises de la chair, manifestant ainsi leur corruption. Leur fin est la perdition éternelle, l’enfer. Paul l’affirme : « Ils sont donc inexcusables » (Romains 1, 20), car Dieu a laissé partout dans le monde des signes évidents de son existence. La nature, la conscience humaine et surtout l’Écriture révèlent l’existence de Dieu et l’obligation de l’adorer. Le rejeter et s’en détourner conduit inévitablement au jugement.

Dès lors, comment concilier l’idée d’un « Dieu d’amour » avec celle d’un « Dieu saint » ? Dire que Dieu est amour et saint ne contient aucune contradiction. Dieu est le Dieu tout-puissant (almighty God), et en même temps, il peut sembler parfois comme un « Dieu impuissant (powerless God) » qui nous attend patiemment. Autrement dit, lorsque Dieu intervient dans l’histoire en tant que « Dieu d’amour », il ne contraint pas l’être humain par la force ; il l’invite à répondre librement à son appel. Ainsi, Dieu, tout-puissant et juge suprême, est également ce Dieu d’amour qui attend patiemment et tolère longtemps les hommes.

Le pasteur Zhang Dawei répète avec insistance que « la sainteté et l’amour sont inséparables, et qu’il faut d’abord comprendre l’exigence de la sainteté si l’on veut saisir correctement l’amour ». Autrement dit, un amour sans sainteté risque de conduire au laxisme et à la déchéance, tandis qu’une sainteté sans amour peut mener à un ascétisme légaliste ou à un formalisme froid. Dans la Bible, Dieu est tout entier sainteté et tout entier amour. Ces attributs divins se sont manifestés de façon concrète en la personne de Jésus-Christ. Dans le Nouveau Testament, la venue de Jésus, « image du Dieu invisible » (Colossiens 1, 15), révèle de manière décisive l’amour de Dieu, cet amour que l’humanité aspirait tant à connaître. Jésus est le « Fils unique du Père » et partage la même nature que Lui. Dans la perspective de la Trinité, il est de même essence que Dieu le Père. C’est pourquoi Jésus dit en Jean 14, 9 : « Celui qui m’a vu a vu le Père. » Pour les croyants du Nouveau Testament, connaître Dieu grâce à Jésus est un privilège inouï.

« Notre Père qui es aux cieux, que ton nom soit sanctifié… » (Matthieu 6, 9-10) – le début du Notre Père proclame ainsi cette vérité stupéfiante : le Dieu trois fois saint est en même temps « notre Père ». C’est la rencontre du Dieu élevé, transcendant (Transcendence), et de la proximité affectueuse de Dieu (Immanence). Dieu est au-dessus de tout, mais il nous adopte comme ses enfants et se fait Père pour nous. Pouvoir l’appeler « Père » ne nous est possible qu’en Jésus-Christ et grâce à la présence du Saint-Esprit en nous. C’est ce qui nous permet de dire avec hardiesse : « Abba ! Père ! » (Romains 8, 15). Partant de là, le pasteur Zhang Dawei exhorte les croyants à mener une vie de plus en plus consacrée devant Dieu, ancrée dans la conscience que « le Dieu d’amour est aussi le Dieu saint ». Au sein du monde, nous sommes appelés à manifester une pensée, un comportement, des paroles et une attitude « saints » afin que la gloire de Dieu soit reflétée. Et lorsque cet « état de sainteté » devient solide en nous, nous pouvons vivre la joie d’une authentique relation d’amour avec Dieu. En somme, pour adorer pleinement Dieu, source de tout amour, il nous faut d’abord reconnaître sa sainteté et l’honorer avec crainte et respect.


2. Une relation d’amour « face à face » avec Dieu

En parcourant le chapitre 13 de la Première Épître aux Corinthiens, souvent appelé « l’hymne à l’amour », le pasteur Zhang Dawei relève que l’accomplissement ultime de l’amour est condensé dans ce verset : « Nous verrons alors face à face » (1 Corinthiens 13, 12). L’apôtre Paul y annonce qu’un jour viendra où nous connaîtrons Dieu pleinement, entrant dans une communion directe avec Lui. Aujourd’hui, nous ne voyons que partiellement et de manière obscure, mais « en ce temps-là », nous verrons clairement et nous saurons parfaitement. Et au cœur de cette connaissance, il y a l’amour. Aimer Dieu et aimer son prochain nous conduit, ultimement, à cette « communion profonde de la foi » où nous contemplerons Dieu « face à face ».

Le pasteur Zhang Dawei souligne que « notre objectif spirituel, c’est de parvenir à une intimité avec Dieu si grande que nous le voyions face à face ». Lorsque nous affirmons « connaître Dieu », il ne s’agit pas d’une connaissance purement intellectuelle, mais d’une rencontre relationnelle, d’une personne à une Personne. C’est ce que Jésus a prié en Jean 17 dans sa prière sacerdotale : que nous soyons un avec Dieu, comme Lui l’est avec le Père. Jésus jouissait de l’amour parfait dans le sein du Père, et c’est cet amour qui l’a soutenu jusqu’au supplice de la croix. Il souhaite désormais que cet amour remplisse aussi nos cœurs. C’est pourquoi Il déclare : « Aimez-vous les uns les autres, comme je vous ai aimés » (Jean 13, 34). Ceux qui goûtent l’amour de Dieu sont appelés à le transmettre et à le mettre en pratique envers leur prochain.

Cette expression – être « face à face » avec Dieu – implique donc une vie dans la présence effective de Dieu. De même que Dieu se montrait dans l’Ancien Testament sous forme d’une colonne de nuée ou de feu, et qu’il se rendait présent au milieu de son peuple par la tente de la Rencontre et le Temple, le Nouveau Testament proclame que Jésus est venu comme le Temple vivant, puis, après son ascension, qu’il a envoyé l’Esprit Saint pour demeurer en nous. Dans la Première Épître aux Corinthiens (3, 16), on lit : « Ne savez-vous pas que vous êtes le temple de Dieu, et que l’Esprit de Dieu habite en vous ? » Loin de se limiter à l’enceinte d’un édifice religieux, la présence de Dieu signifie une réalité dynamique et existentielle : « Le Saint-Esprit habite en vous. » Ainsi, dans la vie de tous les jours, le croyant peut contempler Dieu « face à face ». Lorsque nous prions, nous lui adressons la parole ; quand nous méditons l’Écriture, nous écoutons sa voix. Ce dialogue ininterrompu, jour après jour, constitue la véritable essence de la foi et la rencontre personnelle avec Dieu.

À ce propos, le pasteur Zhang Dawei insiste sur l’importance de l’examen de conscience. Il nous invite à nous demander : « Suis-je vraiment en train de parler à Dieu face à face ? Ou bien est-ce que je prie et je célèbre le culte par pure obligation ou par habitude religieuse ? » En effet, l’amour ne peut pas s’imposer de force ; il naît d’un partage authentique. Lorsque nous confessons « J’aime Dieu et Il m’aime », ce doit être l’expression d’une relation vivante. En commençant la journée, en marchant, en prenant nos repas ou avant de dormir, nous avons le privilège de pouvoir ouvrir notre cœur à Dieu à tout moment. Certes, il existe d’autres religions ou méthodes de méditation, mais souvent, il n’y a pas de destinataire de prière clairement défini. Leurs pratiques d’« oraison » ou de « contemplation » peuvent être centrées sur l’introspection ou la perception d’une énergie cosmique. À l’inverse, la prière chrétienne consiste à s’adresser à un Dieu personnel : « le Père tout-puissant et aimant ». C’est ce qui confère à la foi chrétienne son caractère unique.

« Notre Père qui es aux cieux » – cette première invocation du Notre Père déclare clairement qu’il existe un destinataire explicite de la prière. Même s’il est invisible, Il est vivant, Il gouverne l’univers et l’histoire, tout en étant assez proche pour que nous l’appelions « Père ». Il écoute nos supplications les plus humbles, nos désirs et nos inquiétudes les plus infimes. De même qu’un parent ne peut négliger la parole de son enfant, Dieu ne méprise jamais nos prières. C’est pourquoi la prière dans la foi chrétienne devient une source de consolation et un chemin de puissance sans équivalent. Le pasteur Zhang Dawei cite souvent la phrase : « Pourquoi t’inquiéter alors que tu peux prier ? », soulignant que la prière est l’acte le plus manifeste de la confiance en la toute-puissance de Dieu. Et l’on voit dans la Bible que Dieu n’a jamais laissé aucune prière sans réponse. Il entend les cris de ses enfants, et répond en son temps et de la manière la plus salutaire. Certains exaucements sont immédiats, d’autres se manifestent après de longues années, mais ils ne sont jamais vains.

Ainsi, dans notre relation avec le Dieu d’amour, la « sainteté » et l’« intimité face à face » doivent être indissociables. Si nous perdons de vue la sainteté, nous pourrions nous comporter vis-à-vis de Dieu comme s’il était un être « à notre service », sans aucune crainte révérencielle. À l’inverse, si nous ne sommes pas dans l’intimité de Dieu, nous risquons de ne voir en Lui qu’un « juge redoutable » dont il faudrait fuir la présence. Le pasteur Zhang Dawei invite donc à rejeter ces deux extrêmes en proposant une vision équilibrée du « Père saint et Père d’amour ». Voilà le cœur du chapitre 13 de la Première Épître aux Corinthiens, ainsi que l’essence de la parole de 1 Jean 4, où il est écrit : « Ce n’est pas nous qui avons aimé Dieu, mais c’est lui qui nous a aimés le premier. » Nous pouvons répondre à son amour parce qu’Il nous a touchés le premier.


3. L’essentiel du Notre Père – la sainteté de Dieu et le règne de Dieu

Le Notre Père se trouve dans Matthieu 6, 9-13, et dans Luc 11, 2-4. C’est Jésus lui-même qui l’enseigne à ses disciples ; on le considère donc comme la « prière originelle » la plus importante de l’histoire du christianisme. Le pasteur Zhang Dawei, dans son premier sermon de l’année, exhorte à méditer « en profondeur » le Notre Père, qui sera récité maintes et maintes fois au cours de l’année. Il met plus particulièrement l’accent sur les trois premières demandes – « Que ton nom soit sanctifié, que ton règne vienne, que ta volonté soit faite sur la terre comme au ciel » – comme la synthèse du but et de la direction de la vie du croyant.

La première demande, « Que ton nom soit sanctifié », traduit la vénération et le respect que nous devons à Dieu. Tout en l’appelant « notre Père qui es aux cieux », il ne faut pas oublier que Dieu n’est pas un père à la manière du monde. Son nom est Yahvé, Élohim, Adonaï. Nous utilisons souvent le terme « Dieu » (God), mais cela peut être trop général et ne pas refléter tout le caractère particulier du « Créateur et Souverain » qu’est Dieu. Jésus nous apprend donc à prier pour que ce nom soit sanctifié. En effet, le nom, dans la Bible, désigne la personne même et son honneur. Si dans notre vie quotidienne nous prenons à la légère le commandement « Tu ne prendras pas le nom de l’Éternel, ton Dieu, en vain » (Exode 20, 7) en blasphémant ou en tournant Dieu en dérision, c’est comme si nous abaissions Dieu au rang d’idole, ce qui constitue un grave péché. À l’inverse, sanctifier le nom de Dieu, c’est reconnaître avec la plus haute estime sa personne et son autorité. Cette révérence se manifeste dans l’adoration et la louange, mais aussi dans l’obéissance et l’action de grâce de notre vie quotidienne. Le pasteur Zhang Dawei ajoute qu’« une vie qui n’est pas sainte profanera le nom de Dieu ». Quand des chrétiens se querellent, se divisent ou commettent des exactions hors de l’église, le monde extérieur se moque alors non seulement d’eux, mais également du « nom de Dieu ». Ainsi, sanctifier le nom de Dieu implique aussi la responsabilité de mener une vie sainte, afin que ce nom ne soit pas déshonoré à travers nous.

La deuxième demande, « Que ton règne vienne », constitue le thème central du Notre Père. Le cœur de toute la mission de Jésus pendant son ministère public est le « règne de Dieu » ou le « royaume des cieux ». Jésus déclare : « Repentez-vous, car le royaume des cieux est proche » (Matthieu 4, 17), et enseigne, à travers plusieurs paraboles, comment ce royaume s’établit. Dans le Notre Père, il nous invite clairement à prier pour que ce règne advienne, afin que nos prières et toute notre vie soient dirigées vers ce « royaume de Dieu ». Car le règne de Dieu n’est pas seulement une réalité céleste à laquelle on accéderait après la mort. Il s’agit déjà d’une « souveraineté » qui s’exerce dès à présent, le règne d’un Roi qui gouverne dès ici-bas. C’est en ce sens que Jésus a donné à ses disciples un nouvel horizon d’espérance. « Le royaume de Dieu ne vient pas de manière à frapper les regards… car le royaume de Dieu est au milieu de vous » (Luc 17, 20-21). Le règne de Dieu est déjà à l’œuvre en nos cœurs par l’Esprit Saint, mais il atteindra aussi son accomplissement ultime au moment où « le royaume du monde est remis à notre Seigneur et à son Christ » (Apocalypse 11, 15). Le pasteur Zhang Dawei insiste sur la nécessité de garder ces deux dimensions ensemble : vivre dès maintenant comme des sujets de ce Royaume – par notre conversion personnelle et notre sanctification – et anticiper le « retour du Seigneur » lorsque ce Royaume sera pleinement établi.

La troisième demande, « Que ta volonté soit faite sur la terre comme au ciel », exprime la supplication pour que la volonté bienveillante de Dieu s’accomplisse concrètement ici-bas. Au ciel, la volonté divine est déjà pleinement réalisée : les anges obéissent et il n’y a ni péché, ni injustice. En disant : « que ta volonté soit faite… », nous confessons donc notre désir ardent de voir cette justice et cet amour se déployer dans notre monde. On pense au cri prophétique d’Amos 5, 24 : « Mais que le droit jaillisse comme de l’eau, et la justice comme un torrent qui ne tarit pas ! » Notre réalité terrestre est souvent marquée par l’injustice, le mensonge et la souffrance dans tous les domaines – politique, social, personnel – et ces dérèglements s’opposent aux principes du règne de Dieu. Pourtant, le croyant doit prier pour que la volonté divine s’accomplisse et s’efforcer de la mettre en pratique. Jésus dit : « Cherchez d’abord le royaume et la justice de Dieu » (Matthieu 6, 33). Cette « justice » correspond à la volonté de Dieu et constitue la valeur que nous devons poursuivre.

Pour le pasteur Zhang Dawei, il ne s’agit pas seulement de compréhension théologique, mais de directives de vie concrètes. Chaque fois que nous récitons le Notre Père, nous devrions nous demander : « Est-ce que je sanctifie réellement le nom de Dieu aujourd’hui ? Est-ce que je vis pour son Royaume ? Est-ce que je m’engage à faire triompher sa volonté sur terre ? » Si nous nous contentons de le réciter machinalement au culte du dimanche, nous risquons de passer à côté de son sens. Mais si nous le méditons et l’appliquons chaque jour, nous pouvons, par la prière et l’action, rendre réelle la sainteté de Dieu et l’avènement de son Royaume. De ce fait, le Notre Père n’est pas une simple leçon de catéchisme à savoir par cœur ; il est le phare qui éclaire le chemin de notre foi.

Le pasteur Zhang Dawei, en citant Romains 8, 26, rappelle que « nous ne savons pas prier comme il faut, mais l’Esprit vient au secours de notre faiblesse ». La prière peut nous sembler difficile, parfois, dans nos limites humaines. Or, nous avons un guide sûr : le Notre Père, que le Seigneur nous a Lui-même enseigné. Nous pouvons donc le méditer, le ruminer sans cesse. À travers ce modèle de prière, nous découvrons à quel point Dieu est saint et élevé, mais également combien Il s’approche de nous avec amour. Nous réalisons aussi le projet qu’Il nourrit pour cette terre, et nous apprenons comment discerner et suivre sa volonté. Ainsi, le Notre Père nous oriente vers Dieu, nous libérant de la cupidité, de l’inquiétude, du péché et de l’injustice qui règnent dans ce monde. C’est un outil puissant mis à notre disposition pour vivre notre foi de manière authentique.

Au fond, « vivre pour sanctifier le nom du Père, se consacrer à l’avènement de son Royaume et œuvrer à l’accomplissement de sa volonté sur terre » résume la raison d’être de notre existence. Le pasteur Zhang Dawei signale que, lorsque ce but devient flou, l’homme s’égare, se laisse envahir par le vide et succombe facilement à la tentation. Mais s’il retrouve cette finalité, son regard sur l’argent, la gloire, le plaisir ou même ses relations change en profondeur : toutes ces réalités sont envisagées comme des « dons de Dieu » pour servir son Royaume, et nous ne tombons plus dans l’esclavage que provoque la dépendance à leur égard. Une telle transformation de la vision du monde nous conduit à la joie et au repos intérieurs. Cette paix naît de la certitude que « j’existe sous le dessein du Père céleste, que je vis pour l’avancement de son Règne, et que je rentrerai finalement auprès de Lui ».

En définitive, la prédication du pasteur Zhang Dawei sur le Notre Père, lors du premier culte de la nouvelle année, répond à la question fondamentale : « Pourquoi vivons-nous ? » Nous vivons pour glorifier Dieu et pour lui rendre grâce. Nous vivons aussi pour espérer et anticiper son Règne, afin que ce qui est déjà accompli au ciel devienne réalité sur la terre. Si nous menons ainsi notre vie, alors la vérité que « Jésus nous ouvre le ciel et que sans lui nous sommes condamnés » ne repose pas uniquement sur la crainte, mais devient un Évangile de vie. Reconnaître le jugement éternel après la mort, et le salut offert par grâce en Jésus-Christ, voilà le cœur de la bonne nouvelle. Dès lors, nous pouvons affirmer avec assurance : « Pourquoi craindre si nous pouvons prier ? » et, jour après jour, nous avancer dans la prière pour contempler Dieu « face à face », approfondir notre communion avec ce Dieu de sainteté et d’amour.

Si, au seuil de la nouvelle année, les croyants se concentrent sur l’essence même du Notre Père, alors non seulement chacun y trouvera la satisfaction de son âme, mais l’unité véritable régnera aussi au sein de l’Église. Dans le monde, le nom de Dieu sera élevé, et son Règne s’étendra concrètement. Nous pourrons ainsi proclamer aux yeux de tous que « Dieu est amour ». Pour le pasteur Zhang Dawei, telle est la voie que doivent suivre ceux qui ont fait l’expérience de la sainteté et de l’amour de Dieu. C’est précisément le moment propice, en ce début d’année, pour vérifier si notre prière reflète les principes fondamentaux du Notre Père et pour clamer de tout notre cœur : « Notre Père qui es aux cieux ! Que ton nom soit sanctifié ! Que ton règne vienne ! Que ta volonté soit faite sur la terre comme au ciel ! » Alors, nous ferons l’expérience abondante de la puissance et de la réponse divines promises par le Seigneur. Voilà l’histoire vivante de la foi chrétienne en action.

主の祈り – 張ダビデ牧師


1. 愛なる神と「聖」の前提

張ダビデ牧師は「神は愛である(God is love)」という本質的メッセージを強調する。これはヨハネの手紙第一4章8節に記された「神は愛なり」という聖句によって明確に示されている。聖書が語る神の愛、そして人間がその愛をいかに理解すべきかという問題は非常に深く幅広いテーマである。「神が愛である」という真理は、単なる感傷的なレベルではなく、信仰者が必ず体得すべき「本質」に当たるものだ。その愛を理解するために、まず聖書が提示する核心的前提がある。その第一が「私たちと聖なる神との関係」を知ることである。

張ダビデ牧師は「愛の神」を語ると同時に、その愛には必然的に「聖(きよいこと)」という前提があることを強調する。人々は「神は愛である」という御言葉に惹かれやすい一方で、「神は聖なるお方である」というメッセージは見逃しがちである。愛を語る以前にまず押さえるべきは、この愛が聖の上に基礎を置いているという事実だ。神をただ「愛しやすい存在」としてだけ捉えるのでは不十分である。神は全能者であり、同時に私たちとはまったく異なる「聖なるお方」なのだ。旧約聖書において、モーセがミディアンの荒野で燃える柴の中の炎として現れた神と出会ったとき、神が「あなたの足から靴を脱げ」(出エジプト記3章5節)と命じた場面は、そのことを象徴的に示している。神と出会うためには、まず自分の「古いもの」を脱ぎ捨て、聖なる神の前に区別された姿勢で立つ必要があるのだ。燃える柴のエピソードは、旧約時代に神が具体的に姿を表された唯一無二の出来事である。一般的に旧約聖書の登場人物が出会ったのは「神の使い」であって、神の実体的顕現ではなかった。しかしモーセはイエスが来られる前に、神の「かたち」のような現れを最もはっきりと体験した。そしてそこで第一の命題を学ぶ。それは「神は聖なるお方である」ということだ。

では、「聖」とは何を意味するのか。「聖」とは「完全に異なる」という意味である。神の思いと道は、人間の思いと道とは異なる(イザヤ書55章8節)。言い換えれば、神はこの世界で最も高い方であり、何にも縛られない超越者であり、創造主である。また神は万物を創造されたのみならず、それらを保っておられるお方でもある。だからこそ私たちは神に礼拝と賛美を捧げるべきなのだ。人が神を礼拝し賛美することは、神が私たちに「わたしがおまえたちを造ったのだから従え」と強圧的に命じるということではなく、「創造主と被造物」というはっきりとした関係の中で当然なされるべき礼拝行為である。張ダビデ牧師はこれについて「神をあがめず感謝もないなら、ローマ人への手紙1章に記されている罪人たちの辿った轍を踏むことになる」と説明する。ローマ人への手紙1章は、神を知りながら神を崇めず、かえって偶像礼拝や肉の欲に溺れる人間の堕落を描く。その結果は永遠の刑罰、すなわち地獄である。パウロはこれを「彼らには弁解の余地がない」(ローマ1章20節)と言う。なぜなら、神はこの世界に対する明白な証を残しておられるからだ。自然界や人間の良心はもちろん、聖書を通しても神の存在と神を礼拝すべき明確な必然性を悟ることができるのに、それを無視して背を向けるならば裁かれて当然だという論理である。

では、「愛の神」という表現は「聖なる神」とどのように両立するのか。神が愛であり、同時に聖なるお方であることに矛盾はまったくない。神は全能の神(almighty God)であると同時に、時に「まるで無力な神(powerless God)」のようにも見えるほど私たちを待っておられる方でもある。神が「愛の神」として歴史に関わられるとき、人間に強権的に何かを押しつけるのではなく、人格的な招きを通して、人間自らの選択を許されるからだ。そこにおいて「全能の神」でありながら「無力に見える神」という両極的な表現が成り立つ。全能の審判者である神が、同時に人間を待ち忍耐してくださる愛の神なのである。

張ダビデ牧師は「聖と愛は決して切り離されるものではなく、愛を正しく理解するにはまず聖なる前提を理解する必要がある」と繰り返し語る。つまり、聖なることが伴わない愛は放縦や退廃に陥りやすく、愛のない聖は律法主義的な禁欲や形式主義に流れやすい。しかし聖書の語る神は「聖そのもの」であり「愛そのもの」である。このような神の属性は、唯一イエス・キリストを通して私たちに具体的に現れた。新約時代に入り、イエスが「神のかたち」(コロサイ1章15節)をもって地上に来られたことで、人間がそれほど知りたかった神の「愛」が決定的に啓示されたのだ。イエスは「神である父の独り子」であり、「同一の本質」を持つ方である。三位一体の教理の中で、イエスは父なる神と本質的に同じお方だ。だからこそヨハネによる福音書14章9節でイエスは「わたしを見た者は父を見たのです」と語られた。このイエスを通して神を知ることが、新約の信徒たちの特権となる。

「天におられるわたしたちの父よ。御名があがめられますように…」(マタイ6章9~10節)と始まる主の祈りの冒頭は、この聖なる神が同時に「わたしたちの父」となってくださるという驚くべき真理を宣言している。ここには神の高い威厳(Transcendence)と親密さ(Immanence)が交差している。神は超越しておられるが、同時に私たちを子として迎え、父として近づいてくださるのである。聖なる神を「父」と呼べることは、イエス・キリストにあってのみ可能なことだし、聖霊が内住してくださるゆえに私たちは恐れずに「アッバ、父よ」(ローマ8章15節)と呼ぶ特権を持つのだ。だからこそ張ダビデ牧師は「愛の神は、すなわち聖なる神」であるという前提に立脚し、信徒たちがますます神の前に「区別された人生」を歩むように促す。世にあって聖なる思い、聖なる行動、聖なる言葉と態度を保ち、神の栄光を表わすべきだというのである。そしてこの「聖なる姿勢」がしっかり築かれるとき、神との「愛の関係」を完全に結ぶ喜びを経験できる。要するに、愛の源である神を心から礼拝し仕えるためには、まずその聖なる性質を認め、恐れ敬う心を抱くべきなのである。


2. 神と顔と顔を合わせる愛の

張ダビデ牧師は、第一コリント13章を「愛の章」と呼び、その愛の究極的な姿は「そのときには顔と顔を合わせて見ることになる」(第一コリント13章12節)という一節に凝縮されていると語る。使徒パウロはこの御言葉を通して、やがて私たちが神を完全に知り、直接的な交わりに入る日が来ると宣言する。今は部分的にしか知らず、かすかに見ているに過ぎないが、「そのとき」にはすべてを完全に知るようになる。そして、そこにおける「知ること」の本質は愛である。人が神を愛し、隣人を愛するということは、最終的には「神と顔を合わせる信仰の深い交わり」へと至るプロセスであり、究極の目的なのだ。

張ダビデ牧師は「顔と顔を合わせるほど親密な関係になることが信仰の志向点だ」と語る。私たちがよく「神を知る」というとき、それは知識的次元の理解というよりも、人格と人格が触れ合う関係的な知を必要とする。これはヨハネによる福音書17章に記されたイエスの大祭司的祈りの中で、「父なる神と一つであるように、私たちも神のうちで一つとしてください」と祈られた部分ともつながる。イエスは父なる神のふところの中で完全な愛を享受され、その愛によって十字架という極度の苦難に耐えられた。そしてその愛が私たちのうちにも流れ込むことを望まれている。だからこそ「わたしがあなたがたを愛したように、あなたがたも互いに愛し合いなさい」(ヨハネ13章34節)という新しい戒めをお与えになったわけである。言い換えれば、神の愛を味わった者たちが、その愛を隣人にも伝え、実践するように召されているのだ。

しかし、この「神と顔を合わせる関係」という表現は、神の臨在を実際に体験する生き方を意味する。旧約において、神は雲の柱と火の柱として現れ、幕屋と神殿を通して臨在されたが、新約においてはイエスご自身が神殿として来られ、さらに昇天後に送られた聖霊によって私たちの内に住まわれる。第一コリント3章16節は「あなたがたは自分が神の神殿であり、神の霊が自分たちのうちに住んでおられることを知らないのですか」と問いかける。神の臨在とは、教会の建物の中だけで感じる制度的な宗教行為ではなく、「聖霊があなたがたの内に住んでおられる」という非常にダイナミックで実存的な事実なのである。だからこそ信徒は日常の中でも「顔と顔を合わせるように」神を見つめることができる。祈るときには神に語りかけ、御言葉を読むときには神の声を聞く。そうやって日々の生活の中で交わりを続けることが、まさに「人格的な出会い」であり、これこそが信仰の本質となる。

張ダビデ牧師は、ここで重要なのは自分自身を振り返る省察だと説く。「自分は本当に神と顔を合わせて対話する人だろうか。それとも宗教的な形式に閉じ込められ、義務感だけで祈りや礼拝をしているのではないか」という問いを投げかけねばならない、というわけだ。なぜなら愛は強制されて実るものではないからだ。愛は真実な交感があるときにのみ成り立つ。私たちが「神を愛し、また神がわたしを愛している」と告白するとき、その告白は生き生きとした関係の中から生まれるものでなければならない。朝を迎えるとき、道を歩むとき、食事をするとき、そして眠りにつく前に、いつでも神に心を開いて祈り、対話できるのは、キリスト教信仰の特権なのである。世には他にも宗教や瞑想法があるが、そこには明確な祈りの対象が存在しないことも多い。彼らの言う「観想」や「黙想」は自分自身を見つめ直したり、宇宙的エネルギーを感じたりすることが中心であって、キリスト教の祈りは「全能の方」であり「愛の父」であるお方に語りかける人格的な交わりだ。この点でキリスト教信仰は実に独特である。

「天におられるわたしたちの父よ」という主の祈りの最初の言葉は、祈りにこそはっきりした対象があると宣言する。目には見えないが生きておられ、この宇宙と歴史を司りながらも、同時に「父」と呼べるほど近くおられる方こそ、その対象である。だから小さな祈りにも応えてくださり、私たちの些細な願いや心配事にも耳を傾けてくださるのだ。親が子どもの言うことを軽んじないように、神も私たちの言葉を決してないがしろにされない。この点において、キリスト教の祈りは他と比べようのない慰めと力の通路となる。張ダビデ牧師は「祈ることができるのに、なぜ心配するのか」というフレーズをしばしば例に挙げつつ、「祈りこそ、神の全能を信頼する最も明白な行動だ」と力説する。実際、聖書に登場する人物たちの生涯を振り返ると、神は人々の祈りを一つも聞き漏らすことなく、ただ最善の時と方法で応えておられる。ある応えはすぐに表れ、ある応えは長い歳月を経てやっと明らかになることもあるが、決して無駄になることはない。

したがって、愛なる神との関係において「聖」と「顔を合わせる親密さ」は相互に結びついている。もし聖を失い、神をただ「手軽な存在」として扱うならば、真の畏敬の念のない祈りになってしまう。また、神と親密でなければ、神を「恐ろしい裁き主」としか思えず、遠くに逃げてしまうことになるだろう。張ダビデ牧師はこの二つの極端を戒め、「聖なる父、愛の父」というバランスのとれた神理解を提示する。そしてこれこそが第一コリント13章に示される愛のエッセンスであり、ヨハネの手紙第一4章に書かれている「私たちが神を愛したのではなく、神が先に私たちを愛された」という言葉が含む恵みでもある。神の愛が先に与えられたからこそ、私たちはその愛に応答することができるのだ。


3. 主の祈りの核心――神の聖と神の

主の祈りはマタイ6章9~13節、およびルカ11章2~4節に記されている。これはイエスが直接弟子たちに教えられたものであり、キリスト教史において最も重要な「原型的な祈り」と考えられている。特に張ダビデ牧師は、新年最初の主日礼拝において「今年一年、何度も繰り返す主の祈りを、本当に深く黙想すべきだ」と強調し、祈りの冒頭に出てくる三つの願い――「御名があがめられますように。御国が来ますように。御心が天で行われるように地でも行われますように」――が、信徒の人生の目的と方向を集約していると説く。

第一の願いである「御名があがめられますように」は、私たちが神をどれほど畏れ敬っているかを示す祈りである。「天におられるわたしたちの父」と呼びかけながらも、その方は決して世俗的な意味の「父」と同一視できない。神の御名はヤハウェであり、エロヒムであり、アドナイである。私たちは普段「神(God)」という非常に一般的な呼称を用いるが、それは本質的には「創造主であり主権者」である神の固有性を十分に含み切れていないことも多い。そこでイエスは弟子たちに「その御名を聖なるものとしてあがめよ」という祈りを教えられた。御名はすなわち、その人格と栄誉を代表するものだからだ。もし私たちが日常の中で「神の名をみだりに唱えてはならない」(出エジプト記20章7節)という戒めを犯し、神を冒瀆したり嘲笑する言葉を軽々しく口にするなら、それは神を偶像レベルに貶める重大な罪となる。それに対して神の御名をあがめるとは、神の人格と権威を心から尊び崇めることを意味する。その尊敬と畏敬が、礼拝と賛美という形で表現され、また生活の中での従順と感謝につながっていく。張ダビデ牧師はここに付け加え、「私たち自身が聖なる生き方をしなければ、最終的には神の御名が汚されることになる」と語る。イエスを信じる者たちが教会の外で争い分裂し、不正を働けば、世の人々はその姿を見て「神の名」までも嘲笑うからだ。ゆえに「神の御名をあがめる」ということは、私たちの生き方を通してその御名が現されるようにする「聖なる責任」でもある。

第二の願いである「御国が来ますように」は、主の祈りの中心思想である。イエスの公生涯全体を貫くキーワードは「神の国」または「天の御国」であった。イエスは「悔い改めよ。天の御国が近づいた」(マタイ4章17節)と宣言し、さまざまな場所でたとえを用いてその国がいかに来るのかを教示された。主の祈りでも「御国が来ますように」とはっきり願わせることで、信徒の祈りと生き方の目標が「神の国」に向けられるべきだと自覚させるのである。なぜなら神の国は、ただ死後に行く「来世の天国」だけを意味しないからだ。そこには、すでにこの地上から始まっている「神のご支配」、すなわち「王なる神の統治」が含まれている。これこそイエスが弟子たちに教えてくださった希望である。「神の国は目に見える形で来るものではない。また、ここにある、あそこにあるとも言えない。神の国はあなたがたのただ中にあるのだ」(ルカ17章20~21節)という御言葉のように、神の国は聖霊を通してすでに私たちの心の内に到来している。しかし同時に「この世の国は、わたしたちの主とそのキリストの国となった」(ヨハネの黙示録11章15節)という究極的完成も待っている。張ダビデ牧師は、この二重の意味を決して見失ってはならないという。個々人の救いと生活の清さを通して「すでに来た神の国」を体現しつつ、一方で「主の再臨」とともに完全に実現する「神の王国」を待ち望むのである。

第三の願いである「御心が天で行われるように地でも行われますように」は、この地上に神の善なる御心が具現されるよう祈ることである。天においてはすでに神の御心が完全に行われている。天使たちが従い、罪や不正が一切存在しないところだ。「御心が天で行われるように地でも」という告白は、不完全さや矛盾、罪と苦しみに満ちた現実の中にあっても、神の正義と愛が広がっていくように願う信徒の切なる思いを反映している。アモス書5章24節にある「正義を河川のように、公正を尽きることのない川のように流れさせよ」という預言者の慟哭とも軌を一にする。世は不義や不正に満ち、政治的・社会的・個人的領域でも神の秩序に反することが多々ある。しかし信徒はそのただ中で「神の御心が成るように」と祈り、その御心を実践するために努力しなければならない。イエスは「まず神の国とその義を求めよ」(マタイ6章33節)と語られた。この「義こそ」が神の御心であり、私たちが追い求めるべき価値なのである。

張ダビデ牧師は、これは単に頭で理解する教理ではなく、実際の生活の指針とならなければならないと強調する。主の祈りを唱えるたびに、「わたしは今日も神の御名をあがめているだろうか。神の国を望みながら生きているだろうか。神の御心をこの地に反映する生き方を追求しているだろうか」と自問しなければならないのだ。主日礼拝で一度この祈りを唱えて終わりではなく、日常の中でも繰り返し思い起こすとき、信徒は祈りと行動を通して神の聖と神の国を現実に実らせていくことができる。ゆえに主の祈りの教えは単なる暗唱の課題ではなく、信仰の歩みを照らす灯台の役割を果たす。

張ダビデ牧師は最後に、ローマ8章26節を引き合いに出しながら「私たちはどう祈るべきかを知らないが、聖霊が私たちの弱さを助けてくださる」という事実を思い出すように促す。祈りは人間の限界の中で切実に試されることもあるが、主がはっきり「このように祈りなさい」と教えてくださった主の祈りがあるのだから、それを繰り返し黙想しなさい、というわけだ。私たちはその祈りの教えを通して、神がどれほど高く聖でありながら、同時にどれほど愛をもって私たちに近づいてこられるかを悟る。また神がこの地にどのような国を打ち立てようとしておられるのか、そして私たちがどうその御心を見分け、共に参与すべきかを学ぶのである。こうして主の祈りは信仰者の歩みを神に合わせ、この世の貪欲や不安、罪や不正から解き放つ強力な手立てとなる。

結局、「父なる神の御名をあがめるために生き、その御国が来るように献身し、その御心が地上に広がるように努めること」こそが、私たちの人生の目的だといえる。張ダビデ牧師は、この目的を見失うと人はさまよい、虚しさに陥り、罪の誘惑に陥りやすくなると指摘する。しかし、この目的がはっきりすれば、人生の大小の出来事――財産、名誉、快楽、人間関係――などに対する視点が変わる。それらすべては神から授かった賜物であり、神の国のために用いられる材料となる。もはやそれらが私たちの主人となることもなければ、私たちがそれらの奴隷になる必要もない。このように人生観が変わると、究極的には生きる幸いと安息が訪れる。その安息は「天の父のご計画のもとに自分が存在し、その御国のために生き、最後にはその御もとに帰る」という信仰から生まれる平安である。

まとめると、張ダビデ牧師が語る主の祈りの核心思想は大きく三つに集約される。第一に、神の御名を聖なるものとしてあがめること。私たちは神の威厳と栄光を覚え、その方に礼拝と感謝、従順を捧げるべきである。第二に、神の御国が来るように願うこと。この御国はイエスによってすでに始まっているが、再臨によって完成される未来的な王国でもある。第三に、神の御心がこの地上に成るように祈り行動すること。義に飢え渇く者が結局祝福を受け、その正義と公正が大河のように流れる世界こそが神の国の姿である。キリスト教的世界観は、この地上だけがすべてではなく、「あの世(永遠)」があるという前提で動く一方、地上の現実においても「神の御心」を実現するために尽力する。こうした信仰告白こそ主の祈りに込められている。

最終的に、新年最初の主日礼拝のメッセージで張ダビデ牧師は「私たちは何のために生きるのか?」という根源的な問いに対して、主の祈りを通して答えを示した。私たちは神をあがめ、その方に感謝するために生きる。そしてその御国を仰ぎ見ながら、天ですでに完成された聖なる御心が地上でも行われるように祈り、努力する。そうして生きるとき、「イエスを信じて天国へ、不信なら地獄へ」という単純で直接的な結論は、単に恐怖をあおる論理ではなく、むしろ命の福音として迫ってくる。死の彼方に永遠の裁きがあることを悟り、その裁きから救ってくださる恵みが「イエスのうちにある」と知るならば、これほど明確で確かな救いのメッセージはないのだ。だからこそ信徒は「祈ることができるのに、なぜ心配するのか」という言葉を実感しながら、日々の祈りによって神と顔を合わせ、「聖と愛」に満ちた神と親密に交わるべきだ。

このようにして信徒たちが新年を迎え、主の祈りの基本精神に忠実であろうとするならば、個人の魂の満足のみならず、教会共同体の真の一致が成り立ち、世の中でも神の御名が高められ、その御国が実際に拡張されていくだろう。そしてこの全過程を通して、神が愛であることを万人の前に宣言できるようになる。張ダビデ牧師は、それこそ「神の聖と愛を知る者たちが当然走るべき道」であると語る。主にあって今まさに始まろうとする新しい一年、このときにこそ私たちの祈りが主の祈りの核心を抱いているかを振り返り、心を尽くして「天におられるわたしたちの父よ。御名があがめられますように。御国が来ますように。御心が天で行われるように地でも行われますように」と告白する場所へと進みたい。そうするならば、神の民は主がすでに約束された力と答えを豊かに体験することになるだろう。そこには真のキリスト教信仰が生き生きと躍動する歴史が詰まっているのである。

The Lord’s Prayer – Pastor David Jang


1. The Love of God and the Premise of Holiness

Pastor David Jang emphasizes the essential message, “God is love.” This truth is clearly revealed in 1 John 4:8, which states, “God is love.” The love of God described in the Bible, and how humans ought to understand that love, is a vast and profound subject. The truth that “God is love” is not merely a sentimental concept but an essential reality that believers must internalize through faith. In order to understand this love, we must first acknowledge a key premise presented in Scripture. That premise is our relationship to God’s holiness.

In speaking of the God of love, Pastor David Jang also underscores that this love necessarily presupposes holiness. People are drawn to the phrase “God is love,” but can easily overlook the truth that “God is holy.” Before talking about love, we must first recognize that this love is founded upon holiness. It is not enough to think of God simply as a being who is easy to love; He is the Almighty and utterly distinct from us. The Old Testament scene in which Moses encounters God in the burning bush in the wilderness of Midian, where God says, “Take off your sandals” (Exodus 3:5), symbolizes this reality. In order to meet God, one must first cast off the “old” and stand set apart before the Holy God. The burning bush episode is a uniquely rare event in the Old Testament in which God appeared in a visibly manifested form. Generally, the Old Testament figures encountered “the angels of God,” not the direct, substantive presence of God. But Moses, even before Jesus arrived, experienced the form of God in the clearest way possible. From that encounter, he learned a primary truth: “God is holy.”

What does “holiness” mean? Holiness signifies being “utterly different.” God’s thoughts and ways are different from ours (Isaiah 55:8). In other words, God is the Most High in the universe, the transcendent Creator who is not bound by anything. Moreover, He not only created all things but also preserves them, which is why we owe Him worship and praise. When humans worship and praise God, it is not because He oppressively demands, “I made you, so obey Me.” Rather, it is a rightful act of worship within the clear relationship of “Creator and created beings.” Pastor David Jang explains that “if we fail to glorify God and give Him thanks, we end up following the same path of sin displayed in Romans 1.” Romans 1 shows the fallen condition of humans who, though they know God, do not serve Him, but instead worship idols and live in the lusts of the flesh. The result is eternal punishment, namely hell. Paul states that this is “without excuse” (Romans 1:20), because God has plainly left testimony of Himself in this world. Through nature, human conscience, and of course the Scriptures, we can come to know God’s existence and the necessity of worshiping Him. To ignore and turn away from this is rightly subject to judgment.

So then, how can we reconcile the phrase “God of love” with the holiness of God? There is no contradiction at all in saying that God is both love and holiness. God is the Almighty (the “almighty God”), and at the same time He is a God who waits—appearing, in a sense, like a “powerless God.” When God enters human history as the “God of love,” He does not forcefully compel humanity, but rather allows them to choose through a personal invitation. In that sense, the apparent paradox of being both “Almighty God” and “the God who seems powerless” holds together. He is the almighty Judge, yet also the God who waits and endures in love.

Pastor David Jang repeatedly emphasizes that “holiness and love can never be separated, and to properly understand love, we must first understand the premise of holiness.” Without holiness, love easily leads to indulgence and decadence; without love, holiness easily turns into legalistic asceticism or mere formalism. However, the God described in Scripture is both holiness itself and love itself. These attributes of God have been concretely revealed to us only through Jesus Christ. In the New Testament era, Jesus came to earth as the “image of God” (Colossians 1:15). Through Him, humanity finally received the decisive revelation of the “love of God” we had longed to understand. Jesus is the “Only Begotten Son” of God the Father, sharing the same essence. Within the doctrine of the Trinity, Jesus shares the same substance as God the Father. Therefore, in John 14:9, Jesus says, “Anyone who has seen Me has seen the Father.” For New Testament believers, knowing God through Jesus is a special privilege.

The opening of the Lord’s Prayer—“Our Father in heaven, hallowed be Your name…” (Matthew 6:9–10)—declares the astounding truth that this holy God is also “our Father.” It is here that God’s lofty transcendence and His intimate immanence intersect. While God transcends all, He also adopts us as His children and draws near to us as a Father. Calling the holy God “Father” is possible only through Jesus Christ, and we can boldly say “Abba Father” (Romans 8:15) because the Holy Spirit indwells us. For this reason, Pastor David Jang urges believers to live lives increasingly set apart before God, based on the premise that “the God of love is the God of holiness.” In the world, we must exhibit holy thoughts, holy actions, holy words, and holy attitudes to reveal the glory of God. And when this “place of holiness” becomes firm, we can fully experience the joy of having a “relationship of love” with God. In short, in order to worship and serve the God who is the source of love, we must first perceive His holiness and maintain a reverent heart toward Him.


2. A Relationship of Love That Faces God

Pastor David Jang refers to 1 Corinthians 13 as the “love chapter,” noting that its ultimate portrayal of love is encapsulated in the phrase, “Then we shall see face to face” (1 Corinthians 13:12). Through this statement, the Apostle Paul proclaims that a day will come when we will fully know God and enter into direct fellowship with Him. For now, we know only in part and see but a dim reflection, yet “then” we shall know completely. And the essence of that knowledge is love. The reason humanity is called to love God and to love neighbor is, ultimately, to enter that “deep fellowship of faith where we see God face to face.” This is the final goal.

Pastor David Jang explains that “to become so close that we can see each other face to face is the aim of faith.” When we say “I know God,” we should not mean a mere intellectual knowledge but a relational knowledge, where person meets person. This connects to Jesus’ high priestly prayer in John 17, in which He prays that we might become one in God just as He and the Father are one. Jesus experienced perfect love in the bosom of His Father, and through that love He endured the extreme suffering of the cross. He desires that same love to flow into us. This is why Jesus gave us the new command: “As I have loved you, so you must love one another” (John 13:34). In other words, those who have tasted God’s love are called to pass that love on to their neighbors in practice.

However, the expression “a relationship that faces God” also refers to a life that truly experiences God’s presence. Just as God appeared in a pillar of cloud and fire in the Old Testament and made His presence known through the tabernacle and the temple, so in the New Testament Jesus Himself came as the temple. After His ascension, He sent the Holy Spirit to dwell within us. In 1 Corinthians 3:16, Paul asks, “Do you not know that you are God’s temple and that God’s Spirit dwells in you?” God’s presence is not limited to a church building or institutional religious activities. Rather, it is a dynamic and existential reality: “the Holy Spirit dwells within you.” Hence, even in daily life, believers can meet with God “face to face.” We speak to Him when we pray, and we hear His voice when we read His Word. This daily communication is an “intimate encounter”—the very essence of faith.

Pastor David Jang points out that self-examination is crucial in this regard. We must ask ourselves, “Do I genuinely converse with God face to face? Or am I merely praying and worshiping out of religious formality or a sense of duty?” The reason is that love cannot be forced. True love occurs only when there is sincere communion. When we confess, “I love God, and He loves me,” it must arise from a vibrant relationship. This is the wonderful privilege of the Christian faith: at any moment—starting your day, walking down the road, eating a meal, or before going to bed—you can open your heart, pray, and converse with God. Other religions or forms of meditation may exist, but in them there is no clear object of prayer. Their “contemplation” or “meditation” may involve self-reflection or tapping into some cosmic energy. By contrast, Christian prayer is a personal relationship in which we address an “almighty God” and a “loving Father.” In that sense, the Christian faith is truly unique.

The opening of the Lord’s Prayer—“Our Father in heaven”—declares that prayer has a clear addressee. Although invisible, God is alive, ruling over the universe and history, and yet close enough for us to call Him “Father.” He hears even our small prayers and pays attention to our every worry and desire. Just as parents do not dismiss the words of their children, God does not ignore our words. Thus, Christian prayer becomes an incomparable means of comfort and power. Pastor David Jang often quotes the phrase, “Why worry when you can pray?” and stresses that “prayer is the clearest demonstration that we trust in the almighty God.” Indeed, if we look at the lives of the people in the Bible, God never overlooks a single prayer. Though He sometimes answers quickly and at other times after many years, those prayers are never in vain.

Consequently, in our relationship with the God of love, “holiness” and “facing Him intimately” must converge. If we lose holiness and treat God simply as someone familiar or convenient, we will pray without genuine reverence. Conversely, if we are not intimate with Him, we may see Him only as a terrifying judge and run from Him in fear. Pastor David Jang warns against both extremes, presenting a balanced understanding of God as “the holy Father, the loving Father.” This is the core of the love described in 1 Corinthians 13 and the grace conveyed in 1 John 4, which says, “This is love: not that we loved God, but that He loved us first.” Because His love first came to us, we are able to respond to that love.


3. The Core of the Lord’s Prayer – God’s Holiness and God’s Kingdom

The Lord’s Prayer is recorded in Matthew 6:9–13 and Luke 11:2–4. Jesus Himself taught this prayer to His disciples, and throughout Christian history it has been regarded as the most important “model prayer.” Notably, Pastor David Jang, during a New Year’s Sunday service, stressed that “we will repeat the Lord’s Prayer countless times this year, so we must truly meditate on it.” He explained that the first three petitions at the beginning of the prayer—“hallowed be Your name, Your kingdom come, Your will be done on earth as it is in heaven”—encapsulate the purpose and direction of the believer’s life.

The first petition, “hallowed be Your name,” shows how much we revere God. Although we call Him “Our Father in heaven,” He cannot be equated with an earthly father. God’s name is Yahweh, Elohim, Adonai. We commonly refer to Him as “God,” but that is quite a generic term and may fail to convey the unique essence of the “Creator and Sovereign.” Hence Jesus taught His disciples to pray “hallowed be Your name.” A name represents a person’s character and honor. If in our everyday life we break the commandment, “You shall not take the name of the Lord your God in vain” (Exodus 20:7), and casually mock or blaspheme God, we reduce Him to the level of an idol, which is a grievous sin. Conversely, to hallow God’s name is to profoundly honor His character and authority. This respect and reverence find expression in worship and praise, and lead us to obedience and thankfulness in life. Pastor David Jang adds, “If we fail to live holy lives, God’s name becomes disgraced.” When believers quarrel, split, or commit corruption outside the church, onlookers mock not only them but the “name of God” as well. Thus, “hallowing God’s name” is also our responsibility to represent that name faithfully through our lives.

The second petition, “Your kingdom come,” is the central theme of the Lord’s Prayer. The central topic of Jesus’ earthly ministry was “the kingdom of God” or “the kingdom of heaven.” He declared, “Repent, for the kingdom of heaven has come near” (Matthew 4:17) and, through many parables, taught how that kingdom arrives. In the Lord’s Prayer, Jesus makes it clear that believers must align their prayers and their lives with the “kingdom of God.” This kingdom is not merely the afterlife heaven we enter upon death. It also refers to the “rule of God,” which begins even now on earth under the reign of the King. This is the hope Jesus imparted to His disciples. Luke 17:20–21 says, “The kingdom of God is not coming in ways that can be observed… for behold, the kingdom of God is in your midst.” As Pastor David Jang points out, we must not lose sight of this twofold meaning. Through personal salvation and holy living, we must manifest that the kingdom has “already come,” even as we look forward to the day of its complete fulfillment—the future kingdom of God that will come with the Lord’s return (cf. Revelation 11:15).

The third petition, “Your will be done on earth as it is in heaven,” is a prayer for God’s good will to be realized here on earth. In heaven, God’s will is perfectly accomplished. Angels obey Him, and there is no trace of sin or injustice. Praying, “Your will be done on earth as it is in heaven,” reflects our ardent desire for God’s justice and love to prevail in our world, filled as it is with imperfection, contradiction, sin, and suffering. This echoes the cry of Amos 5:24—“But let justice roll on like a river, righteousness like a never-failing stream!” The world is full of injustice and corruption, whether in politics, society, or individual lives, often contradicting God’s order. Yet believers pray for God’s will to be done in the midst of this, and also strive to put that will into action. Jesus said, “Seek first His kingdom and His righteousness” (Matthew 6:33). This “righteousness” is God’s will and is the value we must pursue.

Pastor David Jang insists that this is not just a doctrinal concept we grasp intellectually but a practical guide for how to live. Whenever we recite the Lord’s Prayer, we should ask ourselves, “Am I truly hallowing God’s name today? Do I live with God’s kingdom in view? Am I striving to realize His will on earth?” We should not merely recite these words once during Sunday worship. Instead, we should ponder them daily so that, through our prayers and actions, God’s holiness and God’s kingdom can be displayed. In this way, the Lord’s Prayer serves as a lighthouse on our faith journey rather than just a memorization task.

Finally, Pastor David Jang cites Romans 8:26, reminding us that “we do not know what to pray for as we ought, but the Spirit helps us in our weakness.” While we may face urgent challenges and feel our limitations in prayer, the Lord has given us the Lord’s Prayer as a sure guideline. By repeatedly meditating on it, we learn how lofty and holy God is, how lovingly He draws near to us, what kind of kingdom He longs to establish on earth, and how we can discern and participate in that will. Thus, the Lord’s Prayer is a powerful tool that aligns a believer’s life with God and frees us from the greed, anxiety, sin, and injustice of this world.

Ultimately, our life purpose is “to hallow the name of our Father God, to devote ourselves to bringing His kingdom, and to strive so that His will may be done on earth.” Pastor David Jang notes that when people lose sight of this purpose, they wander, feel empty, and fall easily into the snares of sin. But once this purpose is firmly established, perspectives on life’s big and small matters—wealth, honor, pleasure, human relationships—change. These all become gifts from God and resources to be used for God’s kingdom. They no longer rule us, nor do we become enslaved to them. When our outlook on life changes like this, we ultimately find happiness and rest. This rest comes from the assurance, “I exist under my Heavenly Father’s plan, I live for His kingdom, and I will finally return to Him.” It is the peace born of that conviction.

In summary, Pastor David Jang crystallizes the main message of the Lord’s Prayer into three points. First, hallow the name of God. We are to remember His majesty and glory and give Him worship, thanks, and obedience. Second, pray for God’s kingdom to come. This kingdom began with Jesus but will be fully consummated in the future at His return. Third, pray and act for God’s will to be done on earth as it is in heaven. The hungry and thirsty for righteousness will be blessed, and the flowing of justice like a mighty river is the hallmark of the kingdom of God. The Christian worldview moves forward with the premise that “there is a world beyond this one (eternity),” yet it also endeavors to see God’s will carried out in the here and now. This is precisely the confession of faith contained in the Lord’s Prayer.

In the New Year’s Sunday service message, Pastor David Jang thus offers the answer to the fundamental question, “Why do we live?” through the Lord’s Prayer. We live to glorify God and give Him thanks. We look to His kingdom, praying that the holy will already established in heaven may also be done on earth. When we live this way, the statement “Jesus saves, unbelief leads to hell” ceases to be merely a fear-based logic and instead becomes the Gospel of life. If one realizes there is eternal judgment after death, and that God’s saving grace is found “in Jesus,” there is no message of salvation more clear and certain. Hence, believers can experience the truth of “Why worry when you can pray?” and, by praying daily, we meet God face to face, intimately communing with the holy and loving God.

If believers, at the start of a new year, remain faithful to the spirit of the Lord’s Prayer, they will not only find contentment for their own souls but also bring about genuine unity within the church community. Furthermore, God’s name will be exalted in the world, and His kingdom will tangibly expand. Through this entire process, we will proclaim to all that “God is love.” According to Pastor David Jang, this is the path “those who know God’s holiness and love ought to run.” As we embark on a new year in the Lord, we must examine whether our prayers contain the essence of the Lord’s Prayer. We should then wholeheartedly confess, “Our Father in heaven, hallowed be Your name, Your kingdom come, Your will be done on earth as it is in heaven.” When we do, God’s people will abundantly experience the power and answers He has already promised. In that experience lies the living history of true Christian faith.

El Padre Nuestro – Pastor David Jang


1. El Dios de amor y la premisa de la santidad

El pastor David Jang enfatiza el mensaje esencial de que “Dios es amor” (1 Juan 4:8). Esta verdad, claramente expresada en la Escritura, no se limita a una dimensión meramente emocional, sino que constituye una realidad fundamental que todo creyente debe asimilar en su vida de fe. Ahora bien, para comprender el amor de Dios, la Biblia presenta una premisa clave: la relación entre nosotros y la santidad.

Cuando el pastor David Jang habla del Dios de amor, recalca al mismo tiempo que este amor conlleva inevitablemente la premisa de la “santidad”. Con frecuencia, las personas se sienten atraídas por la afirmación “Dios es amor”, pero pasan por alto el hecho de que “Dios es santo”. Antes de hablar del amor, debemos entender que este amor se basa en la santidad. No basta con considerar a Dios simplemente como un “ser a quien es fácil amar”; Él es omnipotente, totalmente otro y diferente a nosotros. En el Antiguo Testamento, cuando Moisés se encuentra con Dios en la zarza ardiente del desierto de Madián, Dios le ordena: “Quítate las sandalias de tus pies” (Éxodo 3:5). Esto simboliza la necesidad de despojarse de lo viejo y presentarse de manera consagrada ante el Dios santo. El episodio de la zarza ardiente es el único caso en el Antiguo Testamento donde Dios se manifiesta de una forma tan tangible. Normalmente, los personajes bíblicos del Antiguo Testamento se encontraban con “mensajeros de Dios” y no con la presencia sustancial misma de Dios. Sin embargo, Moisés, incluso antes de la venida de Jesús, tuvo la experiencia más clara de la “imagen” de Dios. Allí aprendió la primera gran lección: “Dios es santo”.

¿Qué significa ser santo? Santidad implica ser “totalmente distinto”. Los pensamientos y caminos de Dios difieren de los nuestros (Isaías 55:8). En otras palabras, Dios es el más alto sobre toda la creación, el Ser trascendente y Creador que no está sujeto a nada ni a nadie. Asimismo, además de haber creado todo cuanto existe, Él sostiene toda la creación. Por eso es digno de adoración y alabanza. Cuando el ser humano adora y alaba a Dios, no se trata de una exigencia represiva basada en “Yo los creé, así que obedezcan”, sino de un acto de culto que brota naturalmente de la relación entre Creador y criatura. El pastor David Jang explica que “si no glorificamos a Dios ni le damos gracias, caeremos en la misma senda de pecado descrita en Romanos 1”. Este capítulo muestra cómo el hombre, aun conociendo a Dios, se rehúsa a servirlo y, en su lugar, adora ídolos y vive según las pasiones de la carne. El resultado es la condenación eterna, el infierno. Pablo afirma que “no tienen excusa” (Romanos 1:20), porque Dios ha dejado un testimonio claro de Su existencia en la creación, en la conciencia humana y, sobre todo, en la Escritura. Ignorar esa evidencia y darle la espalda a Dios conduce inevitablemente al juicio.

¿Cómo se conciliará entonces el “Dios de amor” con el “Dios santo”? No existe ninguna contradicción en afirmar que Dios es amor y santo al mismo tiempo. Dios es el Todopoderoso (Almighty God), pero también es quien espera y da libertad al ser humano, manifestándose en cierto modo como un “Dios impotente” (powerless God). Cuando Dios, en Su condición de “Dios de amor”, irrumpe en la historia, no lo hace para imponer Su voluntad de manera forzosa, sino mediante una invitación personal que permite al ser humano decidir libremente. Por eso tiene sentido hablar de esta dualidad en Dios: todopoderoso y juez, pero también paciente y lleno de amor hacia el ser humano.

El pastor David Jang insiste en que “la santidad y el amor son inseparables, y para comprender verdaderamente el amor, antes debemos entender la premisa de la santidad”. La santidad sin amor puede derivar en ascetismo legalista o formalismo, y el amor sin santidad se vuelve libertinaje y decadencia. Sin embargo, la Biblia presenta a Dios como la santidad misma y el amor mismo. Estos atributos de Dios se revelan de manera concreta únicamente en Jesucristo. En la época del Nuevo Testamento, Jesús vino a este mundo como la “imagen de Dios” (Colosenses 1:15), revelando de manera definitiva el amor que tanto anhelaba conocer la humanidad. Jesús es el “Hijo unigénito de Dios Padre” y comparte la misma esencia divina. En el marco de la doctrina trinitaria, Él posee la misma naturaleza que Dios Padre. Por eso declara en Juan 14:9: “El que me ha visto a mí, ha visto al Padre”. Conocer a Dios a través de Jesús es el privilegio de los creyentes del Nuevo Testamento.

En la introducción del Padre Nuestro—“Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre…” (Mateo 6:9-10)—observamos precisamente la verdad asombrosa de que el Dios santo se convierte al mismo tiempo en “nuestro Padre”. Aquí se revela el punto en el que la elevada majestad de Dios (trascendencia) y Su cercanía (inmanencia) se encuentran. Dios es trascendente, pero también nos hace Sus hijos y se nos acerca como un Padre. Que el Dios santo pueda ser llamado “Padre” es posible únicamente en Cristo y por la presencia del Espíritu Santo que habita en nosotros, lo cual nos permite tener la confianza de invocar: “Abba, Padre” (Romanos 8:15). Por esta razón, el pastor David Jang enseña que la premisa “Dios es amor y, a la vez, Dios es santo” debe sentar las bases de la vida cristiana, exhortando a los creyentes a llevar una vida cada vez más consagrada a Él. Esto se traduce en pensamientos santos, acciones santas y palabras y actitudes que reflejen la gloria de Dios en medio del mundo. Cuando se fortalece ese lugar de “santidad”, uno puede disfrutar plenamente de la relación de amor con Dios. En síntesis, para adorar y servir al Dios cuya esencia es el amor, primero debemos tomar conciencia de Su santidad y acercarnos a Él con reverencia.


2. Una relación de amor cara a cara con Dios

El pastor David Jang denomina el capítulo 13 de la Primera Carta a los Corintios como el “capítulo del amor” y destaca que la culminación del amor se expresa en la afirmación: “Entonces veremos cara a cara” (1 Corintios 13:12). Con estas palabras, el apóstol Pablo declara que llegará el día en que conoceremos a Dios plenamente y entraremos en una comunión directa con Él. Ahora lo conocemos de manera parcial y borrosa, pero “entonces” lo conoceremos plenamente. Y la esencia de ese conocimiento es el amor. El amor que el ser humano profesa a Dios y al prójimo es, en última instancia, un proceso y un fin que conduce a la “profunda comunión de fe de ver a Dios cara a cara”.

El pastor David Jang afirma que “llegar a ser tan íntimos como para ver ‘cara a cara’ a Dios es la meta de la vida de fe”. Cuando decimos “conocemos a Dios”, no se trata de un saber meramente intelectual, sino de un conocimiento que brota de la relación entre personas que se encuentran y se relacionan. Esto conecta con la oración sacerdotal de Jesús en Juan 17, cuando suplica: “Para que sean uno en nosotros, como tú y yo somos uno”. Jesús disfrutó del amor perfecto en el seno del Padre, y por ese amor soportó el sufrimiento extremo de la cruz. Además, ese mismo amor anhela derramarse en nosotros. De ahí que dé el “mandamiento nuevo”: “Amaos unos a otros, como yo os he amado” (Juan 13:34). En otras palabras, quienes han experimentado el amor de Dios están llamados a transmitirlo y ponerlo en práctica con los demás.

La expresión “una relación cara a cara con Dios” se refiere a vivir en la realidad de la presencia divina. En el Antiguo Testamento, Dios se manifestaba en columna de nube y de fuego, y Su presencia habitaba en el tabernáculo y en el templo. En el Nuevo Testamento, Jesús mismo se presentó como el verdadero templo y, tras Su ascensión, envió al Espíritu Santo para morar en nosotros. 1 Corintios 3:16 pregunta: “¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios habita en vosotros?”. La presencia de Dios no se limita a un edificio eclesiástico ni a una religión institucionalizada, sino que se hace efectiva, dinámica y existencial cuando “el Espíritu habita en nosotros”. Así, aun en la vida cotidiana, podemos “ver cara a cara” a Dios. Oramos para dirigirle nuestras palabras y leemos Su Palabra para oír Su voz. Esta comunicación diaria es la verdadera esencia de la fe y el encuentro personal con Él.

El pastor David Jang subraya que el aspecto crucial es la reflexión sobre uno mismo. Debemos preguntarnos: “¿De verdad hablo cara a cara con Dios? ¿O me limito a orar y adorar por obligación o rutina religiosa?”. El amor no puede ser forzado. El amor existe solo cuando hay un intercambio auténtico. Cuando proclamamos “Amo a Dios y Él me ama”, dicha confesión ha de surgir de una relación viva. Parte del privilegio del cristiano es poder orar y dialogar con Dios a cualquier hora—al iniciar el día, mientras caminamos, en la hora de la comida y antes de dormir—, sabiendo que nos escucha. Existen otras religiones y prácticas de meditación en el mundo, pero muchas de ellas carecen de un objeto de oración personal. En ellas se habla de “contemplación” o “meditación” como una introspección o sensación de energía cósmica, mientras que la oración cristiana es una comunicación personal con un “Dios Todopoderoso” y un “Padre amoroso”. En este sentido, la fe cristiana es algo único.

La primera línea del Padre Nuestro—“Padre nuestro que estás en los cielos”—proclama que hay un destinatario claro de nuestra oración. Aun siendo invisible, está vivo, gobierna el universo y la historia, y a la vez está tan cercano como para que le llamemos “Padre”. Él escucha nuestras peticiones más pequeñas y nuestras preocupaciones más triviales, del mismo modo que un padre amoroso no ignora la voz de su hijo. Por eso, la oración cristiana es un canal de consuelo y de poder que no admite comparación. A menudo, el pastor David Jang menciona la frase “¿Por qué preocuparse, si podemos orar?”, afirmando que “orar es la expresión más clara de la confianza en el Dios omnipotente”. Al examinar la vida de los personajes bíblicos, vemos que Dios jamás dejó de oír la más mínima oración; simplemente responde en el momento y de la forma más adecuada. A veces la respuesta llega de inmediato, otras veces después de mucho tiempo, pero nunca es en vano.

Por ende, en nuestra relación con Dios, el “Dios de amor” y la “santidad” deben ir de la mano. Si perdemos de vista la santidad y consideramos a Dios como alguien “accesible sin mayor reverencia”, nuestra oración carecerá de verdadera adoración. Y si no hay intimidad con Dios, solo lo veremos como un “juez temible” y huiremos de Su presencia. El pastor David Jang advierte sobre estos dos extremos, presentando una imagen equilibrada de Dios como “Padre santo, Padre amoroso”. Esta visión es la quintaesencia del amor descrito en 1 Corintios 13 y encierra la gracia de 1 Juan 4: “En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó primero”. Solo porque Su amor se manifestó primero, podemos responder a Él.


3. El núcleo del Padre Nuestro: la santidad de Dios y el reino de Dios

El Padre Nuestro se encuentra en Mateo 6:9-13 y en Lucas 11:2-4. Esta oración, enseñada directamente por Jesús a sus discípulos, se considera la “oración original” más importante de la historia cristiana. El pastor David Jang, en un mensaje de Año Nuevo, instó a la congregación a “meditar profundamente en el Padre Nuestro, que repetiremos innumerables veces a lo largo del año”, subrayando que las tres primeras peticiones—“santificado sea tu nombre, venga tu reino, hágase tu voluntad, como en el cielo así también en la tierra”—resumen el propósito y la dirección de la vida de todo creyente.

La primera petición, “Santificado sea tu nombre”, revela en qué medida reverenciamos a Dios. Si bien invocamos “Padre nuestro que estás en los cielos”, no podemos asimilarlo a un padre terrenal más. Su nombre es Jehová, Elohim, Adonai. Normalmente decimos “Dios” (God), pero es un término muy general, que no siempre capta la singularidad del Creador y Soberano absoluto. Por eso Jesús enseña a sus discípulos a orar “que su nombre sea santificado”. En la cultura bíblica, el nombre representa la persona y su honor. Cuando en la vida cotidiana incumplimos el mandamiento “No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano” (Éxodo 20:7) y usamos el nombre de Dios de forma irreverente o burlona, en realidad estamos rebajando a Dios al nivel de un ídolo, lo cual constituye un grave pecado. En cambio, santificar Su nombre es otorgar a Su persona y autoridad el máximo respeto, expresado en la adoración y la alabanza. Esto también se traduce en obediencia y gratitud en la vida diaria. El pastor David Jang añade que “si no vivimos en santidad, terminamos deshonrando el nombre de Dios”. Cuando los cristianos se pelean, se dividen o cometen actos inmorales, el mundo se burla no solo de ellos, sino del “nombre de Dios”. Por consiguiente, “santificar el nombre de Dios” implica la responsabilidad de que nuestras vidas reflejen esa santidad y dignifiquen Su nombre.

La segunda petición, “Venga tu reino”, representa la idea central del Padre Nuestro. Todo el ministerio público de Jesús gira en torno a la proclamación del “reino de Dios” o “reino de los cielos”. Desde el comienzo de su predicación—“Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado” (Mateo 4:17)—hasta las numerosas parábolas, Jesús enseña sobre cómo llega el reino de Dios. En el Padre Nuestro, al enseñar “venga tu reino”, enfatiza que nuestro objetivo en la oración y en la vida debe orientarse a “ese reino de Dios”. Y esto no se limita al “cielo” al que vamos al morir, sino que incluye el gobierno y la autoridad de Dios que ya operan aquí y ahora. Ésta es la esperanza que Jesús transmitió a sus discípulos: “El reino de Dios no viene con señales visibles… porque he aquí el reino de Dios está entre vosotros” (Lucas 17:20-21). El reino ya está presente en nuestros corazones por la obra del Espíritu Santo, pero también esperamos su cumplimiento definitivo en la segunda venida de Cristo—“El reino del mundo ha venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo” (Apocalipsis 11:15). El pastor David Jang recalca que no debemos perder de vista este doble significado. Tenemos que vivir la “realidad presente” del reino a través de la salvación personal y la santidad de vida, y al mismo tiempo anhelar la consumación plena del reino en la “segunda venida del Señor”.

La tercera petición, “Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra”, es una súplica para que los propósitos de Dios se cumplan en nuestro mundo. En el cielo, la voluntad de Dios se ejecuta a la perfección—los ángeles obedecen y no hay rastro de pecado ni injusticia. Rogar “hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra” expresa el anhelo de que en nuestra realidad, aún plagada de imperfecciones, contradicciones, pecado y sufrimiento, se establezcan la justicia y el amor divinos. Esta oración tiene un eco en la exhortación profética de Amós 5:24: “Pero corra el juicio como las aguas, y la justicia como arroyo inagotable”. El mundo está lleno de injusticias, corrupción y prácticas opuestas al orden de Dios. Sin embargo, los creyentes debemos orar para que “se cumpla la voluntad de Dios” y esforzarnos en ello. Jesús nos manda: “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia” (Mateo 6:33). Esa “justicia” es la voluntad de Dios y el valor que hemos de perseguir.

El pastor David Jang subraya que este no es un mero conocimiento teológico, sino una pauta para la vida práctica. Cada vez que recitamos el Padre Nuestro, debemos preguntarnos: “¿Estoy santificando hoy el nombre de Dios? ¿Vivo con la mirada puesta en el reino de Dios? ¿Me esfuerzo porque Su voluntad se cumpla en la tierra?”. No basta con pronunciar esta oración en el culto dominical; debemos retomarla a diario y encarnarla en la oración y en la acción. Así, el creyente participa activamente en la manifestación de la santidad de Dios y Su reino. El Padre Nuestro no es solo un ejercicio de memorización, sino un “faro” que ilumina nuestro caminar en la fe.

El pastor David Jang, refiriéndose a Romanos 8:26, recuerda que “no sabemos orar como conviene, pero el Espíritu Santo ayuda en nuestra debilidad”. Aun cuando nos sintamos superados, contamos con el Padre Nuestro que el mismo Jesús nos enseñó, y podemos meditar en él una y otra vez. A través de esa oración, descubrimos cuán grande y santo es Dios y, al mismo tiempo, cuán lleno de amor se acerca a nosotros. También aprendemos cuál es Su plan para este mundo, y de qué manera discernir y cumplir Su voluntad. De ese modo, el Padre Nuestro se convierte en un medio poderoso para alinear nuestra vida con la de Dios, ayudándonos a escapar de la avaricia, la ansiedad, el pecado y la injusticia de este mundo.

En definitiva, vivir para “santificar el nombre del Padre, consagrarnos a la venida de Su reino y esforzarnos para que Su voluntad se cumpla en la tierra”, debe constituir la meta de nuestra existencia. El pastor David Jang señala que, cuando perdemos de vista este propósito, caemos en confusión, vacío y tentación. Pero si este propósito se asienta firmemente en nuestras vidas, cambia por completo nuestra perspectiva sobre los asuntos del día a día—el dinero, la fama, los placeres, las relaciones—. Todo ello pasa a ser un don de Dios puesto a nuestro servicio, con miras a la expansión de Su reino. Ya no somos esclavos de esas cosas, pues no son nuestras dueñas. Con este cambio radical en nuestra visión, hallamos verdadera felicidad y reposo en la certeza de que “existimos bajo el plan del Padre celestial, vivimos para Su reino y al final regresamos a Sus brazos”. De ahí emana la paz del corazón.

Para concluir, el mensaje central que el pastor David Jang extrae del Padre Nuestro podría resumirse en tres grandes ideas. Primera: “Santifica el nombre de Dios”. Hemos de recordar Su soberanía y gloria y rendirle adoración, gratitud y obediencia. Segunda: “Ruega por la venida del reino de Dios”. El reino empezó con la venida de Jesús, pero esperamos su culminación en Su regreso futuro. Tercera: “Ora y actúa para que se cumpla la voluntad de Dios en la tierra”. Los sedientos de justicia y rectitud obtendrán la bendición, y cuando la justicia fluya como un río incesante, entonces se manifestará el reino de Dios. La cosmovisión cristiana reconoce la existencia de “otra vida eterna” y, a la vez, se compromete con la implementación de la voluntad divina aquí y ahora. Ese es el espíritu del Padre Nuestro.

Así, en el primer culto dominical del año, el pastor David Jang responde a la pregunta fundamental “¿por qué vivimos?” a partir del Padre Nuestro. Vivimos para glorificar a Dios y darle gracias. Anhelamos Su reino y oramos para que “la voluntad celestial se cumpla también en la tierra”. Al vivir así, el mensaje “Jesús, cielo; incredulidad, infierno” deja de ser una simple amenaza, para convertirse en la Buena Nueva de la vida. Si comprendemos que más allá de la muerte nos espera un juicio, y que la salvación que nos libra de ese juicio está en Cristo Jesús, no hay mensaje más claro y certero. Por eso, el creyente que experimenta esta verdad puede decir con convicción: “¿Por qué preocuparme, si puedo orar?”. Diariamente, oremos cara a cara con Dios, profundizando en la comunión con Él, que es santo y lleno de amor.

Si los cristianos inician el nuevo año alineándose con la enseñanza esencial del Padre Nuestro, experimentarán la satisfacción de su alma, la unidad genuina en la comunidad de fe y la glorificación del nombre de Dios en medio del mundo. Así se extenderá en forma palpable Su reino. A través de todo ello, se proclamará ante todos que Dios es amor. El pastor David Jang subraya que ese es el camino que deben recorrer quienes conocen la santidad y el amor de Dios. Al comenzar el nuevo año, conviene reflexionar si nuestra oración encarna realmente el espíritu del Padre Nuestro; y acercarnos con todo el corazón a la confesión: “Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre, venga tu reino, hágase tu voluntad, como en el cielo así también en la tierra”. Entonces, el creyente experimentará abundantemente el poder y las respuestas que el Señor ya ha prometido. Allí se encierra el dinamismo de la verdadera fe cristiana.

주기도문 – 장재형(장다윗)목사

1. 사랑의 하나님과 거룩의 전제

장재형(장다윗)목사는 “하나님은 사랑이시다(God is love)”라는 본질적 메시지를 강조한다. 이는 요한일서 4장 8절에 기록된 “하나님은 사랑이시라”는 구절에서 분명히 드러난다. 성경이 말하는 하나님의 사랑, 그리고 인간이 그 사랑을 어떻게 이해해야 하는지는 매우 깊고도 넓은 주제이다. “하나님이 사랑이시라”는 진리는 단순히 감상적인 차원이 아니라, 성도들이 신앙 안에서 반드시 체득해야 할 ‘본질’에 해당한다. 이 사랑을 이해하기 위해 먼저 성경이 제시하는 핵심적 전제가 있다. 그 첫 번째가 바로 ‘우리와 거룩의 관계’를 아는 것이다.

장재형목사는 사랑의 하나님을 언급하며, 동시에 그 사랑에 필연적으로 전제된 것이 바로 ‘거룩’임을 강조한다. 사람들은 “하나님은 사랑이시다”라는 구절에 마음이 끌리지만, 동시에 “하나님은 거룩하시다”는 메시지는 간과하기 쉽다. 사랑을 말하기 전에 먼저 알아야 할 것은 이 사랑이 거룩 위에 기초하고 있다는 사실이다. 하나님을 단지 ‘사랑하기 좋은 존재’로 생각하는 것으로는 충분치 않다. 그분은 전능자요, 동시에 전적으로 다른 분이시다. 구약 성경에서 모세가 미디안 광야의 떨기나무 불꽃 가운데 하나님을 만났을 때 하나님께서 “네 발에서 신을 벗으라”(출애굽기 3장 5절)고 명령하신 장면이 그것을 상징적으로 보여준다. 하나님을 만나기 위해서는 먼저 자기의 ‘옛것’을 벗고, 거룩하신 하나님 앞에 구별되게 서야 한다. 떨기나무 에피소드는 구약 시대에 하나님이 형상화된 모습으로 직접 나타나셨던 유일무이한 사건이다. 일반적으로 구약의 인물들이 만난 것은 ‘하나님의 사자들’이었지, 하나님의 실체적 현현이 아니었다. 그러나 모세는 예수님이 오시기 전에, 그 하나님의 형상 같은 모습을 가장 뚜렷하게 체험했다. 그리고 거기서 첫 번째 명제를 배운다. “하나님은 거룩하시다.”

거룩은 무엇을 의미하는가? 거룩은 ‘전적으로 다르다’는 뜻이다. 하나님의 생각과 길은 우리의 생각과 길과 다르다(이사야 55장8절). 다시 말해, 하나님은 이 세계에서 가장 높은 분이며, 어디에도 얽매이지 않으시는 초월자이자 창조주이시다. 또한 하나님은 모든 것을 지으셨을 뿐 아니라 보존하시는 분이시다. 그래서 그분을 향해 경배와 찬양을 드려야 한다. 사람이 하나님을 경배하고 찬양하는 것은 그분이 인간에게 “내가 너희를 지었으니 내게 순종하라” 하고 억압적인 요구를 하시는 것이 아니라, ‘창조주와 피조물’이라는 분명한 관계 속에서 마땅히 이루어져야 할 예배적 행위이다. 장재형목사는 이를 두고 “하나님을 영화롭게 하고 감사함이 없으면 로마서 1장에 나타난 죄인들의 전철을 밟게 된다”라고 설명한다. 로마서 1장은 하나님을 알면서도 하나님을 섬기지 않고, 오히려 우상을 숭배하며 육신의 정욕을 따라 사는 인간의 타락상을 보여준다. 그 결과는 영벌, 즉 지옥이다. 바울은 이것을 “핑계할 수 없다”(롬 1장 20절)라고 말한다. 왜냐하면 하나님이 이 세계에 대한 증거를 분명히 남겨놓으셨기 때문이다. 자연 만물과 인간의 양심은 물론, 성경을 통해서도 하나님의 존재와 하나님을 예배해야 할 분명한 당위를 깨달을 수 있는데, 이를 무시하고 등을 돌리면 심판받는 것이 마땅하다는 논리이다.

그렇다면 사랑의 하나님이라는 표현은 거룩하신 하나님과 어떻게 양립하는가? 하나님이 사랑이시며, 동시에 거룩하시다는 것은 전혀 모순이 없다. 하나님은 전능하신 분(almighty God)인 동시에 기다리시는 분, 곧 어떤 면에서는 ‘powerless God’처럼 보이기도 하시는 분이다. 하나님께서 ‘사랑의 하나님’으로서 역사 속에 들어오실 때는 인간에게 강권적으로 무엇인가를 강요하기보다, 인격적인 초청을 통해 인간이 스스로 선택하도록 허용하신다. 바로 그 점에서 ‘전능하신 하나님’이면서 ‘무력해 보이시는 하나님’이라는 양극적 표현이 성립된다. 전능자요 심판자이신 하나님이, 동시에 인간을 기다리시고 인내하시는 사랑의 하나님인 것이다.

장재형목사는 “거룩과 사랑은 결코 분리되지 않으며, 사랑을 바로 이해하려면 먼저 거룩의 전제를 이해해야 한다”고 거듭 강조한다. 즉, 거룩함 없는 사랑은 방종과 퇴폐로 이어지기 쉽고, 사랑 없는 거룩함은 율법적인 금욕주의나 형식주의로 흐르기 쉽다.그러나 성경이 말하는 하나님은 거룩 자체이시고 사랑 자체이시다. 이러한 하나님의 속성은 오로지 예수 그리스도를 통해 우리에게 구체적으로 드러났다. 신약시대에 이르러 예수님이 ‘하나님의 형상’(골로새서 1장 15절)으로 이 땅에 오심으로써, 인간이 그토록 알고 싶어 하던 하나님의 ‘사랑’이 결정적으로 계시되었다. 예수님은 “하나님 아버지의 독생자”이자 “동일본질”을 지니신 분이시다. 삼위일체 교리 안에서 예수님은 아버지 하나님과 본질이 같으시다. 그래서 요한복음 14장 9절에서 예수님은 “나를 본 자는 아버지를 보았다”라고 말씀하신다. 이 예수님을 통해 하나님을 아는 것이 신약성도들의 특권인 셈이다.

“하늘에 계신 우리 아버지여, 이름이 거룩히 여김을 받으시오며…(마태복음 6장 9절~10절)”라는 주기도문의 서두는, 바로 이 거룩하신 하나님이 동시에 ‘우리 아버지’가 되신다는 놀라운 진리를 선포한다. 이는 하나님의 높은 위엄(Transcendence)과 친밀성(Immanence)이 교차하는 지점이다. 하나님은 초월해 계시지만, 또한 우리를 자녀 삼으시고 아버지로 다가오신다. 거룩하신 하나님을 ‘아버지’로 부를 수 있다는 것은 예수 그리스도 안에서만 가능한 일이요, 성령의 내주하심이 있기에 우리가 감히“아빠 아버지”(로마서 8장 15절)라고 부르는 특권을 누린다. 그렇기에 장재형목사는 “사랑의 하나님은 곧 거룩의 하나님”이라는 그 전제에 기초하여, 성도들이 점점 더 하나님 앞에 구별된 삶을 살아갈 것을 촉구한다. 세상 속에서 거룩한 생각, 거룩한 행동, 거룩한 말과 태도를 지님으로써 하나님의 영광을 드러내야 한다는 것이다. 그리고 이러한 ‘거룩의 자리’가 견고해질 때, 하나님과 ‘사랑의 관계’를 온전히 맺는 기쁨을 경험할 수 있다. 요컨대, 사랑의 근원이신 하나님을 온전히 예배하고 섬기기 위해서는 먼저 그 거룩을 깨닫고 경외하는 마음을 가져야 한다.

2. 하나님과 얼굴을 맞대는 사랑의 관계

장재형목사는 고린도전서 13장을 ‘사랑장’이라고 부르면서, 사랑의 궁극적 모습이 “그 때에는 얼굴과 얼굴을 대하여 볼 것이요”(고전 13장 12절)라는 구절에 응축되어 있다고 말한다. 사도 바울은 이 말씀을 통해 장차 우리가 하나님을 온전히 알게 되고, 그분과 직접적인 사귐으로 들어가게 될 날이 온다고 선포한다. 지금은 부분적으로 알고, 희미하게 볼 뿐이나, ‘그 때’가 되면 완전히 알게 될 것이다. 그리고 그 아는 것의 본질은 바로 사랑이다. 인간이 하나님을 사랑하고, 이웃을 사랑하는 일은 결국 “하나님과 얼굴을 맞대어 보는 신앙의 깊은 교제”에 이르기 위한 과정이며 궁극적 목적이다.

장재형목사는 “얼굴과 얼굴을 맞대어 볼 정도로 친밀한 관계가 되는 것이 신앙의 지향점”이라고 말한다. 우리가 흔히 “하나님을 안다”라고 할 때, 지식적인 차원에서의 앎이 아니라, 인격과 인격이 부딪히는 관계적 앎이 필요하다. 그것이 요한복음 17장에 기록된 예수님의 대제사장적 기도에서 “하나님과 하나가 된 것처럼 우리도 하나님 안에서 하나 되게 해 달라”고 기도하신 부분과도 연결된다. 예수님은 아버지 하나님의 품 안에서 완전한 사랑을 누리셨고, 그 사랑으로 말미암아 십자가라는 극심한 고난을 견뎌냈다. 그리고 그 사랑이 우리 안에도 흘러들어오길 원하신다. 그래서 “내가 너희를 사랑한 것같이 너희도 서로 사랑하라”(요한복음 13장 34절)는 새 계명을 주신 것이다. 다시 말해, 하나님의 사랑을 맛본 사람들이 그 사랑을 이웃에게도 전하고 실천하도록 부르심을 받은 것이다.

하지만 이 ‘하나님과 얼굴을 맞대는 관계’라는 표현은 곧 하나님의 임재를 실제로 체험하는 삶을 말한다. 구약에서 하나님이 구름기둥과 불기둥으로 나타나셨고, 성막과 성전을 통해 임재하셨듯이, 신약에서는 예수님이 성전 자체로 오시고, 또 승천 후에 보내신 성령을 통해 우리 안에 내주하신다. 고린도전서 3장 16절에는 “너희는 너희가 하나님의 성전인 것과 하나님의 성령이 너희 안에 거하시는 것을 알지 못하느냐”라고 묻는다. 하나님의 임재란, 그저 교회 건물 안에서만 느껴지는 제도적 종교 활동이 아니라, “성령이 너희 안에 거하시는” 아주 역동적이고 실존적인 사실이다. 그래서 성도는 일상 속에서도 하나님을 ‘얼굴과 얼굴을 맞대어’ 바라볼 수 있다. 기도를 할 때는 하나님께 말하고, 말씀을 읽을 때는 하나님의 음성을 듣는다. 그렇게 매일의 삶에서 소통하는 관계가 바로 ‘인격적인 만남’이며, 이것이야말로 신앙의 본질이 된다.

장재형목사는 여기서 중요한 것은 자기 자신을 돌아보는 성찰이라고 말한다. “내가 진정으로 하나님과 얼굴을 맞대어 대화하는 사람인가? 혹은 종교적 형식에 갇혀 의무감으로만 기도하고 예배하는가?”라는 질문을 던져야 한다는 것이다. 왜냐하면 사랑은 강제로 이뤄지지 않기 때문이다. 사랑은 진실한 교감이 있을 때에만 가능하다. 우리가 ‘하나님을 사랑하고, 또 그분이 나를 사랑하신다’고 고백할 때, 그 고백은 생생한 관계에서 비롯되어야 한다. 하루를 시작할 때, 길을 걸을 때, 밥을 먹을 때, 그리고 잠자리에 들기 전에, 언제든지 하나님께 마음을 열어 기도하고 대화할 수 있는 것이 바로 기독교 신앙의 특권이다. 세상에 다른 종교나 명상법도 있지만, 그곳에는 분명한 기도의 대상이 없다. 그들이 말하는 ‘관상’이나 ‘묵상’은 자기 자신을 돌아보거나 우주적 에너지를 느끼는 것일 수 있지만, 기독교 기도는 ‘전능하신 분’이자 ‘사랑의 아버지’께 말을 건네는 인격적 교제다. 이런 점에서 기독교 신앙은 참으로 독특하다.

“하늘에 계신 우리 아버지여”라는 주기도문의 첫 구절은, 기도에는 분명한 대상이 있다고 선언한다. 눈에 보이지 않지만 살아계시고, 우주와 역사를 주관하시며, 동시에 내가 ‘아버지’라 부를 수 있을 만큼 가까우신 분이 바로 그 대상이다. 그래서 작은 기도에도 응답하시고, 우리의 사소한 바람과 염려까지도 들어주시는 하나님이시다. 부모가 자녀의 말을 소홀히 듣지 않듯이, 하나님도 우리의 언어를 결코 무시하지 않으신다. 이 점에서 기독교의 기도는 그 무엇과도 견줄 수 없는 위로와 능력의 통로가 된다. 장재형목사는 “기도할 수 있는데 왜 걱정하십니까?”라는 문구를 자주 예로 들며, “기도야말로 하나님의 전능하심을 신뢰하는 가장 분명한 행동”이라고 역설한다. 실제로 성경 속 인물들의 생애를 살펴보면, 하나님은 사람들의 기도를 하나도 놓치지 않고 들으시며, 다만 가장 선한 때와 방식으로 응답하신다. 어떤 응답은 금방 나타나고, 어떤 응답은 긴 세월이 지난 뒤에야 나타나기도 하지만, 결코 헛되지 않는다.

따라서 사랑의 하나님과의 관계에서 ‘거룩’과 ‘얼굴을 맞대는 친밀함’은 서로 결합되어야 한다. 거룩을 상실하고, 하나님을 그저 만만한 분으로 취급한다면, 참된 경외심 없이 기도하게 된다. 또 하나님과 친밀하지 않다면, 그분을 ‘두려운 심판자’로만 여기고 멀리 도망치게 될 것이다. 장재형목사는 이 두 극단을 경계하며, “거룩하신 아버지, 사랑의 아버지”라는 균형 잡힌 하나님 이해를 제시한다. 그리고 이것이 고린도전서 13장에 드러나는 사랑의 정수이며, 요한일서 4장에 나타난 “우리가 하나님을 사랑한 것이 아니요 하나님이 먼저 우리를 사랑하셨다”는 말씀이 내포한 은혜이기도 하다. 그분의 사랑이 먼저 임했기에 우리가 그 사랑에 응답할 수 있는 것이다.

3. 주기도문의 핵심 – 하나님의 거룩과 하나님의 나라

주기도문은 마태복음 6장 9절부터 13절, 그리고 누가복음 11장 2절부터 4절에 기록되어 있다. 이 기도문은 예수님께서 직접 제자들에게 가르쳐주신 것으로, 기독교 역사상 가장 중요한 ‘원형적 기도문’으로 여겨진다. 특히 장재형목사는 새해 첫 주일예배에서 “금년 한 해 수없이 반복될 주기도문을 ‘정말 깊이 묵상해야 한다’”고 강조하면서, 기도의 첫머리에 등장하는 세 가지 간구—“이름이 거룩히 여김을 받으시오며, 나라가 임하시오며, 뜻이 하늘에서 이루어진 것 같이 땅에서도 이루어지이다”—가 성도의 삶의 목적과 방향을 압축하고 있다고 설명한다.

첫 번째 간구인 “이름이 거룩히 여김을 받으시오며”는, 우리가 하나님을 얼마나 경외하고 있는지를 보여주는 기도다. “하늘에 계신 우리 아버지”라고 부르지만, 그분은 결코 세상적인 의미의 아버지와 동일시될 수 없다. 하나님의 이름은 여호와이시고, 엘로힘이시고, 아도나이이시다. 우리는 보통 ‘하나님(God)’이라고 부르지만, 그것은 매우 일반적인 호칭이고, 더 본질적으로는 “창조주요 주권자”이신 하나님의 고유성을 담아내지 못하기 쉽다. 그래서 예수님은 제자들에게 “그 이름을 거룩하게 여기라”는 기도를 가르치셨다. 이름은 곧 인격과 명예를 대표하기 때문이다. 우리가 일상에서 “하나님의 이름을 헛되이 일컫지 말라”(출 20장 7절)는 계명을 어기고, 하나님을 모독하거나 조롱하는 말을 쉽게 뱉는다면, 그것은 곧 하나님을 우상 수준으로 전락시키는 심각한 죄가 된다. 반대로 하나님의 이름을 거룩히 여기는 것은, 곧 그분의 인격과 권위를 지극히 존중하는 것이다. 그 존중과 경외심이 예배와 찬양이라는 형식으로 표현되며, 또 삶 속의 순종과 감사로 이어진다. 장재형목사는 여기에 덧붙여, “우리가 우리 자신을 거룩하게 살지 못하면, 결국 하나님의 이름이 욕되게 된다”고 말한다. 예수 믿는 이들이 교회 밖에서 싸우고 분열하고 비리를 저지르면, 세상 사람들은 그 모습을 보고 “하나님 이름”까지 비웃는다는 것이다. 따라서 ‘하나님의 이름을 거룩히 여김’은 곧 우리의 삶을 통해 그 이름이 드러나도록 하는 거룩의 책임이기도 하다.

두 번째 간구인 “나라가 임하시오며”는 주기도문의 중심사상이다. 예수님의 공생애 사역 전체를 아우르는 핵심 주제는 “하나님의 나라” 또는 “하늘나라”였다. 예수님은 “회개하라 천국이 가까이 왔느니라”(마 4장 17절)라고 선포하셨고, 곳곳에서 비유를 통해 그 나라가 어떻게 임하는지 가르쳐주셨다. 주기도문에서도 “나라가 임하시오며”라고 명확히 간구하게 함으로써, 성도들의 기도와 삶의 목표가 ‘하나님의 나라’에 맞춰져야 함을 일깨우신다. 왜냐하면 하나님의 나라는 단지 죽어서 가는 ‘내세 천국’만을 의미하지 않기 때문이다. 여기에는 이미 이 땅에서부터 시작되는 “하나님의 통치”, 곧 “왕 되신 하나님의 다스림”이 깃들어 있다. 이것이 예수님이 제자들에게 가르쳐주신 희망이다. “하나님의 나라는 볼 수 있게 임하는 것이 아니요 또 여기 있다 저기 있다고도 못하리니 하나님의 나라는 너희 안에 있느니라”(누가복음 17장 20절~21절)는 말씀처럼, 하나님의 나라는 성령을 통해 이미 우리 마음속에 임하고 있다. 그러나 동시에 “이 세상 나라가 우리 주와 그 그리스도의 나라가 되었다”(요한계시록 11장 15절)라는 궁극적 완성도 기다리고 있다. 장재형목사는 이중적 의미를 결코 놓쳐서는 안 된다고 말한다. 개인의 구원과 삶의 성결을 통해 “나라가 이미 임한 모습”을 살아내야 하며, 한편으로는 “주의 재림”과 함께 완전히 임할 ‘하나님의 왕국’을 소망해야 한다.

세 번째 간구인 “뜻이 하늘에서 이루어진 것 같이 땅에서도 이루어지이다”는, 이 땅에 하나님의 선하신 뜻이 구현되도록 기도하는 것이다. 하늘에서는 하나님의 뜻이 완전히 이루어져 있다. 천사들이 순종하며, 죄나 불의가 일체 존재하지 않는 곳이다. “뜻이 하늘에서 이루어진 것 같이 땅에서도 이루어지이다”라는 고백은, 우리 현실의 불완전함과 모순, 죄와 고통이 가득한 환경 안에서도 하나님의 정의와 사랑이 펼쳐지길 바라는 성도의 간절한 소망을 반영한다. 아모스 5장 24절에서 “오직 정의를 물 같이, 공의를 마르지 않는 강 같이 흐르게 할지어다”라고 했던 예언자적 절규와도 맥을 같이한다. 세상은 불의와 부정으로 가득 차 있고, 정치적·사회적·개인적 영역에서도 하나님의 질서와 반대되는 일이 허다하다. 그러나 성도는 그 안에서 “하나님의 뜻이 이루어지길” 기도하고, 또 그 뜻을 실천하기 위해 노력해야 한다. 예수님은 “너희는 먼저 그 나라와 그 의를 구하라”라고 말씀하셨다(마태복음 6장 33절). 바로 이 ‘의로움’이 하나님의 뜻이며, 우리가 추구해야 할 가치이다.

장재형목사는 이것이 단지 머리로만 이해되는 교리가 아니라, 실제적인 삶의 지침이 돼야 한다고 강조한다. 주기도문을 외울 때마다, “내가 오늘도 하나님의 이름을 거룩하게 하고 있는가? 하나님의 나라를 바라보며 살아가는가? 하나님의 뜻을 이 땅에 펼쳐내는 삶을 추구하고 있는가?”를 물어야 한다는 것이다. 주일예배에서 이 기도를 한 번 낭송하는 것에 그치지 않고, 매일의 삶에서 되새길 때, 성도는 기도와 행동을 통해 하나님의 거룩과 하나님의 나라를 실현해 갈 수 있다. 그러므로 주기도문의 가르침은 단순한 암송 과제가 아니라, 신앙 여정의 등대 역할을 한다.

장재형목사는 끝으로, 로마서 8장 26절을 언급하면서 “우리는 마땅히 기도할 바를 알지 못하나, 성령께서 우리 연약함을 도우신다”는 사실을 상기시킨다. 기도는 인간의 한계 속에서 절박하게 도전받을 때도 있지만, 주님이 분명히 “이렇게 기도하라”고 친히 가르쳐주신 주기도문이 있으니, 그것을 반복하여 묵상하라는 것이다. 우리는 그 기도의 가르침 속에서 하나님이 얼마나 높고 거룩하며, 동시에 얼마나 사랑으로 우리에게 다가오시는 분인지 깨닫게 된다. 또한 그분이 이 땅에 어떤 나라를 이루길 원하시는지, 그리고 우리가 어떻게 그 뜻을 분별하고 동참할 것인지를 배우게 된다. 그렇게 주기도문은 신앙인의 삶을 하나님께로 맞추고, 이 세상의 탐욕과 불안, 죄와 불의로부터 벗어나도록 돕는 강력한 수단이 된다.

결국 “하나님 아버지의 이름을 거룩히 하기 위해 살고, 그분의 나라가 임하도록 헌신하며, 그분의 뜻이 이 땅에 펼쳐지도록 노력하는 것”이 우리의 인생 목적이다. 장재형목사는, 이 목적이 흔들릴 때 사람들은 방황하고 허무해지며 죄의 유혹에 쉽게 빠진다고 지적한다. 그러나 이 목적이 분명해지면, 인생의 크고 작은 일들—재물, 명예, 쾌락, 인간관계—등에 대한 관점이 달라진다. 그 모든 것은 하나님께 받은 선물이며, 하나님의 나라를 위해 쓰임받을 재료가 된다. 더 이상 그것들이 우리의 주인이 아니고 우리가 그것들의 노예가 될 필요도 없다. 이처럼 인생관이 바뀌면, 궁극적으로는 삶의 행복과 안식이 찾아온다. 그 안식은 “하늘 아버지의 계획 아래 내가 존재하고, 그분의 나라를 위해 살아가며, 결국 그분 품으로 돌아간다”는 믿음에서 비롯되는 평안이다.

정리하자면, 장재형목사가 말하는 주기도문의 핵심 사상은 크게 세 부분으로 집약된다. 첫째, 하나님의 이름을 거룩히 여기라는 것이다. 우리는 하나님의 위엄과 영광을 기억하며, 그분께 경배와 감사, 순종을 드려야 한다. 둘째, 하나님의 나라가 임하기를 구하라는 것이다. 이 나라는 이미 예수님을 통해 시작되었지만, 재림을 통해 완성될 미래적 왕국이기도 하다. 셋째, 하나님의 뜻이 이 땅 가운데 이뤄지도록 기도하고 행동하라는 것이다. 의에 주리고 목마른 자가 결국 복을 받을 것이고, 그 정의와 공의가 강물같이 흐르는 세상이 곧 하나님 나라의 모습이다. 기독교적 세계관은 이 땅만이 전부가 아니라, “저 세상(영원)이 있다”는 사실을 전제로 움직이지만, 동시에 이 땅의 현실에서도 ‘하나님 뜻’을 실현하기 위해 애쓴다. 이런 신앙고백이 바로 주기도문에 담겨 있다.

결국, 새해 첫 주일예배의 메시지에서 장재형목사는 “우리가 왜 사느냐?”라는 근본적 물음에 대한 답을 주기도문을 통해 제시한다. 우리는 하나님을 영화롭게 하고, 그분께 감사하기 위해 산다. 나아가 그분의 나라를 바라보며, 하늘에서 이미 완성된 거룩한 뜻이 땅에서도 이루어지도록 기도하고 노력한다. 그렇게 살 때, “예수 천국, 불신 지옥”이라는 단순하고도 직설적인 결론이 단지 두려움의 논리가 아니라, 오히려 생명의 복음으로 다가온다. 죽음 너머 영원한 심판이 있음을 깨닫고, 그 심판에서 건져주시는 구원의 은혜가 ‘예수님 안에 있음’을 안다면, 그보다 더 분명하고 확실한 구원의 메시지는 없다. 그러므로 성도는 “기도할 수 있는데 왜 걱정하냐”라는 문구를 실감하며, 매일 기도를 통해 하나님과 얼굴을 맞대어 보고, 거룩과 사랑이 가득한 하나님과 친밀히 교제해야 한다.

이처럼 성도들이 새해를 맞아 주기도문의 기본 정신에 충실하게 된다면, 개인의 영혼의 만족과 더불어 교회 공동체 안에 진정한 연합이 이뤄지고, 세상 속에서도 하나님의 이름이 높여지며, 그분의 나라가 실제적으로 확장될 것이다. 그리고 이 모든 과정을 통해, 하나님이 사랑이심을 만천하에 선포할 수 있게 된다. 장재형목사는 그것이 바로 “하나님의 거룩과 사랑을 아는 자들이 마땅히 달려가야 할 길”이라고 말한다. 주님 안에서 이제 막 새로운 한 해를 시작하는 이 때, 우리의 기도가 주기도문의 핵심을 품고 있느냐를 되돌아보고, 마음을 다해 “하늘에 계신 우리 아버지여, 이름이 거룩히 여김을 받으시오며, 나라가 임하시오며, 뜻이 하늘에서 이루어진 것 같이 땅에서도 이루어지이다”라고 고백하는 자리까지 들어가야 한다. 그렇게 할 때, 하나님의 사람들은 주님이 이미 약속하신 능력과 응답을 풍성히 체험하게 될 것이다. 그곳에 진정한 기독교 신앙의 생동하는 역사가 담겨 있다.

Le chemin du salut qui renaît par la grâce – Pasteur David Jang

Le pasteur David Jang étudie simultanément l’Épître aux Galates et l’Épître aux Romains, montrant de manière méthodique comment le « soteriologie » (doctrine du salut) et la « promesse de Dieu » sont étroitement liés, au cœur de la foi chrétienne. La doctrine du salut est considérée comme l’élément central de la théologie chrétienne, car elle est directement reliée à la question cruciale de savoir comment l’homme peut échapper au jugement de Dieu après la mort et obtenir la vie éternelle. Selon le pasteur David Jang, si l’on analyse le raisonnement de Paul dans Galates 3 en parallèle avec la structure de l’Épître aux Romains, l’enchaînement des idées devient encore plus clair. L’Épître aux Romains est composée de 16 chapitres que l’on peut diviser en deux grandes sections : chapitres 1 à 8 et chapitres 9 à 16. Les chapitres 1 à 8 se subdivisent en trois parties : les chapitres 1 à 4 traitent de la « justification » ( justification), les chapitres 5 à 7 de la « sanctification » ( sanctification) et le chapitre 8 de la « glorification » (glorification). De même, l’Épître aux Galates présente une structure similaire : elle aborde d’abord la question de la justification du pécheur, puis le chemin de la sanctification, et enfin la voie de l’accomplissement ultime.

En particulier, le pasteur David Jang souligne que, tout comme l’Épître aux Romains, l’Épître aux Galates suit un mouvement progressif justification–sanctification–glorification. En Romains, jusqu’au chapitre 4, Paul met l’accent sur le fait que le pécheur obtient la justice (ou la justification) par la foi. Le début de Galates présente exactement le même raisonnement. Autrement dit, la réponse à la question « comment l’homme peut-il être délivré du péché et devenir juste ? » est la suivante : « c’est par la grâce de Christ ». Dans l’Épître aux Galates, Paul proclame que le Christ a accompli toutes les exigences de la Loi et qu’il a payé la dette du péché sur la croix pour nous sauver.

Finalement, le pasteur David Jang insiste sur le fait que nous obtenons la justice uniquement par la foi, c’est-à-dire par la seule grâce. Dans ce contexte, il rappelle le slogan de la Réforme protestante : « Sola fide, Sola gratia, Sola Scriptura » – « La foi seule, la grâce seule, l’Écriture seule ». Alors que l’Église catholique considérait les rites et la tradition de l’Église comme des conditions de salut, le protestantisme a tenu fermement au principe du « salut par la foi seule ». Selon l’explication du pasteur David Jang, si l’on introduit une idée telle que « il faut accomplir la Loi pour être sauvé », alors le mérite de la croix s’en trouve obscurci, et les œuvres de l’homme sont mises en avant, ce qui altère la nature même du salut.

Avant de proposer son commentaire détaillé sur Galates 3, le pasteur David Jang identifie trois concepts théologiques essentiels pour comprendre le processus du salut : 1) la christologie (Christology), 2) la sotériologie (Soteriology) et 3) l’eschatologie (Eschatology). Parmi ces trois, la sotériologie, qui porte sur « comment l’homme peut échapper au jugement après la mort et obtenir la vie éternelle », est la plus cruciale. En se référant à Hébreux 9.27, « Il est réservé aux hommes de mourir une seule fois, après quoi vient le jugement », il souligne que le jugement est inéluctable pour tous. Depuis que l’humanité a été chassée du jardin d’Éden, le véritable enjeu est de retrouver la « terre promise » (la cité céleste) perdue. Ce chemin de salut n’est pas fondé sur des œuvres légales, mais repose uniquement sur la foi placée dans la grâce du Christ, affirme le pasteur David Jang.

Lorsque Galates 3 traite de la question de la Loi et de la Promesse, Paul prend l’exemple d’Abraham pour illustrer « comment cet homme a été déclaré juste ». La Loi fut transmise à Moïse au Sinaï après la sortie d’Égypte, alors qu’Abraham avait reçu la promesse de Dieu 430 ans plus tôt. De plus, la circoncision mentionnée dans Genèse 17 intervient après l’alliance originelle de Genèse 15. L’apôtre Paul souligne donc que la promesse faite à Abraham précède non seulement la Loi mais aussi la circoncision. Le pasteur David Jang insiste à nouveau sur la logique de Paul : la véritable justification provient de la « promesse de grâce » antérieure à la Loi, et non de la Loi ou de la circoncision, institutions apparues plus tard. C’est là l’expression de la doctrine fondamentale selon laquelle le salut ne dépend pas des œuvres, mais découle de l’acceptation par la foi de la promesse de Dieu.

Aux versets 15 à 29 de Galates 3, Paul déclare que « la Promesse est venue d’abord, puis la Loi ensuite ». En concluant une alliance directe avec Abraham, Dieu a utilisé la forme rituelle de l’alliance de sang en passant entre les animaux coupés en deux (Genèse 15). Cela représente un serment inviolable de la part de Dieu. Hébreux 6.13-19 souligne également que Dieu a promis par lui-même et fait un serment à Abraham. Dans son commentaire, le pasteur David Jang explique que la foi ne se limite pas à un simple assentiment intellectuel, mais suppose un « croire en » (believe in), signifiant que l’on s’inscrit déjà dans l’accomplissement futur de la promesse de Dieu. Hébreux 11.1 – « La foi est une ferme assurance des choses qu’on espère, une démonstration de celles qu’on ne voit pas » – vient corroborer cette idée. Bien qu’il fût humainement impossible pour Abraham d’avoir une descendance, il a fait confiance à la parole de Dieu et à sa fidélité, et a « fait entrer l’avenir dans son présent ». C’est pourquoi Dieu a estimé sa foi comme justice (Genèse 15.6).

Ainsi, le pasteur David Jang explique avec clarté que le thème central de l’Épître aux Galates est : « Ce n’est pas la Loi, mais la Promesse ; ce ne sont pas les œuvres, mais la grâce reçue par la foi qui constitue le chemin du salut. » Abraham en est l’exemple : avant même l’apparition de Moïse et de la Loi, Dieu avait déjà préparé la promesse de salut pour toute l’humanité. Quand cette promesse s’est accomplie en Jésus-Christ, la voie s’est ouverte à la fois pour les Juifs et pour les païens pour devenir enfants de Dieu. C’est ce que proclame l’apôtre Paul. Selon le pasteur David Jang, on peut voir cette proclamation de Paul dans Galates 3.28-29 : « Si vous appartenez au Christ, vous êtes donc la descendance d’Abraham, héritiers selon la promesse. » Ces versets symbolisent le dynamisme de l’Évangile qui brise tout mur de séparation et unit Juifs et Grecs.

Le salut ne s’arrête toutefois pas à la dimension individuelle : il englobe aussi la restauration de toute la création. Comme le déclare Romains 8, la création entière soupire et attend avec impatience le jour où les fils de Dieu accéderont à la gloire (Rm 8.19). Si l’accent sur la libération du péché et la justification est mis dans les chapitres 1 à 7, le chapitre 8 montre que le salut concerne aussi « toute la création » qui se réjouit et participe à la rédemption. Le dernier chapitre de Galates (chapitre 6) insiste également sur le rôle du Saint-Esprit, tout comme Romains 8. De fait, c’est par l’Esprit que le pécheur peut être retenu de commettre le mal (la Loi lui révélant d’abord le péché), et qu’il peut vivre en tant que juste. Au bout du compte, la création tout entière partagera le jour où elle se joindra à la louange de Dieu – c’est l’accomplissement final du salut.

En confrontant ainsi les deux axes du salut (le salut personnel et le salut cosmique), le pasteur David Jang exhorte à ne pas négliger l’ampleur de l’Évangile, tout en soulignant l’importance de la repentance et de la foi individuelles. Alors que la Loi se contente de contenir le péché et de nous en faire prendre conscience, l’Évangile élimine le péché, justifie le pécheur et fait entrevoir à toute la création soumise à la souffrance du péché et de la mort un nouveau ciel et une nouvelle terre. Ainsi, toute tentative d’expliquer le salut par les œuvres en restreint fondamentalement la portée et finit par reléguer au second plan la croix sanglante de Jésus-Christ. C’est dans ce contexte que Paul, dans l’Épître aux Galates, réagit avec force : « Si vous dites qu’il faut être circoncis pour être sauvé, alors la croix du Christ est rendue vaine. »

En résumé, on peut définir le premier sous-thème comme « l’essence de la doctrine du salut et l’importance de la promesse ». En méditant Galates et Romains, le pasteur David Jang montre clairement comment l’homme est libéré du péché et déclaré juste devant Dieu, comment il progresse ensuite vers la sanctification véritable par le Saint-Esprit et parvient finalement à la glorification, et enfin comment ce salut ne se limite pas à la sphère individuelle mais s’étend à la restauration de l’univers entier. À chaque étape, tout commence en s’appuyant sur la « promesse de Dieu » et en accueillant par la foi la grâce du Christ, comme l’exemple d’Abraham le démontre déjà.

Le pasteur David Jang souligne que, dans Galates 3, Paul explique de manière convaincante, par le biais d’exemples historiques, que « la promesse est venue avant la Loi ». Paul s’appuie sur Abraham : la promesse faite à Abraham par Dieu apparaît dans Genèse 12 (son appel) et dans Genèse 15 (conclusion de l’alliance). La circoncision de Genèse 17 et la Loi transmise à Moïse au Sinaï après l’Exode sont venues bien plus tard. Paul résume cette chronologie en disant : « Il y a 430 ans qu’intervint la promesse » (Ga 3.17).

Cela signifie que « si Abraham a été déclaré juste », ce n’est pas parce qu’il aurait observé la Loi ou la circoncision. Le pasteur David Jang accorde une attention particulière au verset de Genèse 15.6 : « Abram eut confiance en l’Éternel, qui le lui compta comme justice. » C’est la première fois que la « foi » et la « justice » sont associées dans l’Écriture. Alors qu’Abraham était découragé car il n’avait pas d’enfant, il a accepté sans hésiter la promesse de Dieu selon laquelle « celui qui sortira de tes entrailles sera ton héritier ». La foi n’est pas « la preuve démontrable du présent », mais « la réalité de l’avenir invisible », et consiste à confier complètement sa vie à l’alliance que Dieu propose.

Cependant, de faux docteurs – parfois appelés « judaïsants » – s’étaient introduits dans les Églises de la région de Galatie et soutenaient que « même les païens, pour être vraiment sauvés, devaient observer la Loi et recevoir la circoncision ». Dans toute l’Épître aux Galates, Paul s’efforce de réfuter cet enseignement. Le pasteur David Jang qualifie cette controverse de « débat absolument fondamental sur la méthode du salut ». C’était en effet un conflit entre l’affirmation de Paul selon laquelle « le salut vient uniquement de la foi » et la prétention qu’« une part d’obéissance humaine (observation de la Loi) était indispensable ».

Dans Galates 3.16, Paul écrit : « Il n’est pas dit : “et à ses descendants” (au pluriel), mais au singulier : “et à sa descendance”, c’est-à-dire Christ. » L’alliance avec Abraham n’annonçait pas seulement un héritier charnel, mais elle préfigurait avant tout la venue du Messie, Jésus-Christ, par lequel toutes les nations recevraient la bénédiction. Ainsi, la promesse ne se limite pas à une ethnie particulière, et les païens qui croient au Christ deviennent eux aussi la descendance d’Abraham (Ga 3.29). Le pasteur David Jang décrit cette logique de Paul comme « la confluence de deux fleuves » : la puissance de l’Évangile qui abolit le mur de séparation entre Juifs et païens.

Mais alors, pourquoi la Loi ? Galates 3.19 répond : « Elle a été ajoutée à cause des transgressions. » La Loi empêche le péché, ou tout au moins le freine, et nous fait prendre conscience de la gravité du péché (Rm 3.20). Le pasteur David Jang renvoie à l’image du « pédagogue » (ou instituteur des enfants), évoquée au verset 24 de Galates 3 (« Ainsi la Loi a été comme un pédagogue pour nous conduire à Christ »). La Loi dévoile le péché et nous pousse à chercher la grâce et à nous tourner vers Jésus-Christ. Le problème n’est pas la Loi elle-même : elle a une fonction, celle d’un moyen limité, incapable de procurer la vie éternelle. Il est essentiel de reconnaître ses limites.

Le pasteur David Jang explique que, selon Paul, dire que la Loi est sans valeur n’est absolument pas son propos. Simplement, la Loi ne peut nous justifier. Elle révèle notre péché et nous accable de culpabilité, nous incitant finalement à nous réfugier dans le Christ. En Romains 7, Paul confesse lui-même qu’il a compris l’étendue de son péché précisément grâce à la Loi, confirmant ainsi le rôle d’accusateur qu’elle joue.

Le salut, pourtant, puise sa source dans la « promesse » et s’accomplit par la « foi ». Galates 3.22 dit que tout homme est pécheur sous la Loi, mais que la justice est donnée à ceux qui croient en Jésus-Christ. Le « pédagogue » a accompli sa fonction et, une fois la foi venue, nous sommes placés au rang d’enfants de Dieu. Nous ne sommes plus esclaves mais « fils de Dieu » (Ga 3.26). C’est pour cela que le pasteur David Jang répète que la promesse de Dieu est bien plus essentielle et fondamentale que la Loi.

En outre, le pasteur David Jang explique clairement pourquoi la perspective « nous sommes sauvés grâce à la Loi » est dangereuse : elle « voile et obscurcit la grâce de la croix ». Lorsqu’on met l’accent sur la circoncision et qu’on déclare que quiconque transgresse les rites de l’Ancien Testament ne peut être sauvé, on déplace progressivement le centre de gravité du « mérite de Jésus » vers les « réalisations humaines ». C’est exactement ce que les réformateurs ont reproché à l’Église catholique : la tendance à faire reposer le salut sur ses traditions et ses rites. Les protestants ont alors proclamé « la foi seule, la grâce seule, l’Écriture seule ». Quand on perd de vue le fait que le sacrifice sanglant de Jésus sur la croix est l’unique et suffisant fondement du salut, l’homme devient incapable d’avoir l’assurance de son salut et retombe inévitablement dans l’esclavage d’une religion légaliste où il cherche à mériter son salut par ses œuvres.

Ainsi, le deuxième sous-thème s’intéresse principalement à « la relation entre la Loi et la Promesse, et la raison pour laquelle la Promesse (la foi) est l’unique voie du salut ». Dans Galates 3, Paul développe sa pensée en s’appuyant sur quatre points : 1) le fait historique que la Loi a été donnée 430 ans après la promesse, 2) l’exemple d’Abraham justifié par la foi, 3) ce que la Loi peut et ne peut pas faire, et 4) l’affirmation que Jésus-Christ est la descendance (au singulier) annoncée. Aujourd’hui encore, nous pouvons en tirer la leçon suivante : le culte, la tradition et les rites ne sont pas des conditions absolues pour être sauvé. Ils appartiennent plutôt à l’ordre de la reconnaissance et de l’obéissance de la part d’un peuple déjà sauvé. Le salut ne dépend pas de ces pratiques, mais de « l’alliance de Dieu » que nous recevons par la foi.

Le pasteur David Jang aborde ensuite la question de la « sanctification » : comment les croyants justifiés deviennent-ils saints dans leur vie concrète ? Il met en parallèle les chapitres 6-7 de Romains (et le chapitre 8) avec le contenu de Galates 3. La justification (justification) induit un changement de statut, alors que la sanctification (sanctification) est un changement de condition (change of state). Les croyants sauvés reçoivent non seulement le pardon de leurs péchés, mais aussi l’Esprit du Christ, et ils doivent « revêtir un habit nouveau ». Le verset 27 de Galates 3 déclare : « Vous tous qui avez été baptisés en Christ, vous avez revêtu Christ. » Paul aime beaucoup cette métaphore de « revêtir un vêtement » pour évoquer l’idée que notre conduite, comme un vêtement, se voit à l’extérieur (Ap 19.8 : « Le fin lin, ce sont les œuvres justes des saints »).

Cependant, la nature humaine reste marquée par le péché et tend constamment à revenir à ses anciennes habitudes. L’approche légaliste ne peut venir à bout de cette racine profonde du péché, car la Loi ne fait que nous révéler nos fautes sans pouvoir les effacer. C’est pourquoi Paul, dans les chapitres 5 et 6 de Galates, met l’accent sur la « vie selon l’Esprit ». Romains 8 développe la même idée : c’est par la puissance de l’Esprit que nous pouvons vaincre les œuvres de la chair et marcher en liberté en tant qu’enfants de Dieu.

Selon le pasteur David Jang, c’est l’action de l’Esprit qui constitue la force libératrice que la Loi ne peut offrir. Alors que la Loi indique seulement la bonne conduite à adopter, l’Esprit produit en nous une régénération intérieure qui nous pousse à faire le bien spontanément et à fuir le mal. Lorsque Jésus nous commande « d’aimer nos ennemis » (Mt 5.44), la pensée légaliste, fondée sur « œil pour œil, dent pour dent », s’y refuse presque naturellement. Mais si l’Esprit transforme notre cœur, nous nous souvenons de l’amour de la croix qui nous a sauvés en tant que pécheurs, et nous sommes alors capables d’aimer même nos ennemis. C’est la naissance d’une « nouvelle nature ».

Le pasteur David Jang précise que la sanctification n’est pas un simple exercice de développement personnel ou de vertu morale. Elle est essentiellement l’œuvre du Saint-Esprit, qui opère une transformation intérieure, laquelle se manifeste ensuite par des fruits tangibles dans la vie. Ce processus est rendu possible parce que nous sommes devenus « enfants de Dieu » en Jésus-Christ. Galates 3.28 : « Il n’y a plus ni Juif ni Grec, il n’y a plus ni esclave ni libre, il n’y a plus ni homme ni femme : car vous êtes tous un en Jésus-Christ. » Cette parole révèle que notre « identité » est radicalement changée : nous ne sommes plus des esclaves, mais des enfants de Dieu, et la joie et la liberté qui découlent de cette nouvelle position sont la force de l’Évangile.

Le pasteur David Jang remarque aussi que Galates (chapitres 5-6) et Romains 8 se concluent en insistant sur l’œuvre du Saint-Esprit. Alors que sous la Loi l’homme demeure incapable de faire le bien, sous la puissance de l’Esprit, la promesse de « vie éternelle » se concrétise et l’être humain se transforme réellement. Romains 8.19 et les versets suivants décrivent même la création entière aspirant au jour où les enfants de Dieu se manifesteront pour l’accomplissement final du salut. Ainsi, l’Évangile ne se limite pas à « mon » salut individuel, mais s’étend jusqu’à la restauration de l’univers. Apocalypse 4 décrit ce jour où « tout ce qui est au ciel et sur la terre » louera le Seigneur. Telle est la promesse de la Bible concernant le salut.

Ce point rejoint l’eschatologie : le pasteur David Jang souligne que le salut ne consiste pas seulement à « aller au ciel après la mort », mais qu’il se déploie dès à présent sur cette terre, à travers l’expérience progressive et tangible de l’Esprit. À long terme, il englobe la restauration et le chant de louange de toutes les créatures. C’est pourquoi il exhorte à vivre non pas sous « la malédiction de la Loi » et dans l’inquiétude de devoir tout accomplir par ses propres forces, mais dans l’assurance de l’alliance déjà scellée en Jésus-Christ, en marchant avec le Saint-Esprit.

Selon le pasteur David Jang, Galates 3 montre comment « celui qui est justifié est désormais un enfant de Dieu », et comment cela peut se traduire concrètement en une vie sainte. « Si vous avez été baptisés et unis à Jésus, vous êtes déjà revêtus de Christ. Ne souillez pas ce vêtement, mais lavez-le chaque jour. Il s’agit de votre conduite, et l’Esprit est là pour vous aider à la purifier », tel est le message qui parcourt Galates, Romains et l’ensemble de la Bible. La seule puissance capable de vaincre le péché et le mal de ce monde est celle du Saint-Esprit, et c’est vers cette foi qu’il faut tendre.

En conclusion, le troisième sous-thème concerne « la liberté issue de l’Esprit et la restauration de la communauté ». Déclarés justes, nous ne sommes plus sous la tutelle de la Loi en tant que pédagogue, mais nous suivons la direction du Saint-Esprit, dans la liberté, l’amour et la sainteté. Le pasteur David Jang appelle cela « le privilège des fils ». De même qu’un fils vit en pleine confiance dans la maison de son père, le croyant justifié a maintenant l’audace de s’approcher de Dieu et d’assumer la mission de servir son prochain. Au-delà des divisions, de l’exclusion et de la condamnation qu’engendre le légalisme, le peuple réuni en Christ devient un corps uni, qui s’aime et se soutient. Il participe en définitive à la restauration de toute la création. Ce n’est pas une simple utopie, mais la « promesse » déjà garantie par la croix de Jésus, et le Saint-Esprit agit en nous pour réaliser aujourd’hui ce salut. Le pasteur David Jang insiste : c’est la réalité même du salut présent, non une vague espérance, et c’est une invitation à marcher dans la foi en la puissance de l’Esprit.

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借着恩典重生的救恩之路——张大卫牧师

张大卫牧师在研读加拉太书与罗马书的过程中,系统地讲解了基督教信仰核心——“救恩论”与“上帝的应许”之间的关联。救恩论之所以被视为基督教神学的中心,是因为它与人类在死亡后如何免受上帝审判并获得永生的终极命题紧密相连。张大卫牧师指出,若将加拉太书第3章中保罗的论点与罗马书的结构相并行进行分析,就能更清楚地把握保罗思路的脉络。罗马书共16章,大体可分为1-8章与9-16章两大部分,其中1-8章又可拆分为三个部分:1-4章是“称义(justification)”,5-7章是“成圣(sanctification)”,而第8章则是“得荣(glorification)”的内容。加拉太书同样在前半部分讨论罪人如何得称为义,继而谈到成圣之路,以及最终圆满完成之路,与罗马书有着结构上的相似性。

尤其值得注意的是,张大卫牧师强调,加拉太书与罗马书一样,也体现了“称义——成圣——得荣”这种阶段式的救恩进程。如果说罗马书1-4章突出罪人如何藉着“信心”而得称义,那么加拉太书的前半部分也呈现了同样的逻辑:人如何从罪中得释放并成为义人,其答案就是“因着基督的恩典”。在加拉太书中,保罗宣告,基督已经成全了一切律法的要求,并在十字架上付清罪的代价,从而拯救了我们。

因此,张大卫牧师再三强调,唯有“信心”,也就是唯有“恩典”,我们才能得称为义。在此背景下,新教所提出的“唯独信心、唯独恩典、唯独圣经”这一宗教改革口号再次被提及。过去天主教会曾将教会礼仪、传统等视为救恩的必要条件,而新教则坚定地宣告“惟有信心才能带来救恩”。如果在此基础上再加上“务必守律法才能得救”之类的主张,就会使基督十字架的功劳被淡化,人的行为反而被突出,从而偏离救恩的本质。对此,张大卫牧师提醒,如果我们将人的行为与十字架的恩典混为一谈,就会模糊福音的核心。

在正式讲解加拉太书第3章之前,张大卫牧师先指出了与人的救恩过程相关的三大神学核心概念:1)基督论(Christology),2)救恩论(Soteriology),3)末世论(Eschatology)。其中,救恩论关乎“人在死后如何逃避审判并获得永生”这一问题,因此最为关键。他引用希伯来书第9章27节“按着定命,人人都有一死,死后且有审判”这句话,强调所有人在死后都无可避免地要面对审判。自从人被赶出伊甸园,就失去了“应许之地(天城)”,而重获那失落之地的途径正是救恩之路,而这条路并不在于律法的行为,而在于对基督恩典的信靠。正如张大卫牧师所言,“唯有信心”才是进入救恩的大门。


当加拉太书第3章讨论“律法与应许”的问题时,保罗首先举例说明“亚伯拉罕如何被称为义”。律法是借着摩西在出埃及之后于西乃山所颁布的,而亚伯拉罕比摩西更早430年就从上帝领受了应许。至于割礼,出现在创世记第17章,比上帝在创世记第15章与亚伯拉罕立约更晚。因此,张大卫牧师紧扣保罗的论点,一再解释:真正使人得称为义的途径并不是“在律法或割礼之后才出现的制度”,而是“早在律法之前就已存在的上帝恩典之应许”。这清楚地表达了救恩并非基于人的行为,而是通过相信上帝的应许而得。

在加拉太书3章15-29节,保罗宣告:“应许先于律法,而律法后来才出现。”上帝与亚伯拉罕立约时,采用了古代近东“把祭牲剖开,双方从剖开的肉块之间经过”的血约方式(参见创世记15章)。这实际上等同于上帝不改变的誓言。希伯来书6章13-19节同样强调了上帝向亚伯拉罕亲自宣誓并赐下应许的事实。张大卫牧师在解读这段经文时,指出“信心”并非只是“精神层面的认同”,而是“believe in”的含义,也就是完全进入到那未来的应许之中去的状态。希伯来书11章1节所说“信就是所望之事的实底,是未见之事的确据”,也说明了这一点。亚伯拉罕在完全没有生育希望的情况下,却信靠上帝的话语、相信上帝的信实,并将“未来”当作“现在”来活;正因此,上帝就以他的信心为义(参见创世记15章6节)。

张大卫牧师据此强调了加拉太书的中心议题:“不是律法,而是应许;不是行为,而是恩典;唯有因信领受这恩典才是得救的道路。”亚伯拉罕的例子就是明证。在摩西与律法出现之前,上帝早已为全人类预备了救恩之约定。后来此应许借着耶稣基督得以实现,不再区分犹太人与外邦人,所有人都可成为上帝的儿女——这是保罗在加拉太书3章28-29节所宣告的真理:“若是属乎基督,就是亚伯拉罕的后裔,是照着应许承受产业的了。”张大卫牧师解释,这一宣告拆毁了隔断的墙,将犹太人和希腊人合二为一,象征着福音的强大动力。

进而,他还强调救恩不仅局限于个人层面,也包括恢复万有、更新整个受造界。正如罗马书第8章所言,受造之物热切盼望上帝众子显现并进入荣耀(罗8:19)。如果说罗马书1-7章主要聚焦于个人如何脱离罪与定罪,那么第8章则告诉我们救恩超越个人,乃是连同所有受造之物一同欢呼并参与救赎的“宇宙性救恩”。加拉太书在最后第6章也同样强调圣灵的角色,与罗马书第8章相映衬。唯有在圣灵的帮助下,我们才能真正胜过罪(律法所指明的罪),过上义人的新生活,并且在那万物向上帝赞美的日子与全宇宙一同欢腾,这才是救恩的最终完成。

张大卫牧师在对比个人得救与宇宙性救赎这两个焦点时,不仅强调个人悔改与信心的重要性,也提醒我们不要忽视福音对整个受造世界的恢宏图景。律法虽然能抑制罪恶、让人知道什么是罪,却并不能彻底消除罪;而福音则是除罪,并使罪人得称为义,使原本在罪与死亡之中受苦的所有受造物都能仰望新天新地。正因如此,想要用“行为”来解释救恩本质,实际上是缩小了福音的规模,让耶稣基督宝血所成就的十字架被遮蔽。保罗在加拉太教会中之所以如此强烈地宣告“若说一定要受割礼才得救,那基督的十字架就落了空”,也正是这个原因。

总而言之,可以将小主1概括为“救恩论的本质与应许的重要性”。张大卫牧师透过加拉太书与罗马书的默想,清晰地揭示了人如何从罪中得自由,在上帝面前得称为义,并在圣灵引导下经历真正的成圣,以及最终的得荣。这不仅局限于个人的灵魂得救,还扩展至整个宇宙的更新。而这一切的起点,就在于“依靠上帝的应许、以信心领受基督的恩典”,正如亚伯拉罕的例子已经证明的一样。


张大卫牧师提到,加拉太书第3章中,保罗透过“应许比律法更先存在”这一历史例证,提出了极具说服力的观点。保罗所举的例子就是亚伯拉罕:上帝对亚伯拉罕的应许,在创世记12章(蒙召)与15章(立约)已有明确记载,而创世记17章出现的割礼,或出埃及后在西乃山所颁布的律法,都远晚于亚伯拉罕之约。因此,保罗总结说“应许比律法早了430年”(加3:17)。

这意味着亚伯拉罕得称为义,并非因为他“很好地遵守了律法或割礼”。张大卫牧师尤其聚焦于创世记15章6节:“亚伯兰信耶和华,耶和华就以此为他的义”。这是圣经中首次将“信心”和“义”这两个概念并置在一起。亚伯拉罕虽因无子而困惑绝望,却毫不怀疑地接受了上帝的应许(“那从你身所生的才要成为你的后裔”)。信心抓住的,不是“目前可理解的证据”,而是“尚未看见的未来实质”,是一种将自己完全交托给上帝所立之约的态度。

然而,加拉太教会中出现的假教师,也就是犹太主义派基督徒,则主张“外邦人若要真正得救,必须遵守律法,也要受割礼”。加拉太书整体背景就是保罗对这一观点的驳斥。张大卫牧师指出,这场争论实质上是关于“救恩方式”的核心之争:到底是“唯独信心”带来救恩,还是“部分必须加上人的行为(守律法)”才能得救?

保罗在加拉太书3章16节清楚说明:“上帝所应许的,并不是指‘众子孙’(复数),而是指‘那一个后裔’(单数),就是基督。”这表示亚伯拉罕之约并非仅仅指某个血统后代,而是终将透过弥赛亚耶稣临到万邦,使列国得福。因此,应许并非某个特定民族的专利,凡信耶稣基督的外邦人也能成为亚伯拉罕的子孙(加3:29)。张大卫牧师将保罗的这一主张比喻为“两条大河的汇合”,暗示犹太人和外邦人之间曾经的隔阂如今被福音的大能所打破。

那么,律法究竟是为何而设?在加拉太书3章19节,保罗说:“这是为过犯添上的。”律法能够抑制罪恶、使人对罪有更清楚的认识(罗3:20)。张大卫牧师也引用了加拉太书3章24-25节,将律法比作“启蒙教师(蒙学导师)”,即把孩子带到学校的护卫者(παιδαγωγός)。律法所做的,是指认我们的罪,从而让人更加意识到自己需要恩典,需要投奔耶稣基督。律法本身并没有错,它只是有着自身的局限性:它不能赐予人永生,也没有使人称义的能力。

张大卫牧师总结说,“保罗并非否定律法的存在意义,只是强调律法本身并不能使人称义。它的功能在于指明人的罪,并让人意识到自己的罪责,最终把人引向基督。”保罗在罗马书第7章的自白也佐证了这一点:“因着律法,我才更清楚地知道自己是何等的罪人。”律法就像一个揭示罪恶的“控诉者”。

但救恩最终是“由应许发端,借着信心得以成全”。加拉太书3章22节指出,所有人在律法之下都被证明是罪人,但那应许的义却借着信耶稣基督赐给他们。当这位“启蒙教师”的职责完成,信心来到之时,我们就不再是奴仆,而成为儿子(加3:26)。在此,张大卫牧师再次强调,“上帝的应许”比律法更关键,更根本。

同时,张大卫牧师也指出“若教导人能藉着律法得救”的危险性,因那样会“遮蔽并淡化十字架的恩典”。若强调割礼或守旧约礼规之类的外在行为是得救的必需条件,焦点就会从“耶稣的功劳”转移到“人的表现”,这与宗教改革时期对天主教传统与礼仪救恩观的批判不谋而合。当时,新教高呼“唯独信心、唯独恩典、唯独圣经”,就是为重申唯有耶稣基督的宝血——祂在十字架上的舍命才是充足且唯一的救恩根基。如果忽视这点,人的内心终究难以获得得救的确信,最终很可能落入不断自我捆绑的律法式“行为宗教”陷阱中。

因此,在小主2中所聚焦的重点就是“律法与应许的关系,以及为何唯有应许(信心)才是唯一的得救之道”。保罗在加拉太书3章的论证主线包括:1)律法是在430年后才出现的历史事实,2)亚伯拉罕因信称义的典范,3)律法所能做到与做不到的事情,4)耶稣基督正是那应许的种子(单数后裔)等。应用到今日教会时,我们可以说:礼拜、传统和教规等,并非得救所必需的前提条件,而是已经得救的子民出于感恩和顺服而遵守的秩序;真正的救恩仍然在于“上帝之约以及因信心接受此约”。


张大卫牧师在谈到加拉太书第3章里“因信称义”之后的信徒如何在实际生活中活出圣洁(即“成圣”)时,也将其与罗马书6-7章以及第8章相连起来说明。称义(justification)表示身份地位的改变(change of status),而成圣(sanctification)则意味着状况或状态的改变(change of state)。得救的信徒不仅蒙赦免,也领受了基督的灵,当“穿上”新人。加拉太书3章27节所说“你们受洗归入基督的,都是披戴基督了”正是这一象征。保罗常用“穿衣”比喻我们的行为表现,启示录19章8节也说“这细麻衣就是圣徒所行的义”,可见外在行为如同衣裳,会显明我们内在的真实状况。

然而,人性本身仍旧带着罪性,很容易回到“旧习惯”里去。律法式方法无法根本改变这罪性,因为律法只能让人意识到罪,却无力除掉罪的根源。所以保罗在加拉太书5-6章里强调“随从圣灵而行”,而罗马书第8章也同样以圣灵的大能为中心,让人胜过罪性,享受上帝儿女的自由。

张大卫牧师由此强调:唯有圣灵的帮助,才能带给我们从律法无法获得的强大解放力量。律法固然指出了什么是正义之举,却只能停留在规范层面;而圣灵则从内里更新信徒,使其自发地行善远恶。耶稣教导我们“爱你们的仇敌”(太5:44),对律法思维而言,“以眼还眼,以牙还牙”才合乎常理,让人觉得爱仇敌几乎不可能。但若圣灵更新了我们的心,我们就会因记得自己也是罪人,却被钉十字架的主拯救,从而生出爱敌人的新本性。

张大卫牧师指出,成圣并非简单的“人性修炼”或“道德训练”,而是圣灵主导的内在蜕变,继而自然流露在生活的果子上。这归根到底是因为我们在基督里得着了“上帝儿女”的身份。加拉太书3章28节宣告:“并不分犹太人或希腊人,为奴的或自主的,或男或女,因为你们在基督耶稣里都成为一了。”这彰显了“身份的转变”。我们不再是“奴仆”,乃是“儿子”;而儿子所拥有的自由和喜乐,才是真正的福音大能。

同时,张大卫牧师也注意到,加拉太书结尾(5-6章)与罗马书第8章同样以圣灵的工作作为结束。人在律法之下无法成为良善,但在圣灵能力之中,却能盼望并且开始真实地改变。罗马书8章19节以后提到,连受造之物也切望上帝众子显现,一同分享那救恩完成的荣耀。启示录第4章描绘出将来“天上地上一切都要赞美主”的图景,这表明福音不只是关乎我个人的得救,更要延伸至宇宙万物的复兴。

这也与末世论相关。张大卫牧师多次提醒:救恩不仅仅是“死后上天堂”,更是从现今此世开始,在圣灵里一步步经历真实而确定的改变;最终将与万有一同进入新创造的完成。因此,我们不必在律法的咒诅下挣扎,而应当坚信上帝已赐下的应许和基督十字架的救赎,大胆依靠圣灵同在而生活。

张大卫牧师通过这些教导,解释了加拉太书第3章如何在“已得称义,即成为上帝儿女”这一身份之上,具体落实到“如何活出圣洁生活”。他说:“若你与耶稣联合、受洗归入基督,就等同于穿上了基督;既已穿上,就当努力保持干净,天天洗涤;这涉及到你的行为,需要依靠圣灵的大能而更新。”这也呼应了整卷加拉太书、罗马书以及整本圣经的主线:我们惟有在圣灵的能力里,才能胜过世上的罪恶与败坏。

最终,小主3的核心就是“借着圣灵得自由,并恢复群体的合一”。得称为义的我们,不再受“启蒙教师”——律法的捆绑,而是活在圣灵的带领之中,走向自由、爱与圣洁之路。张大卫牧师将其称为“儿子的特权”。正如儿子可以坦然无惧地在父家生活一般,因信称义的信徒也能在上帝面前坦然无惧,并在彼此服事的事工上勇敢承担使命。这样,原本由律法主义产生的分裂、排斥、定罪文化就能被超越;在基督里成为一体的子民彼此相爱,彼此服事,最终也能参与到上帝对万有的恢复大计中。这并非空想,而是主借着十字架已向我们保证的“应许”,也是现今圣灵在我们心中运行、能使我们真实经历的“救恩现实”。

恵みによって生まれ変わる救いの道 – 張ダビデ牧師

張ダビデ牧師は、ガラテヤ書とローマ書をあわせて考察しながら、キリスト教信仰の核心である「救いの教理(救済論)」と「神の約束」がどのようにつながっているかを体系的に教えている。救済論は、人間が死を迎えた後、いかにして神の裁きを免れ、永遠のいのちを得るのかという絶対的な課題と直結するため、キリスト教神学の中心に位置づけられる。張ダビデ牧師は、ガラテヤ書3章におけるパウロの論旨を分析する際、ローマ書の構造と並行して見ると、その論の流れがいっそう明確になると述べる。ローマ書は全16章で構成されており、大きく前半(1~8章)と後半(9~16章)に分けることができる。さらに1~8章を3つの部分に区分すると、1~4章が「義認(justification)」、5~7章が「聖化(sanctification)」、そして8章が「栄化(glorification)」という内容で構成されている。ガラテヤ書もまた、冒頭で罪人がどのように義とされるかという「義認」の問題を扱い、続いて聖化の道、そして究極的完成の道について語るという構造的類似性を持つ。

とりわけ張ダビデ牧師は、ガラテヤ書もローマ書と同様に「義認―聖化―栄化」という段階的流れを持っていると説明する。ローマ書4章までが「罪人である人間がいかにして義とされる(称義)に至るか」を「信仰によって」と力説しているならば、ガラテヤ書の冒頭部分も同じ論理を示しているというのである。すなわち、人間がどのように罪から自由を得て義とされるかに対する答えは、「キリストの恵みによる」という主張だ。ガラテヤ書の中でパウロは、キリストが律法の要求をすべて満たし、罪の代価を十字架で支払うことによって私たちを救ってくださった、と宣言している。

結局、張ダビデ牧師は、私たちがただ信仰、すなわち恵みによってのみ義とされるのだと強調する。そしてこの強調の文脈において、プロテスタントが掲げてきた「ただ信仰によって、ただ恵みによって、ただ聖書によって」という宗教改革のスローガンが改めて言及される。カトリック教会が教会の典礼や伝統などを救いの条件に提示したのに対し、プロテスタントは「ただ信仰によって」救いを受けるという真理を固く握ったというのである。もしここに「律法を守らなければ救いに至れない」というような主張が混在すると、十字架の功績が曖昧になり、人間の行いが際立ってしまい、救いの本質が損なわれやすいというのが張ダビデ牧師の説明である。

張ダビデ牧師は、ガラテヤ書3章を本格的に解説する前に、まず人間の救いの過程における3つの神学的核心概念を押さえる。それは、1) キリスト論(Christology)、2) 救済論(Soteriology)、3) 終末論(Eschatology)である。このうち救済論が「人間が死んだ後、いかにして裁きを免れ、永遠のいのちを得るか」という問題を扱うため、核心中の核心であることを強調する。ヘブル9章27節の「人間には一度死ぬことと、その後に裁きを受けることが定まっている」という御言葉を通して、すべての人に死後の避けられない裁きがあることを確認するのだ。人間がエデンの園から追放されて以来失った「約束の地(天の故郷)」を取り戻す道こそが救いの道であり、そのための方法は律法的行いではなく、ただキリストの恵みを信じ、より頼む「信仰」だけであると、張ダビデ牧師は力説する。

ガラテヤ書3章が律法と約束の問題を扱う際、パウロはまず「アブラハムがどのようにして義とされたのか」を例に挙げて主張を展開する。律法はモーセを通して出エジプト後にシナイ山で与えられたが、アブラハムはそれより430年も前に神の約束を受けた。さらに割礼も創世記17章に登場するが、アブラハムに初めて与えられた約束(創世記15章)は割礼よりも先であることを指摘する。したがって張ダビデ牧師は、パウロの論旨に着目しながら、本当に義とされる道は「律法以前に存在した神の恵みの約束」を信じることであり、後代に設けられた律法や割礼といった制度ではないという点を重ねて説明する。これは救いが行いによるのではなく、ただ神の約束を「信仰によって受け入れる」ことから始まるという核心的な思想を明確に示している。

ガラテヤ書3章15~29節を見ると、パウロは「まず約束があって、それから律法があった」と宣言する。神がアブラハムに直接契約を結び、その約束を成就するために「切り裂いた動物の肉片の間を通る」という古代近東の血の契約方式を用いられた(創世記15章)。これは神が変わることのない誓いをされたことに他ならない。ヘブル6章13~19節もまた、神がアブラハムにご自身で誓われて約束を下さった事実を強調している。張ダビデ牧師はこの箇所を解釈しながら、信仰とは単なる精神的同意ではなく “believe in” の意味、すなわち未来的な約束の中に自分自身が既に入っている状態を指すのだと語る。ヘブル11章1節の「信仰は望んでいる事柄を保証し、まだ見ぬ事実を確証するもの」という御言葉がこれを裏付ける。アブラハムが自分には子どもを得る望みなど全くない状況でも、神の言葉、神の真実な約束を信頼し、「未来を今日に取り込み」生き抜いたゆえに、神はその信仰を「義」と見なされたのだ(創世記15章6節)。

このように張ダビデ牧師は、ガラテヤ書の中心テーマである「律法ではなく約束、行いではなく恵み、その恵みを信仰によって受けることこそ救いの道」という点を明確に示している。アブラハムもそうであったし、モーセと律法が存在する以前から、神はすでに全人類に拡大される救いの約束を用意しておられた。その約束は後にイエス・キリストを通して成就し、ユダヤ人と異邦人の区別なくすべての人が神の子どもとなる道が開かれたのだとパウロは宣言する。張ダビデ牧師は、このパウロの宣言をガラテヤ書3章28~29節で確認できると述べる。「もしあなたがたがキリストのものなら、あなたがたはアブラハムの子孫であり、約束による相続人です」というこの宣言は、仕切りの壁を打ち壊し、ユダヤ人とギリシア人を一つに束ねる福音の力動性を象徴していると解釈する。

さらに救いは個人的次元を超えて、すべての被造物が回復される宇宙的次元まで含むという点も強調される。ローマ書8章が語るように、被造物は神の子たちが栄光に至るその日を待ち望んでいる(ローマ8章19節)。個人が罪から自由になり、義とされる焦点が1~7章にあるとすれば、ローマ書8章は救いが個人を超えて被造物全体をも含み、ともに喜びながら贖いにあずかる「宇宙的救い」であることを示す。ガラテヤ書も最後の6章で御霊(聖霊)の役割を強調して結ばれており、これがローマ書8章と酷似しているというのだ。最終的には聖霊によって罪を抑制し(律法が指摘する罪を自覚し)、義なる者としての新しい生を生き、最終的に全被造物が神を賛美するその日にともに参加することが救いの完成である。

張ダビデ牧師は、このように救済論の二つの中心軸(個人的救いと宇宙的救い)を対比的に考察しつつ、個人の悔い改めと信仰を強調するのはもちろん、被造世界全体が新しい創造へと入る福音のスケールを見失わないようにと勧める。律法が単に罪を抑制し、罪を罪として認識させる機能を果たすに過ぎないとすれば、福音は罪を取り除き、罪人を義と認め、罪と死で苦しんでいたすべての被造物を含め、新しい天と新しい地を仰がせる。ゆえに、救いを行いによって説明しようとする試みは、本質的に福音のスケールを縮小し、イエス・キリストが血を流された十字架を隠してしまう不幸をもたらすと述べるのである。パウロがガラテヤの諸教会で激しく「もし割礼を受けなければ救われないと主張するならば、キリストの十字架は虚しいものになる」と宣言した背景には、まさにこれがある。

結論として、小主題1は「救済論の本質と約束の重要性」と要約できる。張ダビデ牧師は、ガラテヤ書とローマ書をあわせて黙想しつつ、人間が罪からいかにして自由とされ、神の御前に義と認められ、さらに聖霊による真の聖化と究極的な栄化に至りうるか、そしてそれが単なる個人的救いにとどまらず全宇宙の回復にまで及ぶということを明確に示す。そのすべての過程の出発点は「神の約束」を拠り所とし、信仰によってキリストの恵みを受け入れることにある。これはアブラハムの例を通して既に確証されている事実でもある。

張ダビデ牧師は、ガラテヤ書3章でパウロが「約束が先にあり、律法は後にできた」という事実を歴史的証拠をもって説得力をもって提示している点を強調する。パウロが例に挙げた人物はアブラハムだが、アブラハムに与えられた神の約束は創世記12章(召し出し)と15章(契約締結)で確認できる。そして創世記17章に登場する割礼や、出エジプト後のシナイ山で与えられた律法は、アブラハムとの契約のはるか後のことである。パウロはこれを指して「約束は律法より430年先立っていた」とまとめる(ガラテヤ3章17節)。

この事実はすなわち「アブラハムが義とされた理由」が、律法や割礼をよく守ったからではないことを意味している。張ダビデ牧師は、創世記15章6節「アブラムは主を信じた。それが彼の義と認められた」という御言葉にとりわけ注目する。ここで初めて「信仰」と「義」が同時に言及されるが、アブラハムは子どもがおらず失望していた状況下でも、「あなたの身から生まれる者があなたの跡を継ぐ」という神の約束を疑わずに受け入れた。信仰とは「理解できる現在の証拠」ではなく、「見えない未来の実体」をつかむ姿勢であり、神が提示された契約の中に自分を完全に委ねることである。

ところが、ガラテヤ地方の教会に入り込んだ偽教師たち、いわゆるユダヤ主義的キリスト者は、「異邦人も真の救いを受けるには律法を守り、割礼も受けなければならない」と主張していた。ガラテヤ書全体の文脈は、パウロがこの主張を反駁することに多くを費やしている。張ダビデ牧師はこれを指して「救いの方法論」に関する極めて本質的な論争だと解説する。救いは「ただ信仰による」というパウロの教えと、「少しでも人間の行い(律法遵守)が加わるべきだ」という主張との衝突だったのである。

パウロは、ガラテヤ書3章16節で「約束は『子孫たち(複数)』と言わず、『子孫(単数)』と言った。その方こそキリストである」と明確に言及する。これはアブラハムとの契約が、単に血統上の子孫一人を指すのではなく、究極的には来るべきメシアであるイエス・キリストによって諸国民が祝福されるという意味であることを示している。したがって約束は特定の民族だけに限定されるものではなく、イエス・キリストを信じるすべての異邦人もまたアブラハムの子孫となり得る、という結論に至る(ガラテヤ3章29節)。張ダビデ牧師は、このパウロの主張を「二つの大河が合流する事件」にたとえる。ユダヤ人と異邦人を隔てていた壁を打ち砕く福音の力が、ここに秘められているからだ。

では、律法はなぜ与えられたのか。ガラテヤ書3章19節でパウロは「違反が増すために付け加えられた」と述べる。律法は罪を抑止し、罪が罪であると気づかせる役割を担う(ローマ3章20節)。張ダビデ牧師は、律法の機能を「私たちを学校まで導く家庭教師(パイダゴーゴス)」にたとえたガラテヤ書3章24~25節の言葉に言及する。律法が指摘するのは罪であり、その罪を悟ることで、最終的に人間は恵みを求め、イエス・キリストにすがるように導かれる。律法自体が誤りなのではなく、律法には限界があり、それ自体に永遠のいのちを与える決定的な力はないという点に注目すべきなのだ。

張ダビデ牧師は、律法の時代と約束(福音)の時代の関係を説明しつつ、「パウロが律法を無意味だと言っているわけでは決してない。ただ、律法には私たちを義とする能力がなく、私たちの罪を浮き彫りにし、罪責感を刻みつけ、最終的にキリストを求めるように導く道具としての役割がある」とまとめる。実際、パウロ自身がローマ書7章で「自分がどれほどの罪人であるかをいっそう深く知ることになったのは、律法によってである」と告白しているのを見ても、律法が罪を罪として明確に示す「告発者」の役割を果たすことは明らかだ。

しかし救いは結局「約束」に始まり、「信仰」によって成就する。ガラテヤ書3章22節が語るように、すべての人は律法の下で罪人であることが明らかにされるが、イエス・キリストを信じることによって与えられる義を自分のものとすることができるのだ。家庭教師(律法)の役割が終わり、信仰が到来するとき、私たちは子どもの身分に入る。奴隷の身分を脱し、「神の子ども」となる権威が与えられる(ガラテヤ3章26節)。まさにこの点で、律法よりはるかに重要で根本的なのが「神の約束」であると、張ダビデ牧師は強調する。

また張ダビデ牧師は「律法によって救いを得る」という見解がなぜ危険なのかを語り、それが「十字架の恵みを隠し、ぼやけさせてしまう」ことにつながると説明する。割礼を強調し、旧約の規定を破った者には救いがないと言い始めれば、結局そのすべての焦点が「イエスの功績」ではなく、「人間の実行力」に移りやすい。これは宗教改革当時、カトリック教会の伝統と典礼を通じた救済観を批判し、プロテスタントが「ただ信仰、ただ恵み、ただ聖書」と叫んだ歴史的文脈と正確に重なる。イエスが私たちの罪を背負い、十字架にかかり、血を流された出来事こそが救いの唯一にして十分な根拠であることを見失うならば、人は結局救いの確信を得られず、自らを絶えず縛りつける律法的「行為宗教」に陥ってしまうというのだ。

結局、小主題2では「律法と約束の関係、そしてなぜ約束(信仰)が救いの唯一の道なのか」が核心となる。パウロはガラテヤ書3章の論理展開を通じ、1) 律法が430年後に与えられたという歴史的事実、2) アブラハムが信仰によって義と認められた手本、3) 律法ができることとできないこと、4) イエス・キリストが約束の「子孫(単数)」であるという真理を説いている。これを現代の教会に適用すれば、礼拝・伝統・規定などは救いのために必ず備えなければならない必須条件というより、救いを得た民が感謝と従順をもって守る秩序であり、真の救いは「神の契約と、その契約を信仰によって受け入れること」にかかっていると言えるだろう。

張ダビデ牧師は、ガラテヤ書3章において義とされた信徒が、どのように実生活で聖なる歩みを成し遂げるか、すなわち「聖化の過程」をローマ書6~7章、そして8章と結びつけて説明する。義と認められたというのは、身分の変化(称義、change of status)であり、続く聖化(sanctification)は状態の変化(change of state)だというのである。救われた信徒は、罪の赦しを受けただけではなく、キリストの御霊を受けて新しい衣を着るべきである。ガラテヤ書3章27節の「キリストと結ばれてバプテスマを受けたあなたがたは、皆キリストを着たのです」という御言葉が、それを象徴的に示している。パウロが「衣を着る」という表現を好んで使う理由は、私たちの「行い」がまるで衣のように外側に表れるからである(黙示録19章8節「この亜麻布は聖徒たちの正しい行いである」)。

しかし人間の本性は依然として罪性を帯びており、「以前の習慣」に戻ろうとする傾向が強い。律法的アプローチでは、この罪性を根本的に変えることはできない。なぜなら、律法は罪を悟らせるだけであって、罪をなくしたり、罪の根を取り除いたりすることはできないからである。したがってパウロはガラテヤ書5~6章で「御霊に従う生き方」を強調する。ローマ書8章でも同じく、御霊の力によって罪の体に打ち勝ち、神の子どもとして自由へと導かれる過程を紹介している。

張ダビデ牧師は、この点において聖霊の助けこそが律法にはない強力な解放の力だと主張する。律法は正しい行いが何かを指し示すだけだが、聖霊は信徒を内面から新たに生まれ変わらせ、自発的に善を行い悪を避けるよう導くからである。イエスが「敵を愛しなさい」(マタイ5章44節)と言われたとき、律法的な考え方では「目には目を、歯には歯を」が当然なので、敵を愛するなど不可能に近い。しかし聖霊が私たちの心を変えてくださるとき、罪人である自分を生かしてくださった十字架の愛を思い起こして、敵までも愛することができる「新しい本性」が成長していく。

張ダビデ牧師は、聖化を単なる「人間的修養」や「道徳的修練」として理解してはならないと言う。聖化は本質的に聖霊が主導される内面的変革であり、その変化が自然に生活の実として現れる。これは究極的には私たちがキリストのうちにあって神の子というアイデンティティを得たからこそ可能となることだ。ガラテヤ書3章28節「もはやユダヤ人もギリシア人もなく、奴隷も自由人もなく、男と女もありません。あなたがたは皆キリスト・イエスにあって一つだからです」という宣言は、まさに「アイデンティティの変化」を示している。宗教的区分、民族的区別、性別や社会的身分を超越して、キリストにあって神の子どもとなったことを告げ知らせる。私たちにはもはや「奴隷の身分」ではなく、「子どもの身分」が与えられ、この確固とした身分がもたらす自由と喜びこそ福音の力なのだ。

さらに張ダビデ牧師は、ガラテヤ書の結論部(5~6章)とローマ書8章が聖霊の役割を強調して締めくくられている点に注目する。律法の下では決して善人になれない人間が、聖霊の力のうちにあって「永遠のいのち」を見つめながら、実際に変えられていく。ローマ書8章19節以下で、被造物さえも神の子どもたちが現れるのを待ち望み、救いの完成にあずかろうとしていると語るように、福音は私一人の救いにとどまらず、宇宙的回復へと拡張していく。「天と地にあるすべてのものが主を賛美する日」(黙示録4章)へと至ることこそ、聖書が約束する救いなのである。

結局、これは終末論とも結びつくが、張ダビデ牧師は救いが単に「死んで天国に行くこと」だけではなく、現在この地上で聖霊のうちに経験する漸進的かつ確かな変化であり、最終的には世界のすべての被造物の回復と賛美までを包含する完全な救いであることを繰り返し説き明かす。だからこそ、律法の呪いの下で不安に駆られながら行いによって救いを成し遂げようとするのではなく、既に私たちに与えられている神の約束とキリストの十字架の贖いを確信し、聖霊とともに歩む生き方を選ぶように勧める。

張ダビデ牧師は、こうした教えを通して、ガラテヤ書3章が「義とされた者は神の子ども」であるというアイデンティティに基づき、いかにして聖なる生を具体化できるかを示していると語る。「もしイエスと連合してバプテスマを受けたなら、すでにイエスの衣を着ているのと同じだ。その衣を汚さないように、日々洗いなさい。それはあなたの行いと深く関係しており、聖霊が助けてくださる力によって行いも新たにされるのだ」というメッセージが、ガラテヤ書とローマ書、そして聖書全体を貫いているというのである。この世の罪と悪に打ち勝つことのできる道は、ただ聖霊の力によるのであり、信仰をもって進むべきだという点が結論として提示されるのだ。

結局、小主題3で扱われる核心要点は「聖霊による自由と共同体の回復」である。義とされた私たちはもはや家庭教師としての律法に縛られず、聖霊の導きの中で自由と愛、聖なる道を歩むことができる。張ダビデ牧師はこれを「子どもの特権」と呼び、子どもは父の家で大胆に生きる存在であるように、信仰によって義とされた信徒は神の御前に堂々と進み出て隣人に仕える使命を担うことができると教える。律法主義が生み出す分裂や排除、断罪の文化を越え、キリストにあって一つになった民が互いに愛し、仕え合い、究極的にはすべての被造物の回復に参与するビジョンを味わうのである。それは単なる理想論ではなく、主がすでに十字架によって保証された「約束」であり、聖霊が私たちのうちに働かれることによって実現されていく「救い」の現実そのものだと、張ダビデ牧師は改めて強調している。